Eurovisi¨®n: la Europa m¨¢s amplia
Estereotipos nacionales y pol¨ªtica se mezclan en un encuentro musical devaluado de audiencias millonarias
La pasada noche de los Oscar de Hollywood, C¨¦line Dion, la famosa cantante franco-canadiense, interpret¨® la melod¨ªa ganadora de Titanic, la pel¨ªcula m¨¢s taquillera de la historia del cine. Seguro que muy pocos espectadores recordaron al verla el despertar de su carrera en el festival de Eurovisi¨®n de 1988. Represent¨® a Suiza y triunf¨®. La cita musical m¨¢s colorista del continente cumple 42 a?os el pr¨®ximo 9 de mayo en el Reino Unido. Cuatro d¨¦cadas en las que no s¨®lo ha lanzado a grupos de tanto ¨¦xito como el sueco Abba. Tambi¨¦n ha recibido a pa¨ªses que ni siquiera exist¨ªan, Croacia y Eslovenia, entre ellos. O bien invitado a otros dos, Marruecos e Israel, que dif¨ªcilmente pueden llamarse europeos. Tal vez no haya logrado convertirse en el foro de la m¨²sica popular europea, pero muchas de sus melod¨ªas han pasado a la memoria colectiva de millones de personas.Qui¨¦n no recuerda a la delicada Gigliola Cinquetti que, a los 16 a?os, lamentaba no tener edad suficiente para amar. Corr¨ªa el a?o 1964, y la joven italiana se hizo famosa al instante. A France Gall le ocurri¨® lo mismo con una mu?eca de cera el a?o siguiente. Hab¨ªa cumplido los 17 y era francesa, pero cant¨® en nombre de un vecino, Luxemburgo. C¨®mo olvidar a Massiel y su La la la, el estribillo m¨¢s asequible de cuantos han sonado en un escenario eurovisivo. No precisa traducci¨®n alguna. La victoria de Massiel tuvo adem¨¢s cierto mordiente. Espa?a no particip¨® hasta 1961, y tampoco hab¨ªa superado la sexta plaza de Raphael en 1967. De repente, una artista que no figuraba entre las favoritas desplazaba al brit¨¢nico Cliff Richard, un nombre asentado del pop europeo.
Espa?a y el Reino Unido decidieron ignorarse m¨²tuamente en la votaci¨®n final, "pero quienes afirman que los paisanos de Massiel aseguraron el triunfo con un sufragio t¨¢ctico, poco pueden avalar dicha teor¨ªa", seg¨²n Paul Gambaccini, uno de los autores del libro que recopila la historia del festival desde sus inicios. Titulado The complete Eurovision song contest companion, pretende ser un manual sobre un encuentro musical devaluado, pero que sigue atrayendo audiencias millonar¨ªas.
Desde sus modestos inicios en Lugano (Suiza) en 1956, Eurovisi¨®n ha tratado de acercar a la mayor¨ªa de los pa¨ªses del continente. Una tarea a la vez frustrante y sorprendente. En 1969, Austria prefiri¨® no acudir a un pa¨ªs gobernado por Franco y que lo organizaba. Grecia y Turqu¨ªa llegaron casi a la vez, en 1974 y 1975, respectivamente. En 1976, los griegos s¨®lo aceptaron la invitaci¨®n despu¨¦s de que sus vecinos renunciaran. El a?o anterior Turqu¨ªa qued¨® en ¨²ltimo lugar y la canci¨®n griega aprovech¨® la circunstancia. Era una protesta contra la invasi¨®n turca de Chipre en 1974.
Pa¨ªses inimaginables
La sorpresa corre a cargo de la irrupci¨®n de pa¨ªses inimaginables para los organizadores suizos de 1956. Bosnia Herzegovina, Eslovenia y Croacia participaron en 1993; Estonia, Lituania, Rusia y Eslovaquia, en 1994. Sin olvidar a Rumania, Polonia y Hungr¨ªa ese mismo a?o. Ni tampoco a Israel, en 1973, o Marruecos, en 1980. Yugoslavia acudi¨® por ¨²ltima vez como tal en 1992. Aunque la guerra de los Balcanes ha dejado su huella, en el festival (los nuevos pa¨ªses suelen votarse entre ellos), los autores, recuerdan que la pr¨¢ctica es antigua. "Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca a¨²n lo hacen. Sin embargo, no puede hablarse de tongo. Pesan los estereotipos nacionales, pero el problema es la forma misma de votar". Modificada siete veces desde el principio, y sobre todo tras el bochorno de los cuatro ganadores de 1969 -Espa?a, Holanda, Francia y Reino Unido-, sigue sin funcionar bien del todo.
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