Ensayista, el cr¨ªtico
Octavio Paz ha sido, muy probablemente, el m¨¢s, deslumbrante ensayista de la literatura espa?ola desde la desaparici¨®n de Ortega y Gasset. Reun¨ªa todas las condiciones del genuino ensayista: cultura enciclop¨¦dica, estilo excepcional y visi¨®n propia del mundo. Con esas tres armas ha elaborado una obra compleja, brillante, diversa, que ha transitado con rigor los caminos filos¨®ficos del racionalismo posvitalista, se ha enfrentado a la crisis de las ideolog¨ªas teol¨®gicas, de uno u otro signo, ha incorporado las conquistas del psicoan¨¢lisis y la subversi¨®n del surrealismo, ha integrado en nuestra cultura elementos clave del pensamiento oriental, ha asumido una mexicanidad radical y universal (el M¨¦xico del mestizaje), ha reivindicado, en fin, un discurso cultural polic¨¦ntrico y m¨²ltiple, pero anclado en la visi¨®n sustantiva de lo humano como categor¨ªa fundante de toda organizaci¨®n y percepci¨®n de la realidad.Libros excepcionales jalonan este itinerario de ensayista. Recordemos, entre otros, El laberinto de la soledad, El ogrofilantr¨®pico y La llama doble. En el primero trazaba Paz, una aguda y discutida caracterizaci¨®n del ser mexicano, que, sin embargo, aporta claves sustanciales para entender la dial¨¦ctica de su esp¨ªritu y de su expresi¨®n literaria. Habitada por el fantasma y el mito de la revoluci¨®n, esta literatura se ha desarrollado entre la atracci¨®n de ese fantasma y la llamada de otras voces m¨¢s exentas, m¨¢s desligadas. M¨¦xico del mestizaje, de la nostalgia de un ayer imposible y de la apelaci¨®n a un futuro nunca. alcanzado: laberinto de un alma colectiva, de un pa¨ªs. El segundo es una meditaci¨®n complet¨ªsima sobre el d¨ªscurso pol¨ªtico mexicano y universal contempor¨¢neo. La llama doble, el ¨²ltimo gran ensayo de Paz, demostr¨® la juventud del maestro que, a sus casi 80 a?os, daba una soberbia lecci¨®n de esplendor goethiano y recorr¨ªa, elegante, sabio y ¨¢gil, los arduos caminos del amor y el erotismo.
Los ensayos de Paz abarcan las materias m¨¢s variadas: el estructuralismo y el arte moderno, el erotismo y la filosof¨ªa oriental, la superaci¨®n de la dualidad alma-cuerpo de la cultura hel¨¦nica, la concepci¨®n circular del tiempo, la salvaci¨®n por el amor, la necesidad del otro, el v¨¦rtigo de las vanguardias lanzadas a la b¨²squeda de los or¨ªgenes, las m¨¢scaras y los rostros de su M¨¦xico originario. Llenos siempre de literatura, sus ensayos espec¨ªficamente literarios hacen de Paz uno de los maestros de la cr¨ªtica contempor¨¢nea en espa?ol: valga su libro sobre sor Juana In¨¦s de la Cruz, paradigma de cr¨ªtica total (hist¨®rica, biogr¨¢fica, estil¨ªstica, hermen¨¦utica), di¨¢logo con una figura del ayer emplazada en el devenir de su tiempo y del nuestro. Un monumento que cabe poner al lado de las aportaciones mayores de D¨¢maso Alonso en sus estudios sobre G¨®ngora, por m¨¢s que las perspectivas y m¨¦todos resulten bien diferentes.
Pero si el libro sobre sor Juana es imprescindible, m¨¢s all¨¢ de su a veces pol¨¦mico mexicanismo valorativo, existen otros textos cr¨ªticos de Paz mucho m¨¢s breves, pero igualmente enjundiosos, como los recogidos en Cuadrivium. Es el caso del dedicado a Rub¨¦n Dar¨ªo, que aunque toma pie en la honda intuici¨®n de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez en el retrato que traz¨® del poeta en sus Espa?oles de tres mundos, constituye el fundamento de la visi¨®n paner¨®tica, materialista y pagana que hoy tenemos de ¨¦l y ha servido para reinsertarlo en la tradici¨®n l¨ªrica de este fin de siglo. No estaba muy de moda Fernando Pessoa all¨¢ por los a?os sesenta cuando Paz supo indagar de modo esclarecedor en su poli¨¦drico universo, el universo del turbador desconocido de s¨ª mismo, y lo hizo plenamente accesible al mundo de lengua espa?ola. Y del mismo ciclo ensay¨ªstico son las p¨¢ginas dedicadas a Luis Cernuda, que han marcado en bastantes sentidos las grandes l¨ªneas de la cr¨ªtica suscitada por La realidad y el deseo.
Una ¨²ltima apostilla a la prosa de Paz. Es una conquista del idioma. Agil, elegante, vertiginosa de ideaci¨®n y expresi¨®n, su respiraci¨®n es inconfundible, personal¨ªsima, radicalmente original. Formalmente, es el resultado de una magistral simplificaci¨®n de la sintaxis, que se traduce en fulgurantes yuxtaposiciones y en la acelera da velocidad de los enlaces. Atr¨¢s quedan meandros, ramificaciones, derivaciones. El discurso avanza como una proa sobre un mar domesticado. La prosa castellana encuentra as¨ª una m¨²sica hasta ese momento desconocida: se vuelve alada en apariencia sin dejar de estar cargada de sentido. Paz representa en la prosa ensay¨ªstica lo que Borges en la narrativa. Una conquista del idioma, s¨ª, hay que repetir lo: no cabe escribir igual despu¨¦s de ella. Una conquista y una fiesta: Octavio Paz hace realidad el placer del texto del que habl¨® Roland Bart
Babelia
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