El Club Roma, en su 30? aniversario
Aunque los pa¨ªses ricos viven en una situaci¨®n confortable, el autor defiende el papel de vig¨ªa del Club de Roma sobre la marcha del mundo
El Club de Roma acaba de cumplir 30 a?os de actividad de cara a un mundo en r¨¢pido y profundo cambio.El Club de Roma nunca ha sido determinista ni catastrofista. Si el Club de Roma existe y trabaja, no es, en modo alguno, a fin de proclamar maleficios ni desastres, sino, bien por el contrario, para alertar sobre los muchos graves problemas que nos acechan, convencidos como estamos de que a¨²n disponemos del tiempo y de los medios indispensables para superar tales males si tenemos la voluntad y el conocimiento debidos. Precisamente debido a tal actitud positiva es por lo que a menudo utilizamos un lenguaje severo, sobre todo cuando nos dirigimos a cuantos tienen el poder de tomar decisiones determinantes, mientras que cuando nos dirigimos a los m¨¢s j¨®venes tratamos de enfatizar las muchas razones que existen para la esperanza de un mundo nuevo y mucho mejor, que ser¨¢ realidad si en tal prop¨®sito se empe?an. Tal es en verdad el fundamental esp¨ªritu y la raz¨®n de ser del Club de Roma.
En realidad y ante el comienzo del siglo XXI, la humanidad no debiera tener nada que temer y m¨¢s bien estar orgullosa de los muchos logros y expectativas de futuro, dadas, entre otras razones, las siguientes:
No parece haber una nueva guerra mundial a la vista. El desarrollo econ¨®mico sigue teniendo lugar en un buen n¨²mero de pa¨ªses, aparte de que, gracias a las ONG y ayudas bilaterales, se han aliviado las necesidades b¨¢sicas de muchos millones de seres humanos. La educaci¨®n para todos se ha declarado meta deseable, al tiempo que el acceso a la educaci¨®n avanzada empieza a ser extendido con la ayuda de los multimedia e Internet. Los recursos naturales y energ¨ªas alternativas est¨¢n cada vez m¨¢s a nuestro alcance ante la demanda de los consumidores, al menos mientras duren. El crecimiento demogr¨¢fico explosivo ha sido reducido considerablemente y tiende a ser cada vez m¨¢s moderado, incluso en los grandes pa¨ªses menos desarrollados. Los importantes cambios estructurales que sufre actualmente el empleo van a la par con m¨²ltiples oportunidades de trabajo, aunque en condiciones de mayor flexibilidad laboral. El desarrollo cient¨ªfico y tecnol¨®gico avanza pese a que tan s¨®lo ha empezado a desentra?ar la sabidur¨ªa que encierra la naturaleza al servicio del hombre. Las identidades culturales est¨¢n siendo respetadas e incorporadas en el mundo como un enriquecimiento del patrimonio cultural de la humanidad, mientras va adopt¨¢ndose una especie de civilizaci¨®n global. Comercio, finanzas y crecimiento econ¨®mico global siguen en imparable expansi¨®n. Por su parte, los Estados-naci¨®n siguen firmemente sostenidos por instituciones profundamente enraizadas gracias a los valores que orientan su respectivo comportamiento y la cohesi¨®n social. Por ¨²ltimo, baste mencionar que la gobernabilidad local, nacional e internacional es posible gracias a las circunstancias antes rese?adas y en la esperanza de un orden mundial arm¨®nico y coherente, basado especialmente en una posible cooperaci¨®n multipolar y en una amplia solidaridad que pudiera dar lugar a un desarrollo sostenible a largo plazo. Tal escenario descrito a grandes rasgos y por lo tanto falto de muchas aspectos y matizaciones podr¨ªa ser, debiera ser, posible. Sin embargo, y pese a los bien intencionados deseos, es esencial se?alar alguno de los m¨¢s importantes condicionantes de un tal esperanzador cuadro de futuro:
Primero de todo, especialmente en las zonas m¨¢s desarrolladas del mundo, es imprescindible cambiar dr¨¢sticamente los estilos de vida actuales a fin de reducir de manera radical el impacto humano sobre el medio ambiente, gracias no s¨®lo a tecnolog¨ªas amistosamente utilizadas respecto del entorno, sino tambi¨¦n gracias a h¨¢bitos y actitudes individuales y colectivas totalmente distintas de la actual demanda y utilizaci¨®n de bienes de consumo. De otro modo, el desarrollo sostenible jam¨¢s tendr¨¢ lugar y, en cambio, se extender¨¢ el hambre y la escasez dram¨¢tica del agua bebestible.
Por otra parte, la dignidad humana de cada cual necesita ser reconocida, muy particularmente en relaci¨®n con la movilidad de las gentes, las crecientes disparidades entre pobres y ricos, la necesaria igualdad de oportunidades en el aprendizaje y acceso al conocimiento, as¨ª como respecto de las deseables oportunidades de trabajo para todos y las medidas de seguridad en todos los ¨¢mbitos. En ese contexto, los grupos minoritarios, los minusv¨¢lidos y marginados necesitan disponer de una atenci¨®n especial. Esto exige un esfuerzo valeroso en favor de un amplio di¨¢logo cultural a fin de superar el relativismo moral imperante, as¨ª como comportamientos no ¨¦ticos. M¨¢s a¨²n, las ideolog¨ªas partidistas deben aprender a subordinar sus pol¨ªticas y acciones a ideales y visiones generosas.
Hay que tratar e reconciliar las muchas obligaciones y adscripciones de nuestra persona (diversas ciudadan¨ªas) en torno a valores de solidaridad, de cooperaci¨®n y, en particular, de tolerancia gracias a un di¨¢logo sostenido y alimentado por recias convicciones democr¨¢ticas. En consecuencia, la gobernabilidad depender¨¢ ampliamente de nuestra capacidad de adaptarnos a tales realidades, que se solapan cada vez m¨¢s con renovado ¨¦nfasis en la globalidad y la supranacionalidad, si hemos de lograr una paz sostenida y un n¨²mero decreciente de confrontaciones violentas originadas por la ambici¨®n y el ego¨ªsmo. Un nuevo orden mundial basado en la cooperaci¨®n entre las principales comunidades de Europa, Norteam¨¦rica, Asia, Am¨¦rica Latina y ?frica debe contribuir a evitar confrontaciones globales y locales, incluidas guerras civiles y terrorismo. A tal fin es muy urgente superar las actitudes suspicaces actuales contra los grupos regionales de Estados-naci¨®n emergentes, por ejemplo la Uni¨®n Europea, la cual est¨¢ llamada a desarrollarse en todos los ¨®rdenes.
Los recientes informes al Club de Roma, ya publicados, tales, como Factor 4, El futuro del trabajo, C¨®mo tomar la naturaleza en cuenta, C¨®mo cambiar¨¢n nuestras vidas los nuevos medios de comunicaci¨®n (La Red), La capacidad de gobernar o Los l¨ªmites de la cohesi¨®n social, junto con los informes ahora en elaboraci¨®n, por ejemplo, El futuro de los oc¨¦anos, El gobierno de los Estados-naci¨®n, o El flujo financiero global, dise?an muchos de los elementos del complejo, interdependiente e incierto escenario global y a largo plazo, siempre desde un planteamiento interdisciplinario. Todo ello muestra, una y otra vez, cu¨¢n frustrante y contradictoria es nuestra presente situaci¨®n mundial y las tendencias de futuro de cara: a la falta de voluntad o de la habilidad pol¨ªtica, tanto de los l¨ªderes p¨²blicos como privados de la sociedad civil, al tratar de resolver los principales asuntos que nos acosan. Por lo tanto y a fin de cambiar el curso de los eventos, necesitamos acci¨®n urgente y casi inmediata, en vez de dejar para m¨¢s adelante que opere la buena voluntad, quiz¨¢ para cuando ya sea demasiado tarde su posible eficacia.
Entre tanto, la peor de todas las ignorancias -nacidas de no querer ver ni saber cuanto moleste nuestro ego¨ªsmo- est¨¢ dando lugar actualmente a un renacer de los peores demonios del esp¨ªritu humano, tales como la envidia, la xenofobia, el racismo, la intolerancia, el fanatismo, la corrupci¨®n y el odio. Mientras nos invade la informaci¨®n, continuamos faltos de conocimiento s¨®lido y a¨²n m¨¢s de liderazgo, libre de ambici¨®n de poder y de dinero, abierto a superar la confrontaci¨®n en beneficio de la mutua comprensi¨®n y cooperaci¨®n.
Treinta a?os tras haber iniciado nuestra tarea, el Club de Roma es consciente -as¨ª lo creo- de la acrecentada magnitud del desaf¨ªo, as¨ª como de las limitaciones materiales que sufrimos en nuestro ambicioso compromiso de estudiar y contribuir a resolver la problem¨¢tica mundial. Tambi¨¦n somos conscientes de que las principales prioridades contin¨²an siendo salud, desarrollo sostenible, investigaci¨®n, aprendizaje, justicia, comportamiento ¨¦tico y paz. La tarea ante nosotros no nos descorazona, sino m¨¢s bien nos incita a un mayor esfuerzo. Por tanto, siguiendo el bien asentado ejemplo quijotesco de Aurelio Peccei, continuamos impasibles en nuestra tarea.
Por encima de los muchos problemas y riesgos, y teniendo en cuenta las muchas razones para la esperanza -depositadas sobre todo en los corazones y cerebros de la gente, as¨ª como en la generosa naturaleza-, continuaremos blandiendo una antorcha encendida sobre las muchas oscuras sombras que recubren la humanidad al proclamar nuestro deber respecto de las futuras generaciones.
Treinta a?os de actividades no han sido m¨¢s que el comienzo. Los a?os venideros mostrar¨¢n seguramente si todos nosotros, hombres y mujeres, hemos optado responsablemente en favor del bien.
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