"El Santo Padre es una persona muy especial"
, Entrevist¨¦ a Alois Estermann hace cinco a?os en estos d¨ªas. Se celebraba la jura de la nueva promoci¨®n de la Guardia Suiza, que tiene lugar siempre el 6 de mayo, y que en esta ocasi¨®n ha sido obligadamente pospuesta. Para llegar a ¨¦l, adem¨¢s de recorrer las minuciosas etapas que cualquier aproximaci¨®n al Vaticano exige, y m¨¢s si se trata de entrar dentro de sus murallas, habl¨¦ por tel¨¦fono con Gladys, su mujer, venezolana y discreta, que dijo no querer aparecer en el reportaje.
Estermann, 18 a?os en el Ej¨¦rcito vaticano compuesto por cien miembros, al que lleg¨® como capit¨¢n, era un hombre extremadamente cordial y obligadamente prudente que, una vez obtenido el visto bueno de las alturas, me acompa?¨® por las distintas dependencias de sus hombres y facilit¨® el que hablara con algunos de ellos.
Ex oficial del Ej¨¦rcito suizo, el comandante asesinado ten¨ªa muy acendradas dos vocaciones que, a su juicio, desembocaban en un ¨²nico posible destino: ?Gust¨¢ndome ser soldado y siendo cat¨®lico convencido y practicante, quer¨ªa combinar ambas cosas, y para ello no hay otro puesto mejor que la Guardia Suiza?. Claro, no todo suizo cat¨®lico por el hecho de serlo pod¨ªa ir a parar all¨ª. ?l reun¨ªa ?otros requisitos? que no especific¨®. Quiz¨¢ ser guardia suizo es como ser hombre y medio: mitad monje y todo soldado.
Estermann no hab¨ªa notado variaciones en el cuerpo que mandaba, encargado, contaba, tanto de hacer de guardaespaldas como del servicio de orden y de honor: ?El esp¨ªritu de la Guardia Suiza no puede cambiar. Es servir a la Iglesia y al Santo Padre, y dar una formaci¨®n cat¨®lica a estos j¨®venes que nos llegan, la mayor¨ªa de los cuales no tiene m¨¢s de veinte a?os?. Se lamentaba de que hubiera mucho trabajo burocr¨¢tico, ?de oficina?, dec¨ªa ¨¦l, en su castellano pasado por Venezuela, entre otros el control de los guardias, y contestaba sobre las limitaciones que les pon¨ªa cuando estaban fuera de servicio: ?Les recomiendo que se comporten como adultos; como guardias suizos?.
Contaba que le tocaba controlrolar el servicio de los guardias. Opinaba que el servicio de seguridad del Papa no era igual que el de cualquier otro jefe de Estado, ?porque el Santo Padre es una persona muy especial, que busca el contacto con la gente y no quiere una protecci¨®n como la que tendr¨ªa que tener, por lo que hay que buscar la forma de d¨¢rsela sin molestarle. Ni a ¨¦l ni a la gente?.
?El 13 de mayo de 1981 yo tambi¨¦n estaba de servicio en la Plaza (de San Pedro)?, dec¨ªa casi con modestia el hombre que se abalanz¨® sobre el Papa para intentar desviar los disparos de Al¨ª Agca. ?Pero las situaciones peligrosas gracias a Dios son pocas?. Alois Estermann se encontr¨® el lunes por la noche, inesperadamente, con una de ellas.
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