El juez Garz¨®n denuncia "la burla" del diputado argentino que se neg¨® a declarar sobre el genocidio
Se arm¨® el gran quilombo (palabra de uso muy frecuente en Argentina para designar l¨ªo, barullo, gresca, desorden). La decisi¨®n del juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n de citar a declarar sobre el genocidio argentino al diputado peronista Humberto, Roggero -y sobre todo la airada negativa de ¨¦ste a comparecer- provoc¨® ayer un notable esc¨¢ndalo que salpic¨® a pol¨ªticos y diplom¨¢ticos de Espa?a y Argentina. Garz¨®n se quej¨® en una carta al presidente de la Audiencia Nacional, Clemente Auger, de la "maniobra de burla" de Roggero contra el funcionario encargado de entregarle dos citaciones para que, aprovechando su estancia en Madrid, testificara. El diputado desobedeci¨® y se march¨® anoche a su pa¨ªs.
El esc¨¢ndalo se ven¨ªa larvando desde hace una semana. Una comisi¨®n de diputados argentinos -encabezada por Roggero en su calidad de jefe del grupo parlamentario peronista- lleg¨® a Madrid para solicitar oficialmente el esclarecimiento del supuesto asesinato de Noem¨ª Esther Gianneti de Molfino, una mujer argentina que apareci¨® muerta en Madrid en 1980. No obstante, los diputados peronistas -acompa?ados de un gran despliegue period¨ªstico desplazado desde Argentina- se dedicaron desde un primer momento a descalificar al juez Garz¨®n, personal y profesionalmente. Uno de ellos, Carlos Soria, lleg¨® a aconsejarle en actitud despectiva que se dedique a investigar los "cr¨ªmenes que siguen sin resolverse en la puerta de su juzgado y se olvide de lo que sucedi¨® hace 20 a?os a 12.000 kil¨®metros de distancia". Desvelaba as¨ª el motivo ¨²ltimo de la visita a Espa?a, que no era otro que ejercer presi¨®n en los ¨¢mbitos pol¨ªticos y judiciales -se han entrevistado, entre otros, con un buen n¨²mero de representantes pol¨ªticos, con el fiscal general del Estado y con el presidente del Poder Judicial- para que Garz¨®n deje de investigar los cr¨ªmenes ocurridos durante la dictadura argentina. Las gestiones de la delegaci¨®n apenas tuvieron eco -ni en Espa?a ni en Argentina- hasta la tarde del mi¨¦rcoles. A las seis, Garz¨®n envi¨® a trav¨¦s de un agente judicial una citaci¨®n al hotel donde se alojaba Humberto Roggero para que ¨¦ste declarase al d¨ªa siguiente [por ayer] como testigo. Y aqu¨ª lleg¨® el quilombo. El diputado, muy nervioso, convoc¨® a los medios de comunicaci¨®n argentinos en la entrada del hotel y -en la misma c¨¦dula de citaci¨®n- escribi¨® de su pu?o y letra dos mensajes al juez. Uno, que estaba dispuesto a declarar sobre aspectos muy importantes para la causa. Y dos, que, s¨®lo hablar¨ªa ante jueces argentinos. De golpe, Roggero, que durante toda la semana hab¨ªa manifestado su intenci¨®n de declarar ante Garz¨®n, desdijo con los hechos sus propias palabras.
Dos horas m¨¢s tarde, volvi¨® el agente judicial. A los diputados y periodistas argentinos -todav¨ªa congregados en la entrada del hotel- les pareci¨® que en esta ocasi¨®n ven¨ªa acompanado de dos agentes de polic¨ªa de paisano, y cundi¨® el nerviosismo. ?Se llevar¨ªan detenido a Roggero? El espect¨¢culo fue creciendo: el diputado se escondi¨® en su habitaci¨®n, el agente judicial -ante la imposibilidad material de entregarle la nueva citaci¨®n y el acoso al que estaba siendo sometido- dej¨® en la recepci¨®n del hotel la segunda citaci¨®n. En ella, el juez Garz¨®n advert¨ªa a un diputado tan escurridizo: "Al hallarse en Espa?a, este juzgado tiene plena jurisdicci¨®n para convocarle como testigo al amparo de lo dispuesto en la Ley de Enjuiciamieto Criminal". Hasta bien- entrada la madrugada de ayer, los diputados se mantuvieron reunidos con un abogado en viado al hotel por Carlos Aras, el embajador de Argentina. ?Volver¨ªan los hombres de Garz¨®n para prender a Roggero?.
Con esa duda se despertaron ayer, y tambi¨¦n con nuevos episodios del esc¨¢ndalo. Desde Argentina arreciaron las protestas por el trato a sus diputados. Y todav¨ªa en Madrid recibieron el desprecio de Izquierda Unida (IU). Una delegaci¨®n de la coalici¨®n los recibi¨® de pie, sin estrecharles las manos. Tras un tenso cruce de palabras, Enrique Santiago, abogado de IU, les pidi¨® que se fueran por donde hab¨ªan venido. "Suspendimos la reuni¨®n", declar¨® Santiago, "porque al negarse a declarar ante Garz¨®n se burlaron de la Justicia e insultaron a los familiares de los desaparecidos".
Mientras todo eso pasaba, Gustavo Molfino, el hijo de la argentina secuestrada en Per¨² y asesinada quiz¨¢ en Madrid por sicarios de la dictadura, declar¨® ante Garz¨®n. Solo, sin el apoyo de los diputados, con l¨¢grimas en los ojos.
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