Se?ores pasajeros, mercanc¨ªa...
VIAJAR POR ALTO. Corre mejor suerte la primog¨¦nita de Aznar en sus viajes que el espa?ol que llega al aeropuerto de Barajas y le anuncian los sufridos funcionarios, encogi¨¦ndose de hombros, que su vuelo sufre un inconcreto retraso. Ignora el pasajero en su impotencia qu¨¦ ser¨¢ de ¨¦l, si llegar¨¢ a la cita concertada. Salir de Madrid o volver a su aeropuerto es someterse a incertidumbre, no saber nunca si puedes disponer de un tiempo, el tuyo, cuyo valor ha decidido no respetar el ministro Arias Salgado, bajo cuya ¨¦gida Barajas es un caos: tr¨¢fico a¨¦reo sin m¨¢s explicaci¨®n o reparaci¨®n de pistas sin anuncio previo. Si eres peninsular llevas el castigo en tu elecci¨®n: cualquier otro medio de transporte resulta m¨¢s seguro para el cumplimiento de tu agenda. Si eres un espa?ol de islas, carga con tu cruz de serlo, no van a dar prioridad a tu incapacidad de vuelo.AVENTURA INFANTIL. Hubo un tiempo en que hab¨ªa quejas de que el escritor espa?ol no era dado a las memorias. No se puede decir lo mismo ahora y los anaqueles de las librer¨ªas est¨¢n llenos de recuerdos de vidas contadas con pormenor, ya sea a media pensi¨®n o a pensi¨®n completa, vestidos o desnudos. Muy recomendables son las de infancia y juventud de Manolo Millares (IVAM Documentos) con excelente pr¨®logo y notas de Juan Manuel Bonet. Pero yo mismo, al hablar de mi ciudad, una vez llegu¨¦ a ella (Santa Cruz de Tenerife, que hoy celebra su fiesta) recurr¨ª a mi infancia. Son cosas de familia y poco importan. Record¨¦ que por estos d¨ªas llegaban los gui?oles y para aquellos ni?os sin televisi¨®n eran una verdadera embajada de la imaginaci¨®n y la fantas¨ªa. Francisco Nieva suele recordar los mu?ecos con vida de Valdepe?as como un impulso decisivo para su imaginaci¨®n teatral. Es posible que Gorgorito, aquel h¨¦roe con estaca que persegu¨ªa al mal, encarnado en brujas y dragones, animado por el reclamo de nuestros gritos -aut¨¦ntico teatro de participaci¨®n- nos llevara a los libros, a los sue?os, a elegir la aventura de inventar y vivir los otros escenarios que nos salvan la vida. Todos los ni?os hemos viajado sin saberlo.
TURISTAS Y VIAJEROS. Con mejor suerte al regreso que a la ida, sale el avi¨®n puntual de Tenerife, camino de Sevilla, con canarias vestidas de faralaes, como si se dispusieran a aterrizar en la Feria sin m¨¢s. Hab¨ªamos hablado en una cena de turistas y de viajeros, y Miguel Zerolo, que fue responsable del turismo en Canarias, comentaba c¨®mo hay visitantes de las islas que llegan a sus hoteles y a sus playas y, despu¨¦s de quince d¨ªas, regresan a sus casas de Alemania sin haber conocido otra naturaleza isle?a que la de los camareros. Nada que tenga que ver con ese viajero de aguda observaci¨®n que se llama Julio Llamazares ( Tras-Os-Montes, Alfaguara) y que ?entrando y saliendo de la vida? refleja la idea del viajero antiguo: el viaje como un modo de conocimiento y de emoci¨®n.
DESDE ARRIBA. Entras a la Pen¨ªnsula sobre las playas de Huelva y reconoces desde la altura el espacio m¨ªtico de Do?ana al tiempo que una imagen de lodo de la cat¨¢strofe te muestra los enormes ojos de la muerte en los grandes peces abarrancados en la negrura. Es tan triste la desgracia que cuesta atender a la mezquina actitud de los pol¨ªticos. Marifoto, Isabel Tocino, la salvadora, corri¨® al lugar de la desgracia para ser protagonista del apocalipsis. Una vez all¨ª, este peligro mediambiental del Gobierno lanz¨® el dardo de la iron¨ªa sin despeinarse y con desaf¨ªo: ?Echo de menos la ayuda de los ecologistas?, dijo. Mete la pata hasta en el lodo contaminado y despu¨¦s, incorrupta, asciende a los cielos. No gloriosa, desentendida, con faralaes.
EN LAS MARISMAS. Un atardecer en El Rompido, que tanto cautivara a Garc¨ªa M¨¢rquez, cerca de las tranquilas marismas de Huelva, con Ana Mar¨ªa Moix, Mercedes Monmany, Rafael P¨¦rez Estrada y Juan Cobos Wilkins, recupera a uno del trauma que provoca la certeza de que la irresponsabilidad pol¨ªtica se carga la naturaleza y aprovecha adem¨¢s las cat¨¢strofes para echarse el barro contaminado a la cara unos a otros. A nosotros nos sirvi¨® la visi¨®n placentera para atender al reclamo de silencio que cualquier viajero sensible ha de percibir. Al final, elegimos un libro, No se trata de un juego, del casi an¨®nimo Eduardo Garc¨ªa. ?l se llev¨® el Premio Juan Ram¨®n Jim¨¦nez. Yo, mirando a los p¨¢jaros, record¨¦ sus versos: ?Absortos en el vuelo no viajan, / ni tienen m¨¢s porqu¨¦ que su tarea / in¨²til, laboriosa, infatigable?. Qu¨¦ suerte.
P. D. Si por insolvencia se entiende la incapacidad de pagar una deuda, ?a qu¨¦ deuda de Borrell se refiere el que no porta voz sino que ladra? Y si insolvente es el adjetivo que define al que no tiene con qu¨¦ pagar, ?d¨®nde hall¨® la instituci¨®n tabernaria la palabra exacta para, desde el p¨²lpito que le pagamos todos, describir la carencia del nuevo l¨ªder de la oposici¨®n? Oye campanas, no sabe d¨®nde, y se da al repique el ignorante.
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