El Gobierno del PSOE desmantel¨® en 1995 las escuchas del Cesid a HB, salvo en Vitoria
El Gobierno socialista orden¨®, a finales de 1995, el desmantelamiento de los sistemas de espionaje montados por el Cesid en torno a numerosas sedes de HB ante el temor de que el ex agente Juan Alberto Perote, que se hab¨ªa llevado del centro abundante documentaci¨®n sobre dichas operaciones, pudiese filtrarlas. Esta medida, de car¨¢cter preventivo, tuvo una ¨²nica excepci¨®n: el local de HB en Vitoria, debido a la importancia de la informaci¨®n que all¨ª se obten¨ªa. La base de escuchas que el Cesid instal¨® sobre esta sede qued¨® al descubierto el pasado 31 de marzo, de forma aparentemente casual.
El esc¨¢ndalo de los papeles del Cesid, que estall¨® en junio de 1995, oblig¨® al Gobierno del PSOE a suspender o anular un buen n¨²mero de operaciones del servicio secreto, incluidas las que afectaban al entorno de ETA. Los responsables socialistas ten¨ªan buenas razones para temer que estas actividades quedasen al descubierto: en el ¨ªndice que el juez militar incaut¨® un a?o despu¨¦s en la celda del ex coronel Perote aparecieron relacionados media docena de documentos referidos al espionaje de las sedes de Herri Batasuna en Vitoria, Bilbao, San Sebasti¨¢n y Pamplona. Exist¨ªa, adem¨¢s, un inquietante precedente: en abril de 1992, a los cinco meses de la salida de Perote del Cesid, el abogado de HB Txema Montero fue avisado de la existencia de un micr¨®fono en su despacho. Aunque nunca e pudo demostrar el origen del chivatazo, el servicio secreto siempre sospech¨® del antiguo jefe de su Agrupaci¨®n Operativa.
Los generales F¨¦lix Miranda y Jes¨²s del Olmo, que tomaron la direcci¨®n del Cesid tras la dimisi¨®n de Manglano, recibieron el encargo de suspender estas operaiones, al menos temporalmente, mientras se preparaba una norma que les diese cobertura legal, que nunca lleg¨® a aprobarse debido al anticipo de las elecciones.
La ¨²nica excepci¨®n a este repliegue general afect¨® a la vigilancia sobre la sede de la coalici¨®n radical en la capital vasca. A¨²n asumiendo el riesgo de una filtraci¨®n, se decidi¨® mantenerla operativa, si bien su actividad qued¨® reducida al m¨ªnimo.
La decisi¨®n se bas¨® en la calidad de la informaci¨®n que all¨ª se obten¨ªa -origen, seg¨²n las fuentes consultadas, de la captura de varios comandos de ETA- y en el convencimiento de que no ser¨ªa f¨¢cil volver a montar una base del Cesid justo encima de un local de HB.
Varios ex responsables socialistas est¨¢n convencidos de que no ha sido casual el reciente descubrimiento de la ¨²nica escucha sobre HB que se ha mantenido ininterrumpidamente desde los tiempos de Perote y que tampoco es una coincidencia que este hecho se produjera justo el mismo d¨ªa en que el Supremo ratificaba su condena a siete a?os de c¨¢rcel.
En el Ministerio de Defensa, donde se ha barajado esta hip¨®tesis, entre otras, no se cree que haya razones de peso para dudar de la versi¨®n oficial: que los pinchazos se descubrieron casualmente cuando se cambiaba la centralita telef¨®nica de la sede.
El hallazgo pareci¨® sorprender a los batasunos tanto como a sus vecinos del piso superior -al parecer, dos suboficiales del Ej¨¦rcito adscritos al Cesid-, que al sentirse descubiertos huyeron precipitadamente con dos grandes bolsas de deporte.
De su lado, los representantes de la coalici¨®n tardaron seis horas en presentar la correspondiente denuncia ante el juzgado de guardia. S¨®lo lo hicieron despu¨¦s de que sacasen de la sede todo el material que pudieron cargar en una furgoneta, quiz¨¢ para ahorrarse explicaciones cuando sus dependencias fueran objeto del previsible registro judicial.
Fallos de seguridad
El hecho de que los dos agentes se dejaran en su huida una n¨®mina con el nombre real de uno de ellos -seg¨²n otras fuentes se tratar¨ªa de un sobre comercial de una revista t¨¦cnica a la que estaba suscrito, lo que a efectos judiciales resulta equivalente- ha dado pie a todo tipo de chanzas y especulaciones, hasta el punto de que se ha apuntado la posibilidad de que fuera una trampa para implicar al servicio secreto. Antiguos miembros del Cesid disculpan hasta cierto punto el descuido de sus compa?eros, alegando que, para no llamar la atenci¨®n de los vecinos, uno de ellos resid¨ªa de forma continuada en el piso desde hace a?os; acud¨ªa regularmente a las reuniones de la comunidad e incluso una vez se col¨® en la sede de HB pretextando una fuga de agua.
"En esas condiciones", afirman las fuentes consultadas, "es comprensible, aunque reprobable, que a la larga se vaya produciendo una relajaci¨®n y que hasta el agente m¨¢s experimentado acabe bajando la guardia".
No fue ¨¦se, sin embargo, el ¨²nico fallo de seguridad que se produjo. El diario Egin public¨® el pasado 7 de abril un documento que demuestra que desde el piso ocupado por los dos agentes se llamaba a un n¨²mero contratado oficialmente por el Cesid, cuando la prudencia m¨¢s elemental aconseja que el tel¨¦fono de contacto figure a nombre de un abonado ficticio. Al centro no le sirve la excusa de que los datos de Telef¨®nica sean confidenciales, pues no es la primera vez que HB, dotada naturalmente de sus propios servicios de espionaje, demuestra que no son inviolables los archivos de dicha compa?¨ªa.
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