Las v¨ªctimas del "caso Do?ana"
La riada t¨®xica afecta directamente a unos 50.000 habitantes de la zona, adem¨¢s de 520 mineros y 500 agricultores
A las tres y veinte de la madrugada del s¨¢bado 25 de abril, la Guardia Civil de Aznalc¨®llar (Sevilla, 5.812 habitantes seg¨²n el ¨²ltimo padr¨®n) recibi¨® la llamada de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Bejarano. El vecino, que vive en la finca El Crisp¨ªn, pr¨®xima a la mina del pueblo, hab¨ªa escuchado un ?ruido imponente?. Era una noche de poca luz, de luna menguante. Y Garc¨ªa Bejarano o¨ªa la corriente del Guadiamar ensancharse como nunca lo hizo y avanzar en direcci¨®n al coraz¨®n del Parque Nacional de Do?ana, unos sesenta kil¨®metros aguas abajo. El color del r¨ªo era de repente negro y apenas se distingu¨ªa en la noche.Cuarenta metros de una presa que mide dos kil¨®metros de frente se hab¨ªan roto dejando escapar una sustancia venenosa que avanzaba en forma de serpiente. ?se fue el comienzo del viaje que emprendieron los cinco millones de metros c¨²bicos de residuos de metales pesados almacenados en la mina de cobre, plomo y zinc. La serpiente engordaba conforme se deslizaba por pastos, olivares, arrozales y melocotonares hasta alcanzar medio kil¨®metro de anchura, que es lo que med¨ªa esa noche el cauce del Guadiamar.
Las autoridades se esforzaron para que no penetrara en el coraz¨®n del parque, y la desviaron hacia la desembocadura del Guadalquivir. Hasta ayer, sus destrozos abarcaban los ocho pueblos de la provincia de Sevilla que van desde Aznalc¨®llar hasta Villafranco, con un total de casi 48.000 habitantes. Mientras tanto, los vecinos de Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz, 56.006 habitantes) o Trebujena (C¨¢diz, 6.915) esperaban angustiados que no avanzase por el Guadalquivir, y se quejaban de que por una mala pol¨ªtica de informaci¨®n, de pol¨ªticos y periodistas, la sociedad creyera que sus langostinos y frutales pudiesen estar intoxicados. Se quejaban tambi¨¦n de que se confundiera Sanl¨²car la Mayor, municipio afectado en Sevilla, con Sanl¨²car de Barrameda, localidad que, de momento, no ha sido alcanzada por los residuos.
En los pueblos de Sevilla, los afectados se preguntaban: ??Cu¨¢ndo se podr¨¢n cultivar nuestras tierras??. Y en los de C¨¢diz: ??Bajar¨¢ la mancha negra m¨¢s kil¨®metros hasta nosotros? Tenemos la seguridad de que los vertidos no nos van a afectar?. Y, tanto en unos como en otros, abundaban las frases de este tipo: ?S¨®lo se habla de patos y peces. Pero ya va siendo hora de que se hable de nuestros hijos y del pan de ellos, ?no??.
Lo que viene a continuaci¨®n es el retrato de una poblaci¨®n asustada por lo que ha pasado y lo que puede pasar. De las v¨ªctimas del caso Do?ana.
MINEROS
Jos¨¦ Ramos Montero, de 41 a?os, casado y con dos hijos, cree, como muchos de sus 520 compa?eros de Mina Caridad m¨¢s los 1.500 empleados indirectos de Aznalc¨®llar, que si la empresa sueca Boliden Apirsa se ve acosada por la Administraci¨®n espa?ola, la mina se cerrar¨¢. El presidente de Boliden, Anders B¨¹low, ya declar¨® el mi¨¦rcoles que siente verg¨¹enza por lo ocurrido y que est¨¢ dispuesto a reemprender la actividad de las minas. ??Pero cu¨¢ndo recibir¨¢ la autorizaci¨®n de las autoridades pol¨ªticas??; ??Qui¨¦n se atrever¨¢ a d¨¢rsela??, se pregunta una fuente cercana a la investigaci¨®n jur¨ªdica del caso.
Mientras llegan al Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 de Sanl¨²car la Mayor las primeras diligencias de un caso que se presume lento y bastante laborioso, en el aire quedan situaciones como la que atraviesa el minero Jos¨¦ Ramos: ?Acabo de comprarme un piso. Yo cobro 170.000 pesetas al mes, tengo que pagar 56.000 de hipoteca durante 15 a?os, tengo un hijo autista que necesita gastos de educaci¨®n especial, m¨¦dicos y psic¨®logos. Y encima tengo que aguantar que me digan en los pueblos cercanos que si nosotros nos vamos a cargar el parque natural, que hay que ver lo que estamos haciendo con los patos. Y adem¨¢s a nuestros hijos les dicen en los colegios de la comarca que ten¨ªan que cerrar la mina y morirnos todos de hambre?.
AGRICULTORES
A unos diez kil¨®metros de Sanl¨²car la Mayor y ocho de Aznalc¨®llar se encuentra la finca El Vicario, en la zona de El Guijo, en donde trabaja, de momento, Juan Pedro Mart¨ªnez, de 45 a?os de edad. ?Qu¨¦date unos d¨ªas por tener esto abierto mientras vienen los inspectores, pero vete pensando en buscar otro trabajo?, le han dicho. Sus otros seis compa?eros est¨¢n despedidos desde el s¨¢bado.Para Juan Pedro Mart¨ªnez, acostumbrado a a?os malos y a?os buenos, lo fundamental no es el pago de las cosechas, comprometido por Boliden: ?El problema no es la cosecha, sino la tierra. ?Qu¨¦ va a pasar con nuestras tierras??.
M¨¢s abajo de los melocotonares de El Vicario, cuyos frutos ya nadie se comer¨¢ salvo alg¨²n que otro p¨¢jaro despistado, pacen las 200 cabras de Diego Leal Salazar, de 27 a?os, y su hermana Inmaculada, de 19. ?Las tengo que tener encerradas porque dicen las autoridades que no pueden comer la yerba ¨¦sta. Y mientras los pol¨ªticos se ponen moraos de langostinos y manzanilla en la Feria de Abril de Sevilla, nosotros aqu¨ª
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teniendo que comprar grano y agua para las cabras. Y menos mal que yo tengo techo para ellas?.
TODO UN PUEBLO
Hace 20 a?os el Guadiamar era la playa de Aznalc¨¢zar. Llegaban trenes cargados de excursionistas desde Sevilla, abundaban los bares y quioscos alrededor del r¨ªo, aprend¨ªan a nadar generaciones enteras y las parejas se sentaban a la sombra.El s¨¢bado a las ocho de la ma?ana el Guadiamar present¨® una tarjeta de visita bien distinta a la de aquellos tiempos: 3.000 hect¨¢reas como 3.000 campos de f¨²tbol llenos de c¨ªtricos, girasoles, algodones y olivos fueron arrasadas. Cientos de jornaleros afectados, tierras que a¨²n no se sabe cu¨¢ndo volver¨¢n a cultivarse, un paisaje lunar de d¨ªa y de noche. Pero ah¨ª no termina la tragedia: existen grandes empresas de fruta que trabajan en las otras 42.000 hect¨¢reas del municipio que no han sido afectadas, pero en la competencia han empezado a decir que sus productos est¨¢n contaminados.
?Est¨¢ pasando con la fresa?, dice el alcalde socialista Jos¨¦ Jurado, ?y tambi¨¦n con las naranjas. Nos est¨¢n poniendo obst¨¢culos en el extranjero porque creen que ya llega envenenado. Y eso pone en peligro muchos jornales. Adem¨¢s, esto est¨¢ perjudicando a un proyecto que ten¨ªamos para crear una marca de calidad con el nombre de Productos Do?ana?.
Lo mismo ha ocurrido en Villafranco del Guadalquivir, a unos treinta Kil¨®metros de Aznalc¨¢zar. La corriente lleg¨® all¨ª al mediod¨ªa con poca fuerza y las autoridades del pueblo pudieron taponar bien los cultivos de un arroz largo t¨ªpico de la zona que puede servirse horas despu¨¦s de cocinado. Muy pocas hect¨¢reas se han visto afectadas, pero las empresas de la zona ya luchan en desigualdad de condiciones respecto a la competencia.
La Junta de Andaluc¨ªa ha expresado su intenci¨®n de paliar de momento los da?os econ¨®micos. Pero hay quien no se f¨ªa. ?Yo lo que temo es que las administraciones nos dejen solos frente a una empresa como Boliden?, se?ala Jos¨¦ Luis C¨¢ceres, agricultor de Aznalc¨¢zar para quien el regalo de su 64? cumplea?os fue la destrucci¨®n de sus cuatro hect¨¢reas. ?Y nosotros con la empresa... es un combate muy desigual. Primero, que nos pague la Administraci¨®n lo que nos pertenezca, y despu¨¦s, que luchen ellos con la empresa?.
LA COMARCA
Pasado el susto del s¨¢bado, vino el desconcierto del domingo. Y del lunes, y del martes, y del mi¨¦rcoles. Ni los pol¨ªticos ni los cient¨ªficos se pon¨ªan de acuerdo sobre la gravedad y el alcance del vertido t¨®xico. ?Esto ha sido como un parte de guerra?, dec¨ªa el alcalde de Sanl¨²car de Barrameda, el socialista Agust¨ªn Cuevas. ?Llegaban constantemente informaciones, y a veces contradictorias?. Pero el jueves todas las autoridades de Sanl¨²car de Barrameda y Trebujena se aliaron con la Junta de Andaluc¨ªa para comer productos de la tierra. All¨ª estaban, ¨¢vidos de focos y c¨¢maras, representantes de los 500 pescadores de la zona, de los 2.000 empresarios, de los cientos de riacheros (pescadores de anguila), para decir que en sus pueblos no pasaba nada. Y que se pod¨ªa comer tranquilamente langostinos y anguilas.Los consejeros de Salud y Agricultura predicaban con el ejemplo. El acto se celebr¨® en el restaurante Bigote, propiedad de los hermanos Fernando y Paco Bigote. ?Aqu¨ª han llamado clientes desde Madrid para anularnos mesas porque dec¨ªan que el agua estaba contaminada. Y les he tenido que explicar que el agua que se bebe en esta zona viene de la sierra. Y que el pescado como la aced¨ªa, el langostino, la corba, el lenguado o el calamar se pesca a 12 millas de la costa. Y la gamba y la pijota, a 50. Pero es que, adem¨¢s, la zona infectada est¨¢ r¨ªo arriba, a m¨¢s de treinta kil¨®metros de la desembocadura?, dice Fernando.
En el acto de Sanl¨²car de Barrameda, unos dec¨ªan que el desastre, a pesar de la desinformaci¨®n reinante, no les hab¨ªa afectado, y otros, precisamente a causa de la desinformaci¨®n, dec¨ªan que s¨ª. ?Es muy raro que en esta fecha de Feria de Sevilla y de motos de Jerez?, se?alaba Bigote, ?yo tenga mesas vac¨ªas a estas horas?. ?Pues yo estoy vendiendo tanto o m¨¢s que cualquier d¨ªa?, comentaba a quien lo quisiera o¨ªr Manuel N¨²?ez, de 64 a?os, patr¨®n mayor de la cofrad¨ªa de pescadores. ?Vend¨ª ayer 300.000 pesetas en pescado?. En cuanto a plazas de hoteles, el presidente local de los hosteleros, Juan Gordillo, se?alaba que llam¨® uno por uno a los cinco del municipio y no se hab¨ªan producido bajas a causa del vertido, en contra de lo que se hab¨ªa publicado.
Y EL PARQUE
Las consecuencias del desastre las est¨¢n pagando mineros, agricultores, pescadores, hosteleros... y el parque de Do?ana, uno de los mejores enclaves medioambientales de Europa. La Junta de Andaluc¨ªa ya ha recogido m¨¢s de quince toneladas de peces muertos, v¨ªctimas de los metales pesados (plomo, azufre, zinc, cadmio, cobre) que infectan las aguas y que amenazan con introducirse en la cadena de alimentaci¨®n del resto de animales. ?Y eso que no recogieron todos los peces?, se?ala un concejal de Villafranco. ?Porque yo les pregunt¨¦ a unos empleados del coto de Do?ana que estaban por la zona por qu¨¦ la gente de la Junta recog¨ªa s¨®lo los peces de una parte, y los del coto me dijeron que a partir de otra zona ya era terreno del coto, y los de la Junta no recog¨ªan peces all¨ª?.En cualquier caso, las cifras de la Junta dan una idea de hasta d¨®nde ha llegado el veneno del vertido: se han recogido 797 huevos de aves, 23 nidos y se han retirado 12 huevos rotos de garza imperial. Nadie se atrever¨ªa a predecir qu¨¦ va a pasar con los linces, los flamencos, las avocetas, los meloncillos, las ¨¢guilas, los alcornoques...
Mientras la corriente avanzaba desde Aznalc¨®llar hasta el coto, en Sevilla los carteles luminosos de tr¨¢fico aconsejaban lo mismo que todo el a?o: ?Respete el medio ambiente?.
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