El espI¨¦ndido futuro del espa?ol y c¨®mo pagaremos por ¨¦l
La acci¨®n transcurre dentro de muy pocos a?os. La Malla Mundial (o WWW) ha continuado expandi¨¦ndose, y la lengua espa?ola ha seguido creciendo en su interior. Pongamos que un 10% de los sitios de la Malla est¨¢n ya ocupados por p¨¢ginas espa?olas (en vez del 2% actual). De hecho, se ha convertido en la segunda lengua en la Red, tras el ingl¨¦s.En la Red hay peri¨®dicos de la Pen¨ªnsula y de Hispanoam¨¦rica, revistas cient¨ªficas de un lado y otro del Atl¨¢ntico, infinidad de sitios dedicados al ocio y a las noticias. El turismo, la vida pol¨ªtica, la informaci¨®n local, la empresarial y la gubernamental, todas han ido confluyendo all¨ª. A trav¨¦s de ella se pueden estudiar carreras, practicar lenguas, hacer negocios... Los abogados y los m¨¦dicos son usuarios avanzados de la Red: toda la legislaci¨®n y la jurisprudencia, terapias e innovaciones se recogen en ella. Espa?a, Per¨², Costa Rica, Argentina y M¨¦xico son las naciones que m¨¢s p¨¢ginas aportan, mientras que los hispanohablantes de Estados Unidos tienen ya m¨¢s actividad que muchos Estados hispanoamericanos.
Los usuarios de ese momento -futuro pero cercano- disfrutan de muchos servicios que facilitan su actividad en la Red. Por ejemplo, los programas buscadores son cada vez m¨¢s sofisticados. Se puede pedir informaci¨®n sobre "alfabetizaci¨®n en escuelas rurales americanas", y el programa buscador encontrar¨¢ un art¨ªculo sobre Ense?anza de la lectura en la sierra de Ayacucho, aunque en ¨¦l no aparece ni una sola de las palabras de la consulta. Hay programas que son capaces de crear res¨²menes fiables de documentos extensos. Otros dan traducciones al espa?ol de p¨¢ginas en lenguas desconocidas: son versiones aproximadas, pero que pueden servir para una primera toma de contacto. Las compras en la Red -una realidad cotidiana- se dirigen mediante instrucciones en lengua natural: "Local¨ªzame m¨²sica portuguesa contempor¨¢nea, pero m¨¢s alegre que la del grupo XXX".
Y todav¨ªa m¨¢s: exploramos la Red acompa?ados por agentes inteligentes, programas que analizan nuestra actividad en el ciberespacio y son capaces de deducir qu¨¦ tipo de informaci¨®n nos interesa, localizar por s¨ª mismos nuevos contenidos y propon¨¦rnoslos.
Alcanzar este brillante panorama de actividad del espa?ol en la Red es s¨®lo cuesti¨®n de tiempo; ya se vislumbran algunas de las tecnolog¨ªas que lo har¨¢n posible. Pero una de dos: los hispanohablantes estaremos pagando a empresas extranjeras por hacer uso de sus herramientas de manejo de nuestra lengua, o bien habremos desarrollado las nuestras propias.
Seamos realistas: nuestro pa¨ªs no es un productor de equipos inform¨¢ticos ni de los grandes programas que todo el mundo utiliza. No vamos a crear las m¨¢quinas que sostienen Internet, ni los programas que la hacen funcionar. Pero s¨ª podemos, y deber¨ªamos, desarrollar las tecnolog¨ªas de nuestra propia lengua. En primer lugar, porque. si no lo hacemos, lo har¨¢n otros, y acabaremos pagando por usar nuestra lengua en el ciberespacio y en cualquier medio inform¨¢tico. Despu¨¦s del ingl¨¦s, el espa?ol es la lengua de mayor importancia estrat¨¦gica (por demograf¨ªa, por pujanza... y por importancia cultural). Las grandes empresas de programaci¨®n -extranjeras- han empezado hace a?os a contratar ling¨¹istas espa?oles y a perseguir los recursos ling¨¹¨ªsticos clave para estos desarrollos. Desde el punto de vista del usuario final, esto es indiferente: lo que hace falta son buenos productos, vengan de donde vengan. Desde el punto de vista de nuestro desarrollo econ¨®mico y cultural, de la balanza de pagos, y de la creaci¨®n de riqueza y puestos de trabajo, obviamente no.
Pero a¨²n hay m¨¢s; las tecnolog¨ªas ling¨¹¨ªsticas en estos momentos ocupan un lugar absolutamente estrat¨¦gico, porque son facilitadoras de muchas otras. El mundo inform¨¢tico se orienta a pasos agigantados hacia la utilizaci¨®n de la m¨¢s simple, la m¨¢s potente de las interfaces: la lengua natural. Sin olvidar el aspecto ideol¨®gico y pol¨ªtico que muchas cuestiones ling¨¹¨ªsticas encierran; pi¨¦nsese, por ejemplo, en c¨®mo Microsoft tuvo que cambiar el diccionario de sin¨®nimos incorporado a Word en espa?ol porque proporcionaba equivalentes insultantes a palabras como, ind¨ªgena (salvaje) o mestizo (bastardo).
El aspecto pol¨ªtico es claro: la unidad de nuestra lengua a un lado y otro del Atl¨¢ntico no s¨®lo es una bendici¨®n cultural, sino un activo econ¨®mico: por ejemplo, las editoriales en castellano pueden distribuir sus libros en Hispanoam¨¦rica y en Espa?a (cosa que, por ejemplo, no ocurre entre Portugal y Brasil). Los programas ling¨¹¨ªsticos -correctores de ortograf¨ªa, de estilo- van a tener un peso cada vez mayor en la forma de la lengua. Ser¨ªa vital que estuvieran consensuados por los propios hispanohablantes, en vez de por intereses ajenos.
?Qu¨¦ se puede hacer? La Real Academia Espa?ola acaba de anunciar que pondr¨¢ a disposici¨®n del p¨²blico sus corpus. de lengua para el pr¨®ximo oto?o. Llegan con un retraso de cuatro a?os respecto a sus equivalentes en ingl¨¦s, pero son bien venidos, y ojal¨¢ que su pol¨ªtica de explotaci¨®n permita su uso por todos los interesados: los organismos de investigaci¨®n y la industria.- Pero esto no basta: hacen falta los recursos ling¨¹¨ªsticos de libre disposici¨®n que los har¨ªan efectivamente ¨²tiles para desarrollar la tecnolog¨ªa inform¨¢tica de nuestra lengua. ?D¨®nde est¨¢n los analizadores morfol¨®gicos, las redes sem¨¢nticas accesibles para cualquier empresa o investigador? ?Existen dormidos en alguna instituci¨®n de investigaci¨®n? ?0 es que cada empresa que aspire a hacer un desarrollo en este campo tiene que empezar por reinventar la rueda y la p¨®lvora?
En el mundo de la inform¨¢tica, en el mundo de Internet muy especialmente, son los peque?os agentes individuales los que constituyen el aut¨¦ntico motor del desarrollo. Ellos tienen la capacidad de adaptaci¨®n, el conocimiento de un medio siempre cambiante, la formaci¨®n y la experimentaci¨®n constante -casi siempre autofinanciada- en tecnolog¨ªas de ¨²ltima hora. De ellos -y, por otro lado, de las multinacionales- han surgido los ¨²nicos productos de tecnolog¨ªa ling¨¹¨ªstica que han ido llegando a nuestros usuarios hispanohablantes. Es necesario poner la base de investigaci¨®n precompetitiva que permita la actividad de estas unidades din¨¢micas. Hay que apostar por las estructuras flexibles para la generaci¨®n de las herramientas estrat¨¦gicas del espa?ol.
Si nuestras autoridades ling¨¹¨ªsticas y de investigaci¨®n consideran que la batalla ya est¨¢ perdida, que nos lo digan ya: ahorraremos tiempo y esfuerzo. Si creen -como yo- que a¨²n podemos hacer algo, ser¨ªa muy interesante empezar cuanto antes. Como sea.
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