Los bosques del 98
" Campo, campo, campo. / Entre los olivos / los cortijos blancos". Antonio Machado.Ahora que los olivos merecen nuestra atenci¨®n acaso merezca la pena recordar la que les mereci¨® a los escritores del 98. Los olivos y los ¨¢rboles en general. Porque una de las causas de inspiraci¨®n com¨²n de Antonio Machado, Unamuno, Azor¨ªn y en menor medida, de Noel, Ortega y Baroja, fueron los bosques, los ¨¢rboles en singular y hasta su soledad o ausencia. Los paisajes de una Espa?a socialmente desmoronada cobraron una dimensi¨®n no s¨®lo capaz de inspirar sino tambi¨¦n de guiar. Qui¨¦n sabe si todav¨ªa de guiarnos en los campos de la moral y en los de su antecesora: la acci¨®n pedag¨®gica. Tanta fuerza encontraron al aire libre y en quienes lo limpian, nuestros bosques, que ellos pensaron en la posibilidad de reconstruir nuestra sociedad a base de complicidad con las bellezas naturales, con los paisajes.
Miguel de Unamuno acept¨® que los olivos ten¨ªan alma, adem¨¢s de aceite. Llam¨® madre a la encina, en verdad emblema de la generaci¨®n, y le dio una categor¨ªa an¨ªmica y temperamental a cada especie arb¨®rea. Sin duda en ¨¦l, y todav¨ªa m¨¢s en Antonio Machado, apreciamos un completarse de la intenci¨®n de Fernando Giner de los R¨ªos de convertir a la naturaleza no degradada en la primera escuela. Pocos p¨¢rrafos tan rotundos del fundador de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza como ¨¦ste: "En la contemplaci¨®n de un ¨¢rbol podr¨ªa pasar enteramente nuestra vida". Sin duda esta frase cal¨® en el que ser¨ªa su mejor disc¨ªpulo, porque en el poeta de Campos de Castilla encontramos dos centenares de poemas en los que aparecen nuestros ¨¢rboles m¨¢s representativos, sobre todo encinas y no pocas veces los olivos. Azor¨ªn afirm¨® que "lo que da la medida del artista es su sentimiento de la naturaleza". Unamuno formaliz¨® algo todav¨ªa m¨¢s rotundo en uno de los p¨¢rrafos que m¨¢s ha triunfado en el ¨¢mbito de la educaci¨®n ambiental de los ¨²ltimos tiempos: "El sentimiento de la naturaleza, el amor inteligente, a la vez que cordial, al campo, es uno de los m¨¢s refinados productos de la civilizaci¨®n y la cultura".
Es m¨¢s, ya en el a?o 31, el rector de la Universidad de Salamanca escribi¨® uno de los primeros alegatos de corte ecol¨®gico de nuestro siglo: "Esas robustas matriarcales encinas castellanas, de secular medro, que van siendo sustituidas -?l¨¢stima!- por esos pinos quejumbrosos".
Antonio Machado cuaj¨® toda su poes¨ªa de un naturalismo tan precioso y sensible que es raro leer dos poemas suyos de forma consecutiva sin encontrarnos con el aroma de los espliegos, las distintas arboledas o el vuelo de las aves.
Ortega y Gasset, ep¨ªgono de la generaci¨®n, culmina en buena medida la tendencia al proponer un reconocimiento, del derredor en la interpertaci¨®n de la individualidad y de la sociedad. Pero donde el m¨¢s prestigioso de nuestros fil¨®sofos llega realmente hondo es en la que cabe contemplar como una de sus p¨¢ginas m¨¢s intensas y literarias: La introducci¨®n a las meditaciones de El Quijote. All¨ª compara el bosque con los libros mismos. "Selva ideal" llama a la mejor novela de todos los tiempos. Y afirma que emboscarse y leer le parecen aventuras id¨¦nticas.
Y para terminar, permitan que les cite de nuevo a Ortega en la que para m¨ª es uno de los mejores pasajes referido precisamente al robledo de la Herrer¨ªa cercano a El Escorial. Uno de esos textos que, como el de Giner, arriba reproducido, apuntalan toda una sensibilidad y pueden guiar una vocaci¨®n: "Es un bosque magistral, viejo como deben ser los maestros, sereno y m¨²ltiple. Adem¨¢s practica la pedagog¨ªa de la alusi¨®n, ¨²nica pedagog¨ªa delicada y profunda".
Ante todo esto no podemos por menos que considerar que los bautizados como generaci¨®n del 98 ten¨ªan una profunda vocaci¨®n pre ecol¨®gica. Nos ense?a a¨²n, desde su profunda actualidad, a que lo mirado debe pertenecer a lo sensible. Y as¨ª duramos. Que los bosques, cultivados o no, son inmensamente valiosos y m¨¢s por lo que no vemos que por lo que de ellos acaba siendo comercio.
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