Un terremoto pol¨ªtico
Salvo una sucinta encuesta de La Vanguardia, nadie apostaba por el candidato Borrell, y ¨¦sa ha sido quiz¨¢ su mejor arma: jugar, en solitario y sin apoyos, contra toda expectativa. Pues su gran triunfo (m¨¢s de 10 puntos de diferencia, mayor¨ªa en 14 de las 17 comunidades y un inmenso impacto emocional) reposa en la sorpresa. Lo inesperado resulta siempre de una poderosa expectativa que se frustra. ?Se habr¨ªa votado a Borrell con tanta ilusi¨®n si no se hubiera esperado, pesadamente, casi como un destino, la victoria de Almunia? Y, sin embargo, deber¨ªamos haber advertido que todo estaba escrito en alg¨²n lugar. Al igual que Mois¨¦s o Juan Bautista, el anunciador no llega a ver la tierra prometida; al igual que Saturno, tambi¨¦n la renovaci¨®n devora a sus hijos, y, por supuesto, David triunfa siempre sobre Goliat, que reposa seguro de su mayor fuerza. Pues desde el instante en que Borrell present¨® su candidatura la bandera de la renovaci¨®n del PSOE cambi¨® de manos y, as¨ª, cuanto m¨¢s apoyaban los notables a Almunia, m¨¢s piedras llevaba ¨¦ste en sus bolsillos.
Es la paradoja inherente a los procesos de democratizaci¨®n, que s¨®lo es cre¨ªble cuando el democratizador es expulsado del poder por la oposici¨®n. La renovaci¨®n s¨®lo se consuma cuando se libera de los renovadores. Si alguien se preguntaba qu¨¦ sentido tienen unas primarias, ahora ha quedado aclarado: ¨¦ste. Y Borrell entra as¨ª en la pol¨ªtica como un verdadero terremoto que trastoca todos los entendimientos y renueva radicalmente su din¨¢mica. Hacia adentro, y por lo que hace al socialismo espa?ol, cierra la renovaci¨®n que se abri¨® en el 34? congreso, sustituyendo el juego de los barones territoriales coligados por la de la democracia interna; el mensaje claro de estas primarias es que el aparato, o quiz¨¢ mejor los appar¨¢tchik, no contaban con el apoyo de las bases. Los partidos quieren ganar elecciones; para eso son y est¨¢n. Y aun cuando Almunia es quiz¨¢ m¨¢s hombre de Estado, Borrell es, sin duda, mejor candidato. El partido -?pod¨ªa ser de otro modo?- ha pasado p¨¢gina y ha apostado por el futuro, por su futuro.
A este poderoso impulso de democratizaci¨®n interna debe a?adirse el impulso de democratizaci¨®n externa. De una parte, porque la experiencia se vuelve un bumer¨¢n sobre los restantes partidos: ?qu¨¦ ocurrir¨ªa en el PP si se hicieran primarias? Pero sobre todo porque el PSOE estaba duramente atrapado por su pasado, la sombra de Gonz¨¢lez es demasiado alargada y el PP se mov¨ªa con irresponsable agresividad y sin casi oposici¨®n. La encuesta de urgencia de Demoscopia muestra que tambi¨¦n esto comienza a cambiar. La sorpresa genera ilusi¨®n y, arrastrados por esa ilusi¨®n, los electores le dan ya a Borrell otros 10 puntos de ventaja sobre Aznar. Es la misma ilusi¨®n que se vuelve hacia fuera. Pues el corto triunfo del PP reposaba m¨¢s sobre dem¨¦ritos ajenos que sobre m¨¦ritos propios, de modo que ha bastado la emergencia de un nuevo socialismo sin hipotecas para que sus expectativas electorales se deterioren. La renovaci¨®n de la renovaci¨®n es el fin de la crisis del PSOE -no su comienzo- y el punto de partida para alcanzar La Moncloa.
Finalmente, debe destacarse que el nuevo liderazgo que representa Borrell, paralelo al de Jospin o Blair, reposa sobre un nuevo pacto fundacional: Suresnes era la alianza de Sevilla, Madrid y Vizcaya; en el nuevo pacto el peso de Catalu?a es determinante, reproduciendo hacia adentro la realidad pol¨ªtica de Espa?a. Pues que un catal¨¢n que habla catal¨¢n (no s¨®lo en la intimidad, sino incluso en p¨²blico), pero no ejerce, se perfile como candidato cre¨ªble al Gobierno de la naci¨®n es un torpedo en la l¨ªnea de flotaci¨®n del pacto PP-CiU. Atentos, pues, a las pr¨®ximas elecciones catalanas, pues un t¨¢ndem Maragall-Borrell puede contribuir a renovar uno de los m¨¢s serios problemas de Espa?a: el lugar de Catalu?a en el proyecto espa?ol puede ser m¨¢s bien el lugar de Espa?a en el proyecto catal¨¢n. Y no hay malicia en esta frase. Queda para la historia el ejemplo de Joaqu¨ªn Almunia, verdadero art¨ªfice de la renovaci¨®n, que ha dado una lecci¨®n de sencilla honestidad y dignidad personal, justo lo que el socialismo espa?ol necesitaba. Su continuidad como secretario general deber¨ªa quedar garantizada.
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