?La vega est¨¢ muerta?

Juan S¨¢nchez estaba ayer al cuidado de las cabras de su hermano. El ganadero ense?a uno de sus once perros que se empap¨® con el agua negra de la riada de minerales, como le ha pasado tambi¨¦n al perro de Luis Delgado G¨®mez. ?Lo ba?¨¦, pero el pelo se le ha quedado como te?ido. No se quita?, dice S¨¢nchez. Los peque?os agricultores de Aznalc¨¢zar se lamentan de que la desgracia que ha bajado de la mina y ha asolado la vega haya afectado en mayor medida a los que menos tienen. ?Las fincas grandes no han salido muy afectadas. Como ellos tienen dinero han hecho muros de contenci¨®n porque el r¨ªo se desborda cada a?o?.

Juan Villar, el encargado de una de las grandes fincas de frutales, coge el todoterreno y va bordeando el melocotonar. En un momento se detiene para mostrar que las aguas t¨®xicas no han afectado a los ¨¢rboles. ?Hay casi dos metros de separaci¨®n, la fruta no est¨¢ afectada y adem¨¢s el agua de nuestros canales viene de otro sitio?, explica Villar. Despu¨¦s de la tormenta llega la calma y para los grandes propietarios la prudencia es la clave para salvar la cosecha en un momento en que todo el mundo habla de filtraciones.

?se es el verdadero peligro, un futuro contaminado. Joaqu¨ªn Andr¨¦s Alario no tiene las tierras anegadas pero no deja de pensar en los cinco a?os que ha pasado criando los naranjos y los girasoles que ahora est¨¢n pendientes de los an¨¢lisis qu¨ªmicos que llegar¨¢n de Sevilla: ?Los pozos est¨¢n contaminados porque el plomo y el mercurio son radiactividad. Esto es una bomba de relojer¨ªa. La tierra est¨¢ perdida y el que no la ha perdido de golpe la perder¨¢ poco a poco porque no se puede regar de los pozos?.

?Nos vamos a unir todos para presentar una denuncia formal y levantar acta notarial con las pruebas?, explica Jer¨®nimo Herrera. Herrera lo ha perdido pr¨¢cticamente todo: y todo eran sus 40 hect¨¢reas de girasol, trigo, ma¨ªz y algod¨®n. Como a los dem¨¢s afectados, ya le han asegurado que la cosecha del a?o se la indemnizar¨¢n. Eso les tranquiliza por ahora, pero el futuro sigue angustiando a todos los afectados por el vertido.

Mientras tanto, el hijo de Antonio D¨ªaz se lamenta de que hoy son negros los girasoles de su padre que ayer pintaban el campo de verde.