Moderno, moderno

No hay vuelta atr¨¢s posible. El teatro de La Zarzuela ha decidido modernizar la zarzuela, viendo que el tratamiento como comedia musical experimentado hasta ahora era insuficiente. Calixto Bieito sabe muy bien c¨®mo llevar los entresijos del teatro a la zarzuela. Es algo que se nota en el ritmo que impone al movimiento. En su impresionante trabajo -mucho m¨¢s afortunado que sus Shakespeare- hay un inmenso respeto a la partitura, pero tambi¨¦n se produce alg¨²n desasosiego respecto al esp¨ªritu luminoso de Barbieri, especialmente cuando sobrevuelan otros barberos por la escena, algunos diab¨®licos de la comedia musical y otros tan dram¨¢ticos como el de Wozzeck, sugeridos por el tratamiento que da a veces a la pareja de Lamparilla y Paloma, con sill¨®n de barbero y conflictos existenciales en primer plano.Ello no invalida la magnitud de fondo del planteamiento, pero lo hace algo distante en el clima de nocturnidad, nieve y algo de tristeza con que presenta el Madrid de Lavapi¨¦s, impregnado de un sentido del humor intelectualizado, ¨²nicamente solventado por la perceptible ternura que siente hacia la historia y sus habitantes.

Por la orquesta de la Comunidad de Madrid nadie daba un duro hace unos meses. Miguel Roa la salpica de estilo y vitalidad. Menci¨®n aparte merece el coro, en su actuaci¨®n m¨¢s feliz -como actores y cantantes- que yo recuerde. Beatriz Lanza y Jes¨²s Castej¨®n est¨¢n radiantes en los personajes protagonistas. Da gusto volver a ver a Carmen Gonz¨¢lez y se mueven con soltura F. Maestre y C. Carmona- Habichuela.