Revuelta en Maravillas
La lucha contra los franceses queda muy lejos como para encrespar los animos de nadie, pero las botellas rotas, los pl¨¢sticos y dem¨¢s suciedad que alfombran el barrio de Maravillas cada fin de semana se bastan y sobran para encrespar los ¨¢nimos de los vecinos. Los habitantes de este barrio, tambi¨¦n conocido como Malasa?a, han aprovechado las fiestas del Dos de Mayo para protestar, con pancartas en sus balcones, por el vertedero en que se convierten sus calles despu¨¦s de que un ej¨¦rcito de j¨®venes las invadan las noches de viernes y s¨¢bado. Los carteles muestran quejas como: "Los ni?os jugamos entre cacas y cristales" o "Domingos, limpieza a primera hora de la ma?ana".La situaci¨®n presente desplaz¨® ayer a la del pasado y, en la verbena del Dos de Mayo, la batalla contra los franceses qued¨® en un segundo plano. La lluvia oblig¨® a concluir antes de lo previsto los juegos para ni?os.
Una mujer sintetiz¨® el sentir de los vecinos: "Hemos aprovechado que hoy [por ayer] esta plaza se convierte en el centro de atenci¨®n de todo Madrid para colgar en los balcones nuestras protestas y reivindicaciones. A ver si el alcalde se da por aludido y hace algo para que en nuestro barrio se pueda hacer una vida normal, como en el resto de la ciudad", protest¨®.
Adem¨¢s de lugar de protesta, la plaza del Dos de Mayo se convirti¨® en una gran sala de juegos a lo largo de toda la tarde. Hubo un pasacalles, una verbena, se regalaron un millar de claveles, se bailaron chotis, cupl¨¦s y la fiesta finaliz¨® con una verbena amenizada con orquesta.
Animador de 92 a?os
Medio centenar de voluntarios, entre ellos uno de 92 a?os, reclutados de los centros de la tercera edad del distrito centro, se volcaron en entretener a todo el que se prestaba a participar en los juegos. As¨ª, Lola Men¨¦ndez, de 76 a?os, y Julia Mart¨ªn, de 67, se encargaron de todos los preparativos del chocobizcocho, un juego que consiste en que dos personas con los ojos vendados tienen que darse de comer mutuamente un bizcocho untado en chocolate. Los participantes acabaron pringados desde los pies hasta la cabeza.Un grupo de scouts venido de M¨®stoles se apunt¨® a la fiesta y se encarg¨® de divertir a los m¨¢s peque?os. Les pintaban las caras y les animaban a bailar y jugar.
La nota emotiva la puso con su preg¨®n el periodista radiof¨®nico Jos¨¦ Mar¨ªa Alfageme, vecino de Maravillas. Sus padres, "un pintor de brocha gorda y una costurera", a¨²n viven en "la misma corrala que antes, aunque rehabilitada", se?al¨®.
"Estas fiestas sirven para recordar c¨®mo era el barrio en esos a?os [el final de la d¨¦cada de los cincuenta y el principio de los sesenta], cuando el pescadero gritaba que sus pescados eran tan frescos que hablaba con ellos por las ma?anas, o cuando mi madre me mandaba al ultramarinos de Pepe, con la lista de la compra y Pepe me fiaba lo que compraba. Al final de mes mi madre pasaba por all¨ª y le preguntaba que cu¨¢nto le deb¨ªa para pag¨¢rselo", record¨®.
La portavoz de una de las asociaciones vecinales del barrio, Mar¨ªa Garc¨ªa, de 66 a?os y vecina de la calle del Dos de Mayo desde que ten¨ªa s¨®lo 12 a?os, regal¨® a los transe¨²ntes un millar de claveles en nombre de la junta de distrito. "Dan alegr¨ªa al barrio", se?al¨®. Iba vestida de chulapa, porque est¨¢ de "buen ver", seg¨²n se autopirope¨®.
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