Los psiquiatras alertan sobre los riesgos del creciente consumo de ansiol¨ªticos
En 1995 se vendieron en Espa?a m¨¢s de 23 millones de cajas de tranquilizantes
En alg¨²n momento de la vida, todo individuo ha pasado por una situaci¨®n de ansiedad. Es una reacci¨®n biol¨®gica que acompa?a al vivir. En principio no presupone un diagn¨®stico, incluso en peque?as dosis es necesaria para funcionar, reconocen algunos psiquiatras. S¨®lo cuando esa sensaci¨®n le incapacita para vivir es necesario, tomar medidas. Sin embargo, la tendencia a buscar un alivio r¨¢pido ante el sufrimiento -que cada vez se presume menos soportable- y la r¨¢pida introducci¨®n en las consultas m¨¦dicas de las benzodiazepinas (sustancias relajantes) ha disparado el consumo de estos f¨¢rmacos o ansiol¨ªticos, seg¨²n advierten los psiquiatras. "Dar ansiol¨ªticos es la respuesta del sistema sanitario, que act¨²a como proveedor y que tiene que ver con el dar algo al paciente, que como paga tiene que recibir. Y los m¨¦dicos de cabecera recetan para casi todo ansiol¨ªticos; tambi¨¦n los especialistas, sea de digestivo, de piel o neurolog¨ªa, cuando ven s¨ªntomas confusos en cualquier diagn¨®stico a?aden un ansiol¨ªtico", manifiesta Ana Romero, psiquiatra del hospital Cl¨ªnico de Madrid. La ansiedad se expresa mediante ahogo, taquicardia, dolores en el pecho y sudores. Unos s¨ªntomas muy similares al infarto; no es infrecuente que en plena crisis de ansiedad algunos acudan a urgencias.
Adicci¨®n
Y si la ansiedad no se asocia a una patolog¨ªa f¨ªsica, algunas respuestas m¨¦dicas derivan en otro problema. "Hay una tendencia a psiquiatrizar problemas que no son psiqui¨¢tricos en principio, y eso provoca un aumento de nuestras consultas que no est¨¢ justificado, porque la prevalencia de las patolog¨ªas mentales se ha estancado", critica Sergio Oliveros, psiquiatra del hospital Puerta de Hierro de Madrid. "Como hay sobrecarga de pacientes en las consultas y falta de tiempo para contener una situaci¨®n de crisis, es m¨¢s f¨¢cil recetar ansiol¨ªticos que escuchar al paciente", contin¨²a. Y a?ade otra consecuencia: a las benzodiazepinas -que han demostrado su utilidad cl¨ªnica, no s¨®lo en crisis de angustia, sino en fobias, depresi¨®n, para prevenir episodios maniacodepresivos o psicosis agudas- las envuelve una falsa creencia: que al administrarlas en peque?as dosis son inocuas. "Y es justo al contrario, porque estas sustancias tienen mucha potencia y se usan indiscriminadamente", a?ade Oliveros.
Este especialista asocia el abuso de ansiol¨ªticos a la cultura del Prozac, que describe como la toma de alg¨²n medicamento para aliviar la frustraci¨®n que producen causas ambientales.
Adem¨¢s, el mal uso de estas sustancias -herramientas que se administran tambi¨¦n contra el insomnio- a?aden otro peligro: su adicci¨®n, "porque el cuerpo necesita cada vez m¨¢s dosis para alcanzar el mismo efecto", observa Marina Averbach, psiquiatra de un centro de Salud Mental de la Comunidad de Madrid. Aunque esta especialista defiende que para la angustia "no hay edad ni reloj biol¨®gico" otros psiquiatras apuntan entre los 20 a?os y los 40 como la ¨¦poca m¨¢s propicia para que una crisis haga su aparici¨®n; luego descansa durante unos a?os; y a partir de los 60 reanuda su actividad.
Para hacerlas frente hay dos alternativas: tratamiento farmacol¨®gico, "que no corrige la fuente de ansiedad, pero aplaca los efectos", opina Averbach, y psicoterapias, que las hay muchas y muy variadas. "La cuesti¨®n es ponerse a pensar qu¨¦ puede cambiar. Muchas veces est¨¢s ansioso y no sabes porqu¨¦", dice esta especialista.
Para medir el efecto de la angustia, indica Ana Romero, hay que empezar por distinguir en qu¨¦ zona se ha producido: si en el ¨¢rea som¨¢tica (por ejemplo, si tiene una enfermedad tendr¨¢ angustia o miedo al cuerpo); en la psicol¨®gica, o en el ¨¢rea social (no es lo mismo estar en el paro que tener el sustento resuelto). Y si ha cundido o no la alarma. "Lo dir¨¢ el sentido com¨²n", apunta Romero.
Porque la se?al que indica si conviene o no administrar un ansiol¨ªtico puede ser difusa. "Le doy un ansiol¨ªtico o no. O le mando a una asociaci¨®n de voluntariado o le cito para hablar del asunto. Y si le tengo que medicar no me da problemas; y a veces le doy a elegir al paciente si quiere o no que le medique", aclara Ana Romero. "Tampoco es cuesti¨®n de quitarle el ansiol¨ªtico, porque igual revienta", opina Averbach. "En todo caso hay que conducirle a otra cosa, a pensar sobre ¨¦l mismo", zanja.
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