La oportunidad
LA PLANA mayor del PSOE, con menci¨®n especial para Almunia, pero tambi¨¦n para Borrell, ha dado muestras de sensatez y sentido pol¨ªtico al desplazar la decisi¨®n del primero de dimitir como secretario general del partido a la reuni¨®n del comit¨¦ federal que se ha convocado para el 9 de mayo. Almunia se daba as¨ª tiempo a s¨ª mismo -y se lo conced¨ªa a su partido- para asimilar el vuelco que ha significado la victoria de Borrell en las elecciones primarias, que le han convertido en el candidato socialista a la presidencia de Gobierno. El desarrollo de esas primarias y la gestualidad y escenificaci¨®n de su resultado han sido impecables. Cada uno ha cumplido su papel con generosidad. Ahora empieza lo m¨¢s dif¨ªcil: asimilar las consecuencias de un cambio que ha dado al traste con las previsiones del 34? Congreso del PSOE. La primera cuesti¨®n afecta a todos los ciudadanos, no s¨®lo a los socialistas. ?Con qu¨¦ ideas, con qu¨¦ programa y con qu¨¦ equipo cuenta Borrell para llegar a La Moncloa? Durante las primarias, el candidato a presidente ha manifestado sus intenciones, una valoraci¨®n de la situaci¨®n y, por as¨ª decirlo, un sentido m¨¢s izquierdista de la pol¨ªtica que los dirigentes oficiales del PSOE (la comisi¨®n ejecutiva) que, de forma casi un¨¢nime, apoyaron a Almunia. Comienza el tiempo de que Borrell empiece a concretar qu¨¦ significa ese giro y qu¨¦ consecuencias tendr¨¢ para la vida pol¨ªtica. La mejor oportunidad ser¨¢ sin duda su participaci¨®n estelar en el debate sobre el estado de la naci¨®n, a partir del 12 de mayo, donde se confrontar¨¢ p¨²blicamente por primera vez con Aznar en representaci¨®n de los socialistas. Almunia confirm¨® ayer que hab¨ªa pedido a Borrell que fuese ¨¦l quien lo hiciese. No es veros¨ªmil que en esa comparecencia Borrell cambie las posiciones que los socialistas han mantenido hasta ahora, pero s¨ª servir¨¢ para observar la diferencia en los tonos y la capacidad dial¨¦ctica de encaje con Aznar. A la vista del sondeo que hoy publicamos, el debate va a ser apasionante.
En segundo lugar habr¨¢ que comprobar si el PSOE, sus dirigentes y militantes han asimilado -en la realidad del d¨ªa a d¨ªa- el resultado de las primarias, que significa un cambio del modelo de partido en el que, previsiblemente, el secretario general ser¨¢ una persona distinta a la del candidato a presidente. ?ste es un modelo extra?o a la pr¨¢ctica pol¨ªtica del PSOE, pero no es inhabitual en los partidos socialistas europeos: se da en Alemania, Italia o Francia, y su funcionamiento ha sido, en general, satisfactorio.
Las deducciones pol¨ªticas a las que se llegue en el seno del PSOE ser¨¢n muy relevantes para el conjunto de sus votantes actuales y futuros. Las que haga Almunia ser¨¢n tan leg¨ªtimas si decide dimitir atendiendo a lo que le pide su coherencia personal (que expres¨® al principio de la campa?a) como si opta por atender a las demandas generalizadas de sus compa?eros de partido, incluido Borrell. Porque el radical cambio en la situaci¨®n del PSOE no puede explicarse en t¨¦rminos de rechazo de la figura de Almunia y, de rebote, de la de Felipe Gonz¨¢lez (como de modo tan interesado y miope han puesto de relieve los medios m¨¢s al¨¦rgicos al socialismo). Puestos a elegir, los socialistas seguramente han se?alado con el dedo a quien con m¨¢s radicalidad entienden que puede enfrentarse a sus adversarios pol¨ªticos -el PP-, que han convertido el ejercicio de gobierno en un ataque sistem¨¢tico e hiriente a lo que ellos representan.
No es ¨¦sta la ¨²nica explicaci¨®n del terremoto del viernes pasado. Hay que recordar que en toda Europa se manifiesta un viraje hacia posiciones de mayor sensibilidad hacia lo social (como las que ha simbolizado Borrell), en detrimento de las formaciones y los l¨ªderes que han hecho del rigor econ¨®mico -incluso dentro de la socialdemocracia- su raz¨®n principal de ser. Este giro es la respuesta a varios lustros de discurso conservador. Los socialistas parecen haber percibido que Borrell puede enfrentarse con m¨¢s firmeza ideol¨®gica a las posiciones del PP, aglutinando las ideas de izquierdas ahora dispersas. Borrell tendr¨¢ que demostrar que es capaz de asimilar ese giro sin desde?ar las lecciones de la historia: que una econom¨ªa insana es siempre m¨¢s injusta.
El futuro del PSOE tiene una cita importante el d¨ªa 9: el comit¨¦ federal en el que se sabr¨¢ si Almunia contin¨²a al frente del partido. Existe la coincidencia universal, a la luz de las declaraciones, de que los socialistas desean evitar la convocatoria de un congreso extraordinario (para lo cual Almunia tiene que seguir). Pero a nadie se le oculta que, para evitarlo, los organismos representativos del PSOE tienen que entender lo que ha sucedido y que ahora deben trabajar tambi¨¦n con Borrell; y que ¨¦ste, al margen de la emotividad de su victoria, ha de ser generoso y trabajar con el aparato que fue elegido para dirigir el partido. Las se?ales sobre si pesan m¨¢s las contradicciones o los acuerdos van a ser expl¨ªcitas: el papel del secretario general al elaborar el programa o la elecci¨®n de portavoz del grupo parlamentario y la perspectiva de un t¨¢ndem electoral entre Borrell y Almunia, que ahora deber¨¢ tener el sentido inverso que hasta el viernes se invocaba. Se trata de despejar si prima el entendimiento o la desconfianza entre el candidato a la presidencia y la comisi¨®n ejecutiva. Lo primero significar¨ªa que los abrazos y los discursos de estos d¨ªas han sido sinceros; lo segundo, que las primarias han dejado un poso de ruptura casi suicida. De ser as¨ª, es seguro que perjudicar¨ªa al PSOE, pero tambi¨¦n har¨ªa casi imposible su trasposici¨®n a otros partidos.
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