Hablar de lo que pasa
Veinticuatro horas antes de que los militantes del PSOE voten en las primarias estalla el esc¨¢ndalo. Uno de los candidatos, el favorito de los electores, tiene un pasado gay y cocain¨®mano, que su rival -reci¨¦n librado de unas acusaciones de adulterio y paternidad extraconyugal- ha sabido por azar. ?Lo revela para allanar el camino al triunfo? No hace falta. Al saberse descubierto, el favorito renuncia, consciente de que los medios de comunicaci¨®n acabar¨ªan sacando sus trapos sucios. Nada de esto ocurrir¨¢ en Espa?a entre hoy y ma?ana, pero ustedes podr¨¢n ver pronto esa historia de pol¨ªtica-ficci¨®n en las pantallas, pues tal es el argumento de la pol¨¦mica novela an¨®nima sobre unas elecciones primarias norteamericanas que Mike Nichols ha llevado al cine con John Travolta y Emma Thompson haciendo muy aproximadamente de Bill Clinton y Hillary. La pel¨ªcula, Primary colors, gustar¨¢ m¨¢s o menos, pero no hay duda de que, por en¨¦sima vez, oiremos hablar de la admirable capacidad que todos los pa¨ªses, excepto el nuestro, tienen para hablar desde el arte de la m¨¢s cruda y palpitante actualidad.
Suponiendo que nuestros l¨ªderes carism¨¢ticos incurriesen en vicios tan nefandos, ?podr¨ªa o sabr¨ªa el cine espa?ol utilizar dram¨¢ticamente el conflicto de lo privado y lo p¨²blico, que a¨²n limita de forma capital la esfera de la pol¨ªtica? Hollywood, con todo su historial populachero y acomodaticio, lleva a?os mostrando senadores con doble contabilidad y doble vida, congresistas de falsa reputaci¨®n, presidentes hipersexuados y embaucadores, pero yo me estrujo la memoria y s¨®lo encuentro un precedente espa?ol, El diputado, que Eloy de la Iglesia -un cineasta retirado contra su voluntad que hoy se echa mucho de menos- realiz¨® en 1978 bas¨¢ndose, seg¨²n parece, en los apuros reales de un oculto pol¨ªtico homosexual de la ¨®rbita socialista a¨²n hoy en funciones representativas. Los fantasmas de la censura, el h¨¢bito de la autocensura, la falta de h¨¢bitos cr¨ªticos, danzando en el horizonte.
El modelo hollywoodiense es siempre sospechoso y queda lejos, por lo que nuestras m¨¢s airadas conciencias criticas no lo proponen cuando se quejan del escapismo generalizado del cine (y la novela) nacional. ?Y cu¨¢les son, entonces, los ejemplos a seguir? Ken Loach sigue teniendo status de gran maestro del engagement cinematogr¨¢fico, y a su nombre se a?aden los de Neil Jordan (por Juego de l¨¢grimas), Jim Sheridan, con su reciente The boxer, o pel¨ªculas de ¨¦xito como The full monty o Tocando el viento. El antithatcheriano cine de Gran Breta?a y el clan de los irlandeses comprometidos. La escuela es la peor, y el debate antiqu¨ªsimo, pues ya en los a?os sesenta los cr¨ªticos m¨¢s dogm¨¢ticos trataron de fomentar el free cinema ingl¨¦s, que incluso entonces echaba una terrible peste a naftalina ideol¨®gica, frente al formalismo de la nueva ola francesa.
Ser¨ªa terrible que nuestros cineastas creyeran rendir un servicio al arte de la constataci¨®n ¨¦tica siguiendo el esquematismo rampl¨®n de Lloviendo piedras y Ladybird, Ladybird, la maniquea lectura pol¨ªtica de Tierra y libertad y The boxer, la ?o?a sensibler¨ªa socialera de Tocando el viento, la peque?ez oportunista de una telecomedia rutinaria como The full monty. Sin necesidad de remontarse a los nombres sagrados de Eisenstein, Renoir o Glauber Rocha, hay un posible cine actual que habla con empe?o y rigor, con belleza y complejidad, de lo que nos pasa. Pel¨ªculas europeas, chinas y norteamericanas ajenas tambi¨¦n al patr¨®n de Hollywood, como Lam¨¦rica, La mirada de Ulises, iVivir!, Caro diario (y en general todas las producidas por Nanni Moretti) o Hombres armados, de John Sayles, que se estrena este viernes. En ellas, el genocidio yugoslavo, las rupturas del comunismo, la orfandad que ha dejado en el sujeto el final de los grandes relatos socio-hist¨®ricos, o el trasfondo de las contiendas guerrilleras en Centroam¨¦rica, est¨¢n reflejados con una vigorosa atenci¨®n a la realidad que no hace olvidar al cineasta las igual de reales exigencias de su oficio: las que distinguen el discurso de arte.
Babelia
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