Artistas contra el artificio
La est¨¦tica del desorden cultural renace tras la asepsia y el tecnicismo de los ¨²ltimos a?os
La est¨¦tica del desorden o del caos resurge con su popularizaci¨®n en la moda, la decoraci¨®n, la imagen y la televisi¨®n. Es un mot¨ªn contra el narcisismo y la asepsia de los a?os 80 y el tecnicismo de los 90. Una tendencia que Antoni T¨¢pies resume como "una insurrecci¨®n contra todo lo artificioso", aunque, dice, "siempre sospecho cuando las ideas se convierten en moda". El temor del pintor catal¨¢n y otros protagonistas de la cultura espa?ola es la trivializaci¨®n de esta "tendencia positiva y necesaria para equilibrar este mundo tan eficaz". Es la asimilaci¨®n que ha hecho la sociedad de la filosof¨ªa de Dubuffet, del deconstructivismo, del informalismo, de los grunge, de la onda MTV y hasta del estilo drogata en la publicidad de Calvin Klein.
El Narciso se ha aburrido y quiere ser contempor¨¢neo de su tiempo. Ahora emerge desali?ado y con cara de "me importa un bledo". Son los d¨ªas de la sofisticaci¨®n del desorden, la nueva imagen contra los a?os ochenta, tan as¨¦pticos, tan esculpidos, tan ficticios. Es la transgresi¨®n a la est¨¦tica protocolaria para alterar el orden imperante, repetitivo y redundante y expresar la libertad", dice Aurora F. Polanco, profesora de Teor¨ªa y Arte Contempor¨¢neo de la Universidad Complutense de Madrid.No es m¨¢s que el despertar de la nostalgia por el desorden, "como una salida para equilibrar este mundo tan eficaz; es una necesidad natural, explica Antoni Mar¨ª, escritor y catedr¨¢tico de Est¨¦tica y Teor¨ªa del Arte de la Universidad Pompeu i Fabra, de Barcelona.
As¨ª, lo que antes s¨®lo se hac¨ªa puertas adentro, ahora tiene la venia de todos, porque "la gente ha empezado a entender que se trata simplemente de aceptar una especie de l¨®gica no convencional donde el desorden es un orden con otras leyes", aclara Enric Miralles, arquitecto barcelon¨¦s y exponente de esta tendencia. Una idea que Ram¨®n Bigas, director de Fomento de Artes Decorativas (FAD), de Barcelona, define diciendo que "un buen desorden no es m¨¢s que un bonito orden".
Volver a lo esencial
Antes de la aceptaci¨®n social, un primer asomo de esta est¨¦tica en el siglo XX puede hallarse en el movimiento dad¨¢ y luego en las corrientes del informalismo, pasando por el primitivismo, el arte povera, el body art y el hiperrealismo, seg¨²n T¨¢pies. El resurgimiento de ahora, seg¨²n el pintor catal¨¢n, "pretende muchas cosas, como la necesidad de volver a lo esencial y natural".En ese reencuentro con lo espont¨¢neo la estilizaci¨®n del desorden se ha popularizado "porque es el fin de una manifestaci¨®n creativa, y lo que se vive ahora es s¨®lo la expresi¨®n del retraso con que ha llegado a lo cotidiano", asegura Gloria Moure, ex directora del Centro Galego de Arte Contempor¨¢neo. La manera, agrega Moure, como la gente ha asumido la inestabilidad de la vida y redescubierto el gusto y el placer en su entorno.
Aparece entonces el cuerpo como el primer escaparate para exhibir sin verg¨¹enza el placer de los zapatos viejos, el gusto por las ropas deste?idas de recuerdos y la gracia de la imagen y el peinado talco, que en boca de algunos no es m¨¢s que "tal como me levant¨¦".
Fue as¨ª como el narciso cl¨¢sico empez¨® a ser desplazado por una imagen cuya referencia cotidiana m¨¢s pr¨®xima, seg¨²n Diana Fern¨¢ndez, profesora de Historia del Traje del Centro Superior de Dise?o de Moda de Madrid, est¨¢ en los grupos urbanos anglosajones, especialmente los grunge brit¨¢nicos, y en otras versiones nacionales. Un estilo de rostros deprimidos y hasta drogadictos que m¨¢s tarde se complet¨® con el piercing y los tatuajes, a?ade Fern¨¢ndez. Luego, dolencias terribles como la anorexia o el sida, que han llegado a usarse como reclamo publicitario, han llevado al l¨ªmite la desacralizaci¨®n de lo f¨ªsico.
Con ese mismo ritmo adormilado, poco a poco, estos grupos obtuvieron un estatus y empezaron a ser imitados "como si se estetizaran las enfermedades y lo marginal", dice Fern¨¢ndez. Es ah¨ª donde reside el riesgo de trivializaci¨®n, debido a que "hay muchas personas que no son honestas en la forma de asumir esta est¨¦tica, y lo que pueden hacer es estropear la sorpresa del desorden que busca transgredir y romper con lo establecido", advierte Juan Ignacio Macua, de Macua y Garc¨ªa-Ramos, montadores de exposiciones y museos y encargados del pabell¨®n de Espa?a en la Expo de Lisboa.
Una prueba de la perdida de espontaneidad y provocaci¨®n de esta tendencia es que los estadounidenses ya lo han bautizado como dirty chic. La moda de una imagen calculada y milim¨¦tricamente desordenada, encabezada por algunos actores y famosos que tratan de renovarse a trav¨¦s de ella para aparecer m¨¢s naturales. Por eso, dicen los entrevistados, hay quienes tardan m¨¢s en desarreglarse que en arreglarse, y esto con la ayuda de las Firmas de moda, que no se han quedado atr¨¢s y ofrecen en sus l¨ªneas vaqueros rotos o cualquier prenda de apariencia franciscana. "Una reinvenci¨®n del Narciso", dice Aurora F. Polanco, que con ¨ªnfulas de despreocupaci¨®n y libertad ya ha subido a las pasarelas ungido de glamour.
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