Aguafiestas por un d¨ªa
Berlanga y Boadella dan un repaso a las diferencias y sintonias entre Madrid y Barcelona
La sala Valle Incl¨¢n del C¨ªrculo de Bellas Artes acogi¨® ayer un debate, no esperp¨¦ntico pero casi, entre dos grandes hombres de la escena. A un lado, el cineasta Luis Garc¨ªa Berlanga, valenciano de 76 a?os, cabellera blanca, aspecto socr¨¢tico, terno azul y corbata rojinegra; al otro lado, el dramaturgo Albert Boadella, barcelon¨¦s de 45 a?os, nariz afilada, apariencia ex-sacerdotal y corbata azul. Las Sinton¨ªas y Distancias entre Madrid y Barcelona constitu¨ªan el eje del debate, gui¨®n al que ambos contendientes, a quienes les hab¨ªa sido encomendada la visi¨®n madrile?a y barcelonesa, respectivamente, se ajustaron s¨®lo a rega?adientes. Los esfuerzos del moderador, Ignacio Amestoy, por ce?irles, al yugo de tal gu¨ªa fueron persistentes.Berlanga averigu¨® sobre la marcha tal encomienda: "No s¨¦ qu¨¦ pinto aqu¨ª; yo pens¨¦ que deb¨ªa hablar de Barcelona, por ser valenciano... claro que... no me extra?a ya que incluso he sido convocado como jurado para elegir al Gallego del a?o", brome¨® entre risas de los asistentes. Gente sobre todo madura, con aspecto progre -sector que no qued¨®, por cierto, bien parado en el debate- sigui¨® con atenci¨®n la trinca, con la av¨ªdez de enconuzar ¨¦l ingenio, incluso el talento que todos atribu¨ªan a los dos invitados.
Para el cineasta l¨¦vantino, Ia principal diferencia entre Madrid y Barcelona es que a Madrid se llega, mientras que en Barcelona se desembarca. Madrid surge de repente, detr¨¢s de una lomita, entre sembrados y ovejillas, como cuando de joven yo viajaba desde Valencia hasta aqu¨ª, a la Escuela de Cine, con un sobre de recomendaci¨®n", aditamento ¨¦ste a su juicio imprescindible, para acceder a la capital de la Administraci¨®n, tan central. "Madrid es como Las Vegas, aunque la ciudad norteamericana fue fundada por un g¨¢nster, esto lo fund¨® un rey, un tal Enrique, seg¨²n creo''.
Albert Boadella consider¨® a Barcelona "m¨¢s pueblerina que Madrid" y repas¨® con a?oranza su infancia en la ciudad donde naci¨®. "Jug¨¢bamos al f¨²tbol en la calle; se pod¨ªa ser monaguillo y tocar las campanas de la iglesia, como yo hice. Luego me llevaron a estudiar a Francia y cuando a los 17 a?os regres¨¦, apenas conoc¨ªa mi ciudad''. Con una sonrisa algo perversa, el director de Els Joglars, captur¨® la atenci¨®n de los asistentes: "Ahora que el delito ha prescrito, puedo decir que en el barrio del Putxet donde viv¨ªan los que consider¨¢bamos ni?os-pera (pijos) en Barcelona, durante una temporada se inicendiaban a menudo matorrales y cosas as¨ª. El responsable de aquellos incendios era un chaval de, cabellera rubia y nariz cada vez m¨¢s atilada.. Era yo
"Diferencias s¨ª ¨¦xisten", reconoce Boadella,. "Ese gesto tan madrile?o de llevarse la mano al bolsillo para pagar antes que nadie, es algo que nosotros los catalanes no vemos mucho all¨ª". Los asistentes rieron tambi¨¦n cuando evoc¨® la frase por ¨¦l a veces escuchada en Madrid: "Qu¨¦ generoso es, si no parece catal¨¢n".
El moderador ejercit¨® algunos retru¨¦canos, como cuando pidi¨® que en vez de mon¨®logos, se produzcan por fin verdaderos bi¨®logos", mientras segu¨ªa atento a su objetivo de centrar a los invitados.
Ambos se cebaron en los nacionalismos. ''La ¨²ltima frontera del nacionalismo ser¨¢ la del hombre y la mujer: el matrimonio", sentenci¨® Berlanga. "S¨®lo me siento ciudadano del mundo: la ¨²nica gran ciudad en la que yo creo es Nueva York, porque all¨ª es posible sentirse solitario en pleno coraz¨®n de la civilizaci¨®n", agreg¨®
Contra el nacionalismo
Boadella, por su parte, practic¨® uno de sus ejercicios favoritos, la glosa del nacional-catalanismo: "All¨ª hemos vivido media vida en la creencia de que la proximidad a Francia nos alejaba de ?frica. Cuando, con el tiempo, unos pocos como yo, hemos intentado desmontar t¨®picos de esta naturaleza, hemos sido tildados de aguafiestas, renegados, espa?olistas, botiflers, (mofletudos, sin¨®nimo de colaboracionistas, aquellos que en 1712 se unieron a Felipe V en el asalto a Barcelona, leal al Archiduque Carlos de Austria)". Se confes¨® "aburrido de este festival endog¨¢mico" y ri¨® anchamente cuando Berlanga, citando al escritor valenciano Manuel Vivent, se?al¨® que "nosotros los mediterr¨¢neos" (los dos conferenciantes lo son), somos tan sutiles, que en vez de librar guerras religiosas, o ideol¨®gicas, nos enfrascamos en guerras filol¨®gicas", a prop¨®sito de las disputas ling¨¹¨ªsticas.
Uno y otro contertulios abominaron de consuno del progresismo y de la gauche, divine bajo el franquismo. ''En pleno rodaje", coment¨® Berlanga, "te ven¨ªa un izquierdista co?azo para que le firmaras seis manifiestos solidarios". Para Boadella, ''dirigir un centro 'dram¨¢tico nacional' en Madrid me asustar¨ªa. Lo m¨ªo ser¨ªa dirigir el Teatro de la Zarzuela. Ya est¨¢ bien de tanto musical USA".
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