Por los caminos del contrabando
Le llaman Xareta. En sus mapas figuran las villas de Urdazubi-Urdax y Zugarramurdi (navarras), y la de Sara (bajonavarra). Anta?o fue territorio de brujas, conspiradores, indianos, contrabandistas y carabineros. Hoy es el rinc¨®n perdido del andar¨ªn: un para¨ªso para senderistas y excursionistas. Sobre el mapa, una l¨ªnea de unos 30 kil¨®metros traza la divisoria entre territorio espa?ol y franc¨¦s, pero sobre el terreno la frontera es difusa. Durante siglos la frontera y el contrabando unieron a los naturales de uno y otro lado, a menudo en santo matrimonio y de vez en cuando -seg¨²n la leyenda- en no tan santos akelarres. Hoy, cuando el abandonado puesto fronterizo de Dantzarinea (barrio de Urdazubi-Urdax) es un vestigio del ayer, el nexo de uni¨®n sigue siendo el comercio y los caminos abiertos: el sendero del descubrimiento, el camino de las brujas, el itinerario del akelarre, las rutas de los contrabandistas. Una carta de Felipe II, que hacia 1594 hablaba de los naturales de Urdax y Zugarramurdi como "franceses que son o emparentados con franceses", demuestra lo confusa que ha sido siempre la divisoria fronteriza en el pa¨ªs de Xareta, lindante con el del Bidasoa. Las tropas francesas de la Convenci¨®n tuvieron una visi¨®n m¨¢s clara del mapa y en 1793 entraron a sangre y fuego en los territorios de este lado, sin dejar piedra sobre piedra ni casa sin saquear. El monasterio de San Salvador de Urdax, que se erig¨ªa all¨ª desde la Edad Media, fue destruido por completo, as¨ª como las localidades de Urdax y Zugarramurdi, y el fuego arras¨® grandes extensiones de robledales. El actual paisaje de Xareta es heredero del incendio y de las abundantes talas llevadas a cabo por las ferrer¨ªas de la zona. Poco queda a este lado de la frontera de su primitiva cubierta forestal, aunque la alta humedad del clima (benigno gracias a la proximidad atl¨¢ntica), los helechales y landas de brezos, las manchas salteadas de fresnos, casta?os y avellanos, dan apariencia de frondosidad a unos prados, cercados como en el Bazt¨¢n con losas de piedra rojiza, donde pastan vacas pardo-alpinas, ovejas latxas y caballos pirenaicos. Este paisaje fue elegido en 1983 por el cineasta Stephen Frears como escenario de su pel¨ªcula The hit (La venganza). Pero lo que da su car¨¢cter al territorio que queda delimitado entre Bidasoa y Bazt¨¢n, entre Ainhoa y Askain, son las formaciones subterr¨¢neas del terreno que dieron origen a sus cuevas prehist¨®ricas. A las afueras de Urdazubi-Urdax, en el barrio de Leolaz, se encuentra el cimiento prehist¨®rico de mayor importancia en Navarra. La gruta tiene una entrada angosta, pero la planta interior presenta una estructura amplia, con diversas ramificaciones, un riachuelo y algunas estalactitas. Desde las cuevas de Urdax se puede seguir el sendero de los descubrimientos, que en una media hora, a pie, lleva a Zugarramurdi. La principal atracci¨®n del "pueblo de las brujas" es la Sorginen leze, la cueva cuya galer¨ªa principal tiene 120 metros con una altura de entre 10 y 12. El interior est¨¢ recorrido por el arroyo Arotzarena, tambi¨¦n conocido como Irfernuko erreka. En la parte superior de la galer¨ªa principal se encuentran dos cuevas laterales y una de ellas recibe el nombre de Cueva del Akelarre. La leyenda sobre las brujas de Zugarramurdi creci¨® a ra¨ªz del auto de fe habido en Logro?o en el a?o 1610. Lo cierto es que 12 personas del lugar fueron condenadas a la hoguera, de las que siete fueron quemadas vivas -"relajadas en persona"- y el resto "en efigie", ya que hab¨ªan muerto o desaparecido antes de la sentencia. La triste verdad de la brujer¨ªa es mucho m¨¢s prosaica que las leyendas sobre bacanales y traves¨ªas a¨¦reas en el palo de una escoba: muy a menudo, la acusaci¨®n de brujer¨ªa ante el Santo Oficio era la forma de resolver rencores, envidias, malquerencias, rencillas vecinales y dem¨¢s cuentas pendientes. En la ¨¦poca anterior al proceso de Logro?o, 300 personas fueron delatas en la comarca de Zugarramurdi por ejercer supuestos maleficios. Con frecuencia eran los mismos cl¨¦rigos quienes tomaban la defensa de los encausados y en ocasiones, de comprobarse la voluntad de calumniar, los acusadores pasaban a ser acusados. Adem¨¢s de la mala fe, la incuria tambi¨¦n tuvo que ver mucho con la proliferaci¨®n de brujas y endemoniados, pues como tales sol¨ªan ser juzgados quienes padec¨ªan una tara f¨ªsica o mental. El recinto de las cuevas de Zugarramurdi ofrece en la actualidad varios parajes pr¨®ximos para el paseo y el sosiego, de entre los que destaca el mirador enclavado en un bosque de pl¨¢tanos, sobre la cubierta vegetal de la galer¨ªa, desde el que se avista el paisaje circundante de la zona y varias cumbres de los alrededores. Con la llegada del verano y durante las fiestas de agosto, en la galer¨ªa principal tienen lugar las zikiro jatek, populares celebraciones gastron¨®micas en las que decenas de reses empaladas son asadas a la brasa y acompa?adas de postres t¨ªpicos como la gaztanbera o el queso de oveja. Parque tem¨¢tico A la salida misma de las cuevas est¨¢ el viejo camino de Zugarramurdi a Sara, que en otra media hora lleva hasta las grutas de la villa francesa. En sus galer¨ªas, aparte de ser admitidos los perros (previo pago del mismo importe que los ni?os -en las cuevas de Urdazubi no se admiten canes-), se observa una voluntad, aunque modesta, de parque tem¨¢tico prehist¨®rico. A ello contribuyen las visitas guiadas, las luces, el sonido, las im¨¢genes y el museo que guarda el cr¨¢neo de oso cavernario hallado en la gruta por el antrop¨®logo Jos¨¦ Miguel de Bariandaran y una txapela del autor del hallazgo. Sara, con sus casas encaladas de tejados a cuatro aguas y celos¨ªas siempre reci¨¦n pintadas, fue para el escritor Pierre Loti el prototipo del pueblecito vasco. En Urdax y Zugarramurdi, los edificios muestran la solidez desnuda de las casonas baztanesas; en Sara y Ainhoa, el encanto -el maquillaje- que sedujo a Loti. En uno y otro caso, a uno y otro lado de la frontera, encontramos espl¨¦ndidos exponentes de arquitectura popular de los siglos XVII y XVIII. Sara ostenta orgullosa el t¨ªtulo de Capital del contrabando. A nueve kil¨®metros de la villa, en el Col de St. Ignace -direcci¨®n a Askain-, se toma Le petit train de la Rhune, el trenecillo de cremallera (adultos 40 francos, ni?os y perros 30) que en media hora gana la cumbre del Larrun (901 metros). Desde all¨ª la panor¨¢mica sobre los parajes, caminos y rutas de los antiguos contrabandistas es insuperable.
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