Alemania pierde la batalla que plante¨® para endurecer la uni¨®n monetaria
Los Gobiernos de la Uni¨®n Europea (UE) conservar¨¢n un peque?o margen para aplicar discrecionalmente distintas prioridades a sus pol¨ªticas econ¨®micas en la era del euro, siempre que cumplan el imperativo del rigor presupuestario. ?sta es la conclusi¨®n del Ecofin (Consejo de Ministros de Econom¨ªa y Finanzas) celebrado ayer. Espa?a, Francia e Italia lograron recortar las aristas m¨¢s r¨ªgidas del plan Waigel, que pretend¨ªa endurecer la uni¨®n monetaria. Un punto del plan alem¨¢n, revelado en el Ecofin informal el 21 de marzo, acogotaba las pol¨ªticas econ¨®micas nacionales.
El objetivo era asegurarse de que Italia ser¨¢ ortodoxa y calmar as¨ª a la opini¨®n alemana, recelosa de integrar la lira en el euro. Exig¨ªa que los Gobiernos con m¨¢s alto nivel de deuda dedicasen todos los recursos adicionales -generados por un crecimiento mayor del previsto o por una reducci¨®n del d¨¦ficit superior a la programada- a reducir m¨¢s aceleradamente su endeudamiento. Con ello, aunque se cumpliesen los criterios de Maastricht y el Pacto de Estabilidad, no quedaba margen para acentos nacionales en la pol¨ªtica de austeridad com¨²n. Se dificultaba una reducci¨®n de impuestos. O se imped¨ªa dedicar los recursos adicionales a financiar m¨¢s pol¨ªticas contra el paro.
Italia, Francia y Espa?a se opusieron a ello en el Comit¨¦ Monetario del 31 de marzo. Reiteraron anteanoche su oposici¨®n en ese mismo comit¨¦. Y ya el borrador de texto elimin¨® la rigidez del mandamiento, al plasmar s¨®lo un compromiso de que los Gobiernos ?utilizar¨¢n esta posibilidad (los recursos adicionales) para acelerar el camino de la consolidaci¨®n presupuestaria?.
Los ministros se limitaron casi a tomar nota de la suavizaci¨®n y a encargar una nueva redacci¨®n de la declaraci¨®n para la cumbre del 1 de mayo. Dentro de la sala, s¨®lo el espa?ol Rodrigo Rato se atrevi¨® a distanciarse de Waigel, al asegurar que Espa?a ?acepta? el texto, siempre que sea ?de principios?, no vaya m¨¢s all¨¢ del Tratado y no lo contradiga. En plata: que no obligue estrictamente a dedicar todos los recursos adicionales a reducir la deuda.
Luego, en p¨²blico (aunque dentro s¨®lo hab¨ªan hablado Theo Waigel; Rato; el presidente de la Comisi¨®n, Jacques Santer, y el del Comit¨¦ Monetario, Nigel Wicks) todos se apuntaron a la tesis defendida por el espa?ol. ?Cada pa¨ªs podr¨¢ utilizar sus recursos (adicionales) como quiera?, concluy¨® el franc¨¦s Dominique Strauss-Kahn. El portugu¨¦s Antonio Sousa Franco a?adi¨® que ?est¨¢ fuera de lugar endurecer el Pacto de Estabilidad?.
El holand¨¦s Gerrit Zalm, escudero de Waigel, deseaba ?ver reflejado por escrito? este mandamiento en la declaraci¨®n, ?pero para ello se necesita el acuerdo de los Quince?. Reconoc¨ªa as¨ª la derrota de los superortodoxos en ese punto. Tambi¨¦n lo hizo el padre de la criatura, Waigel. Cuando enumer¨® los puntos consensuados, dej¨® caer el relativo a los recursos adicionales y la deuda.
El propio Waigel encaj¨® la inviabilidad de su otra pretensi¨®n m¨¢s pol¨¦mica, que a¨²n figuraba en el ¨²ltimo borrador y molestaba a Espa?a. A saber, que ?la uni¨®n econ¨®mica y monetaria como tal no provocar¨¢ transferencias financieras adicionales?. ?Est¨¢ claro que no las habr¨¢ y que se podr¨ªa volver a escribirlo ?, dijo el alem¨¢n en condicional, evidenciando que no hab¨ªa logrado su prop¨®sito.
?Qu¨¦ hab¨ªa ocurrido? Simplemente, que Rato -con otros apoy¨¢ndole en silencio- hab¨ªa dejado claro su rechazo a todo principio que violase el Tratado de Maastricht. Y ¨¦ste consagra en su art¨ªculo 130-A la posibilidad de transferencias extraordinarias, a decidir por mayor¨ªa en casos de cat¨¢strofes naturales o por unanimidad ante cualquier imprevisto.
Los pa¨ªses latinos recortaron, pues, las u?as m¨¢s puntiagudas al plan Waigel . Un respiro. Pero a cambio el alem¨¢n podr¨¢ presentar ante su opini¨®n una apariencia de m¨¢s rigor en la aplicaci¨®n del Pacto de Estabilidad: adelantar la vigilancia sobre la ejecuci¨®n de los presupuestos de los Quince para 1998; acelerar el examen de los proyectos presupuestarios para 1999; corregir al instante toda desviaci¨®n en las previsiones de este a?o; actuar como si el Pacto ya rigiese; compromiso de esfuerzos ?redoblados? para reducir endeudamiento y transformar la deuda a corto plazo en deuda a largo.
Quiz¨¢ no necesitaba m¨¢s, dada la buena conducta de Roma. El nuevo programa de convergencia italiano ?me ha dejado muy satisfecho, supera todo lo que yo hab¨ªa pensado?, asegur¨® Zalm, el viejo adversario de los mediterr¨¢neos. Y as¨ª, la declaraci¨®n, descafeinada, versar¨¢ no s¨®lo sobre el rigor presupuestario, sino tambi¨¦n sobre las reformas estructurales, la pol¨ªtica de estabilidad y el empleo. ?Un brindis al sol?
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