Pep¨ªn y los "yonquis"
Los toros parec¨ªan yonquis y Pep¨ªn Liria se pele¨® con ellos. A ver qui¨¦n ten¨ªa m¨¢s de lo que hay que tener.Lo ten¨ªa Pep¨ªn Liria, seg¨²n se demostr¨® de manera fehaciente. No porque estuviera a la vista; antes bien, los ¨²nicos que lo mostraban eran los toros, con total desverg¨¹enza, y les colgar¨ªa grandote y bamboleante, pero para lo que les serv¨ªa....
Pep¨ªn Liria, en cambio, pudendo y recio, se pas¨® la tarde fajando con los yonquis y les daba para ir pasando. A uno de ellos le cort¨® una oreja. Al otro no le cort¨® nada, pues el toro-yonqui, al mugido de ?Antes morir que perder la oreja?, se tumb¨® a verlas venir. Los yonquis, menudos son.
Los yonquis, si se empe?an, no hay forma de hacer carrera con ellos. Sali¨® uno en cuarto lugar, y ese debi¨® cogerla de an¨ªs pues devino volatinero. Estaban en lo que llaman solemnemente tercio de varas y se dedicaba a correr por all¨ª pegando tumbos, buscando una farola donde agarrarse. A veces ca¨ªa de hocico, y entonces iba, apoyaba los cuernecillos en la arena y trazaba en el aire una impresionante voltereta.
Torero / Litri, Jesul¨ªn, Liria
Toros de El Torero (3? y 5? sobreros, en sustituci¨®n de sendos inv¨¢lidos), de justa presencia, escaso trap¨ªo, sospechosos de pitones, inv¨¢lidos, descastados y aborregados. Litri: media estocada tendida baja, ruedas insistentes de peones y dos descabellos (palmas); media trasera ladeada (silencio). Jesul¨ªn de Ubrique: pinchazo, estocada ladeada y rueda de peones (silencio); tres pinchazos leves y descabello (protestas). Pep¨ªn Liria: estocada corta ladeada y rueda de peones (oreja); se tumba el toro, lo levanta el puntillero tras numerosos golpes, pinchazo y media (vuelta). Plaza de la Maestranza, 2 de mayo. 15? corrida de feria. Lleno.
Este toro de estilo Domecq -puro artista, por tanto- para el circo, no habr¨ªa tenido precio. Dos espectaculares volteretas dio y aseguraba la afici¨®n que nunca hab¨ªa visto nada igual.
Al toro volatinero y a otro de borreguil condici¨®n Litri los trapace¨® de capa y de muleta con voluntariosa reiteraci¨®n. Es admirable la tenacidad de Litri para resistir las embaucadoras llamadas del arte.
Los toros con pinta de yonquis a Jesul¨ªn de Ubrique no le inspiraban ninguna intervenci¨®n de mediano fundamento. El segundo de su lote fue devuelto al corral para evitar malos ejemplos y contagios, pero el sustituto que llaman sobrero result¨® de peor condici¨®n. Titular y sobrero eran v¨ªctimas del mismo vicio y Jesul¨ªn de Ubrique, que no estaba para redimirlos ni para integrarlos en la vida administrativa, les dio un poco de coba y en cuanto pudo se los quit¨® de en medio.
El tercero lo devolvieron al corral por su manifiesta inutilidad y el que tom¨® su puesto no es que poseyera mayor lucidez ni fortaleza, sino que le sali¨® al paso Pep¨ªn Liria, torero macizo de f¨¦rrea voluntad y arrebatado temperamento.
Con Pep¨ªn Liria no valen las bromas. Y pues se propuso pegarle al crepuscular especimen los derechazos y los naturales, se los peg¨®. Se los peg¨®, valeroso y recrecido, no una sino cuantas veces quiso; con ellos, ce?idos pases de pecho; de propina, un circular citando de espaldas que puso al p¨²blico en pie; y por si hubiera dudas acerca de quien mandaba all¨ª, menude¨® amenazantes desplantes que dejaron al toro hecho una piltrafa. Y, naturalmente, la faena y el estoconazo con que la remat¨® le valeron la oreja.
Al sexto es evidente que Pep¨ªn Liria pretend¨ªa cortarle las dos y para demostrarlo se march¨® a recibirlo a la puerta de chiqueros. La recepci¨®n result¨® tremendamente emotiva: tres largas cambiadas de rodillas tir¨®, capote¨® despu¨¦s a la ver¨®nica y al rematar los lances la Maestranza estaba convertida en un aut¨¦ntico manicomio; el tendido era un delirio.
La impresi¨®n del sobresalto y el murmullo de las emociones no se hab¨ªan apagado cuando, ya en el ¨²ltimo tercio, Pep¨ªn Liria cit¨® de lejos al toro con el prop¨®sito de darle un pase cambiado. Pero el toro manten¨ªa distinta opini¨®n. El toro hab¨ªa decidido que el pase cambiado se lo diera a Rita. No s¨®lo el pase cambiado sino todos los que haya podido inventar la tauromaquia y recopilar el Coss¨ªo.
La situaci¨®n lleg¨® a ser desesperante: Pep¨ªn Liria presentando la muleta, el toro limit¨¢ndose a olerla pues deb¨ªa creer que se trataba de una papelina. Y en estas que se produjeron tres pases por alto. Los tres pases por alto ya no pertenec¨ªan a la tauromaquia concebida e inventariada sino que surg¨ªan de nuevo cuyo; una creaci¨®n exclusiva e irrepetible, inspirada en la religi¨®n mahometana. Dice la leyenda: ?Si el monte no viene a Mahoma, que Mahoma vaya al monte?. Y tal cual procedi¨® Pep¨ªn: acudi¨® y le peg¨® al inm¨®vil toro los tres pases por alto.
Las cosas de los yonquis: al comprobar que su tozuda pasividad no imped¨ªa que le pegaran pases, se tumb¨®. Lo que a partir de ah¨ª no lograban las cuadrillas tir¨¢ndole de los cuernecillos y del rabo lo consigui¨® el puntillero emprendi¨¦ndola a cachetazos. Harto el asendereado toro de que le zurraran el testuz, se levant¨®. Y eso le permiti¨® a Pep¨ªn Liria matarlo seg¨²n mandan los c¨¢nones, que es con estoque y a volapi¨¦. Y lo celebr¨® mucho el p¨²blico. Y dio una triunfal vuelta al ruedo.
?Y ol¨¦!
Babelia
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