?Y t¨² qu¨¦ lees?
DE PASADAEl pelot¨®n de c¨¢maras y grabadoras ha obligado al poeta a leer las palabras que celebran el libro d¨¢ndole la espalda a los j¨®venes que han llevado a escucharle. Poeta: Pablo Garc¨ªa Baena. Sobrelleva dirigir el Centro Andaluz de las Letras por amor a los libros. M¨¢laga, mi¨¦rcoles, mediod¨ªa, biblioteca. Solemnes est¨¢n Mar¨ªa Victoria Atencia, poetisa, Jos¨¦ Salinero, Antonio Mart¨ªn O?ate y Mar¨ªa Luisa Tor¨¢n, bibliotecarios, Pepe Mart¨ªn, librero y gerente del CAL, Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz Povedano, profesor de historia y pol¨ªtico del PSOE, periodistas con prisa y 30 alumnos de 4? de ESO del Instituto de Portada Alta de M¨¢laga. Han ido todos a escuchar al viejo poeta. El pelot¨®n de la prensa obliga, pregunta y se marcha veloz. El viejo poeta ha hablado de aficionar al libro desde ni?os, en las familias y las escuelas. Los fot¨®grafos piden al poeta que firme unos libros que regala la Junta. Los chavales no conocen a Pablo, pero les gustan los aut¨®grafos. Chicos con piercing, rapados o lolitas de risa c¨®mplice piden su firma. Pablo nunca hab¨ªa firmado tantos aut¨®grafos. Los maestros, ya sin periodistas, animan a los j¨®venes a preguntar a su ¨ªdolo circunstancial. Los chicos ponen cara de examen. Una: ?cu¨¢l es el mejor poeta andaluz? Baena: Don Luis de G¨®ngora y Argote, dice, y explica su renovaci¨®n del lenguaje. Otra: ?qu¨¦ le¨ªa usted cuando era joven? El poeta: A Donne y los metaf¨ªsicos ingleses, los Autos sacramentales de Calder¨®n, a G¨®ngora... Un periodista rezagado interviene y pregunta a los chavales. Se animan. Una lee un libro de J. J. Ben¨ªtez. Le encanta. Otra ha le¨ªdo Titanic despu¨¦s de ver la pel¨ªcula. Muchas a B¨¦cquer. Otro dej¨® un libro porque le "gusta" partirse "el culo de risa y era un rollo". Ya hablan todos. "No tenemos tiempo de leer". "?sta lee el Superpop". Risotadas. Acaba la sesi¨®n y se lanzan a por el periodista. Un zangolotino le para: "no vaya usted a generalizar. No leemos tan poco. Pero nadie va a decir que son lectura los libros que te obligan a leer en clase. Los chicos tambi¨¦n leemos poes¨ªa, pero no lo reconocemos porque otros nos dicen que eso es una mariconada...". Ya en la calle, poeta, bibliotecarios, gerente y periodista deciden tomarse una cerveza. Tal vez no estemos acertando con los j¨®venes, se dice. Tal vez la culpa sea del sistema de ense?anza. Tal vez no importa tanto si es Donne o el Superpop lo que se lee... Luc¨ªa un sol tan rotundo que no daban ganas de encerrarse en casa a leer libros. H?CTOR M?RQUEZ
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