El enamorado de este mundo
La poes¨ªa y la pol¨ªtica fueron las grandes pasiones que recorrieron la vida y la obra de Octavio Paz
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El Premio Nobel es el gran ca?¨®n del circo literario que env¨ªa cada a?o a un autor a habitar, y ya para siempre, en la estratosfera, ah¨ª arriba, lejos del mundo. Por eso, quiz¨¢, sea necesario acordarse ahora del Octavio Paz que dibuj¨® en uno de sus poemas una mano para escribir cada una de las letras de la palabra amor -love- en esos dedos garabateados de forma primitiva. Trataba la pieza de una pareja adolescente en el Metro de Londres. El chico era rubio y llevaba una gorra gris; la chica era "peque?a, pecosa, pelirroja". Y "Sobre el abrigo de ella color fresal Resplandeci¨® la mano del muchacho/ Las cuatro letras de la palabra amor / En cada dedo ardiendo como astros ( ... )". Ven¨ªan despu¨¦s los trazos del dibujo, y m¨¢s versos. Una imagen, unas cuantas palabras y acaso el tema que con m¨¢s frecuencia invadi¨® la obra del mexicano, las vueltas y vueltas del amor, sus cimas, sus bosques y sus precipicios. Casi un siglo entero amarrado al bol¨ªgrafo para expresar el ruido de la historia y de los acontecimientos pol¨ªticos, para ahondar en las grandes obras de la literatura, para penetrar en los misterios de la ciencia y de las culturas m¨¢s extra?as o para desentra?ar las piezas art¨ªsticas de las procedencias m¨¢s diversas, y el caso es que, cuando se puso a recordar, a Octavio Paz (M¨¦xico, 1914) lo asaltaron, como a todos los mortales, unas cuantas im¨¢genes de su infancia. Lo cont¨® en 1992 en un breve texto titulado La espiral. Se refer¨ªa a tres momentos que le marcaron "para siempre", y hablaba de una lejana vez -tendr¨ªa tres, cuatro a?os- en que llor¨® desconsoladamente; de las burlas de sus compa?eros estadoun¨ªdenses, que se re¨ªan de ¨¦l porque se refiri¨® a la spoon llam¨¢ndola "cuchara", cuando su familia se traslad¨® a Los Angeles, y ya de regreso a casa, del cachondeo de los mexicanos porque lo consideraban "un gringo, un franchute o un gachup¨ªn, les daba lo mismo". "A veces pensaba que era culpable -con frecuencia somos c¨®mplices de nuestros persecutores- y me dec¨ªa: s¨ª, yo no soy de aqu¨ª ni de all¨¢. Entonces ?de d¨®nde soy?", se pregunt¨® en aquellas p¨¢ginas.
El drama de la guerra civil
Octavio Paz naci¨® en la Ciudad de M¨¦xico el 31 de marzo de 1914. Su madre era espa?ola. Su familia paterna, liberal e indigenista: "Antiespa?ola por partida doble". Su padre particip¨® activamente en pol¨ªtica -se ha ido "a la Revoluci¨®n", le dec¨ªan de ni?o cuando andaba en sus l¨ªos- y el padre de su padre escribi¨® novelas hist¨®ricas. Por los vaivenes de los asuntos p¨²blicos, le toc¨® salir pronto hacia Estados Unidos. Desde muy pronto, pues, el trato ¨ªntimo con los vecinos del Norte y con las cosas del pasado fueron cosas habituales en Octavio Paz. Creci¨® en un ambiente culturalmente sofisticado. "Yo no encontraba oposici¨®n entre la poes¨ªa y la revoluci¨®n: las dos eran facetas del mismo movimiento, dos alas de la misma pasi¨®n'', escribi¨® en Itinerario (1993), uno de sus textos autobiogr¨¢ficos. El gachup¨ªn, por entonces, ya hab¨ªa perfilado las inquietudes que habr¨ªan de acompa?arlo siempre. En 1936, Paz abandon¨® la casa paterna y los estudios universitarios. Un a?o despu¨¦s, en el lejano Yucat¨¢n, empez¨® a dar clases en una escuela de educaci¨®n secundaria. Durante sus primeras vacaciones como profesor, un telegrama consigui¨® que su mundo diera tremendas sacudidas: lo invitaban a Valencia, al Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (m¨¢s adelante, en 1987, fue ¨¦l quien presidi¨® su segunda edici¨®n). Le toc¨® padecer el drama de la guerra civil -"los d¨ªas exaltados que pas¨¦ en Espa?a"-, donde fracas¨® al intentar alistarse en el Ej¨¦rcito como comisario pol¨ªtico. Su adhesi¨®n ferviente a la causa republicana se combin¨® con un fondo de "reserva invencible". Ricardo Mu?oz Suay recordaba, en palabras de Paz, que la Alianza de Intelectuales de Valencia le hab¨ªa recomendado que lo vigilase y tuviese cuidado con ¨¦l, "pues ten¨ªa inclinaciones trotskistas".
El viajero incansable
El poeta que amaba la revoluci¨®n, el revolucionario que escrib¨ªa versos como una ametralladora, pronto atisb¨® los claroscuros de uno de los grandes conflictos de este siglo, que ¨¦l mismo sintetizar¨ªa en una pregunta esencial: "?Cu¨¢l era la verdadera naturaleza de la Uni¨®n Sovi¨¦tica?" Pero ese interrogante vendr¨ªa m¨¢s tarde. De Espa?a volvi¨® a M¨¦xico. Entre 1943 y 1945 estuvo en Estados Unidos: San Francisco, Nueva York, Vermont y Washington. Par¨ªs fue la siguiente estaci¨®n, donde vivi¨® los a?os posteriores al final de la 11 Guerra Mundial destinado por el servicio diplom¨¢tico mexicano. Viaj¨® por India y Jap¨®n en 1952 y, un a?o despu¨¦s y tras 10 de ausencia, regres¨® a M¨¦xico. En 1962 se traslad¨® como embajador a India, donde residi¨® seis a?os, y conoci¨® Ceil¨¢n, Afganist¨¢n, Nepal y el sureste asi¨¢tico. La matanza de estudiantes en Tlatelolco, la plaza de las Tres Culturas, en 1968, de la que responsabiliz¨® al Gobierno de D¨ªaz Ordaz, lo oblig¨® a renunciar a su cargo y, entre ese a?o y 1971, se dedic¨® a dar cursos en distintas universidades europeas y norteamericanas. Luego regreso a casa, donde fundar¨ªa las revistas Plural (1971) y Vuelta (1976), esos artefactos a trav¨¦s de los que los intelectuales viajan desde su gabinete al bullicio de la calle. El mexicano, que dec¨ªa a los seis a?os "cuchara" cuando ten¨ªa que decir spoon, no hab¨ªa de Jado de trasladar sus huesos de un continente a otro. "Estoy atado al tiempo / Prendido prendado / Estoy enamorado de este mundo", escribi¨® en uno de sus poemas. El tiempo sigui¨® caminando, y Octavio Paz lo persigui¨® incansable con su escritura. Los a?os le quitaron el entusiasmo por la revoluci¨®n y las barbaries de los distintos comunismos lo hicieron cada vez m¨¢s cr¨ªtico. Cuando la revuelta de Chiapas en enero de 1994, sus art¨ªculos revelaron, mucha cautela con las propuestas de los zapatistas y eso levant¨® ampollas. Casado con la escritora Elena Garro en 1937, con la que tuvo su ¨²nica hija, se divorci¨® 30 a?os despu¨¦s, y en 1969 se uni¨® a la escultora francesa Marie Jo Trianin, que lo ha acompa?ado hasta el ¨²ltimo momento. En 1990 obtuvo el Nobel de Literatura. Un os a?os antes, en 1981, hab¨ªa sido galardonado con el Cervantes, uno m¨¢s de los m¨²ltiples premios que recibi¨® este escritor que, en un poema, sintetiz¨® con estas palabras la ocupaci¨®n a la que dedic¨® toda su vida: "Escribo sin conocer el desenlace/ De lo que escribo 1 Busco entre l¨ªneas / Mi imagen es la l¨¢mpara / Encendida / En mitad de la noche".
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