Maravilloso d¨ªa
Me gustar¨ªa contarles el maravilloso d¨ªa que pas¨¦ ayer en el aeropuerto. Un sinf¨ªn de buenos prop¨®sitos que acaban con tu paciencia y minan en algunas ocasiones tu buena educaci¨®n. El d¨ªa 4 de abril me propon¨ªa iniciar mis vacaciones. Mi vuelo sal¨ªa a las 15.20 y yo estaba en el aeropuerto a las 14.00. Despu¨¦s de permanecer en una cola de facturaci¨®n alrededor de cincuenta minutos, viendo que eran las 14.50 y mi hilerano avanzaba, me dirig¨ª al empleado de dicho mostrador y le dije que perd¨ªa el avi¨®n, con lo cual dicho empleado me dirigi¨® al mostrador 534. All¨ª, una se?ora con un rid¨ªculo flequillo solamente me dec¨ªa que esperase, que estaba atendiendo a otros viajeros que se encontraban delante de m¨ª. Cuando lleg¨® mi turno eran exactamente las 15.22, y ?a que no se pueden imaginar lo que me contest¨® la empleada del mostrador 534 de Iberia? Pues que lo sent¨ªa mucho, pero que hab¨ªa perdido mi vuelo, que hac¨ªa much¨ªsimo que se hab¨ªa marchado. S¨ª, claro, porque llevo esperando a que usted me atienda casi media hora. Dicha se?orita, que no quiso decirme su nombre (algo malo har¨ªa que le remord¨ªa la conciencia), me dijo que me dirigiera a las "chaquetas rojas". All¨ª, mal como pudieron, me facilitaron una soluci¨®n y me dieron otro billete para las 20.00 en lista de espera. Prefer¨ª arriesgarme antes que volver a casa con las maletas. Hasta el momento llevaba en el aeropuerto seis horas. Pero tampoco iba a tener suerte esta vez. Me qued¨¦ fuera, pero lo peor no fue para m¨ª, sino para los viajeros que ya hab¨ªan subido al avi¨®n y les hicieron bajar. De nuevo otra se?orita me mand¨® a las chaquetas rojas. All¨ª me confirmaron un vuelo para las 22.20. Cuando fui a mirar por qu¨¦ puerta embarcaba, me llev¨¦ la sorpresa de que el vuelo se retrasaba una hora y que la puerta de embarque estaba justo al otro extremo de donde yo me encontraba. Pero no pasaba nada, pod¨ªa soportarlo todo o casi todo. De qu¨¦ me iba a servir enfadarme o disgustarme. Estoy segura que de nada. Despu¨¦s de recorrer andando casi quince minutos hasta la puerta correspondiente y sentarme, anuncian por megafon¨ªa que la puerta de embarque para mi vuelo ha sufrido un cambio y ?a que no se pueden imaginar d¨®nde era la nueva? Pues s¨ª, lo han averiguado, justamente en la que me encontraba al principio. Cuando por fin me sub¨ª al avi¨®n, nos hicieron esperar unos veinticinco minutos, ya que un pasajero no se hab¨ªa presentado y hab¨ªa que quitar sus maletas del avi¨®n.
Por fin sali¨® el avi¨®n. No les cuento nada acerca del se?or embriagado que llevaba a mi lado porque creo que es suficiente. ?Ah!, y me olvidaba decirles que el avi¨®n que logr¨¦ coger no iba a mi destino inicial, que era A Coru?a, sino que me llev¨® a Santiago de Compostela, desde aqu¨ª hasta A Coru?a era mi problema. Como ven, fue un d¨ªa fant¨¢stico. Pero aqu¨ª no pas¨® nada.- .
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