El regreso del cors¨¦ANTONI PUIGVERD
Con la excelente visi¨®n que dan las gafas de la vida gozosamente vivida, Xavier Miserachs ha sorprendido a quienes le admir¨¢bamos como fot¨®grafo con un libro burbujeante de iron¨ªa y escaso de az¨²car sentimental. Fulls de contacte, la memoria de este militante de la generaci¨®n sixtie, es un libro festivo, un pel¨ªn c¨ªnico, sin prejuicios. No pod¨ªa ser de otro modo. Su generaci¨®n se ha divertido mucho y lo ha probado casi todo. Es una generaci¨®n que ha ejercido el liderazgo ideol¨®gico sin buscar el poder, importando a la vida moral y art¨ªstica de Barcelona los enormes cambios que se dieron en Europa y Norteam¨¦rica durante aquellos fabulosos a?os en los que la felicidad no rimaba, como ahora, con esta odiosa palabra: rentabilidad. El libro de Miserachs describe sin l¨¢grimas de cristal ni de cocodrilo el esp¨ªritu de lo que se dio en llamar la gauche divine. Los que se reun¨ªan en Boccaccio; pero tambi¨¦n los que fundaron el dise?o barcelon¨¦s, renovaron la capitalidad editorial, reinventaron los negocios del ocio, revolucionaron la arquitectura, crearon una ense?anza alternativa, dinamizaron la noche, reconstruyeron paladares y conciencias, y convirtieron Barcelona, en fin, en un islote de libertad gozosamente conquistada. Un islote rodeado de franquismo por todas partes menos por una (la que conduc¨ªa al extranjero: a Francia y a Italia, fundamentalmente). La piel multicolor del ambiente barcelon¨¦s contrastaba con el gris franquista, un descorazonador gris de piel de tibur¨®n. El contraste sorprende ahora tanto como sorprend¨ªa entonces. Seg¨²n cuenta Miserachs, incluso los refinados milaneses que llegaban invitados, por ejemplo, a la escuela Eina (Umberto Eco, entre ellos) quedaban maravillados por el excitante colorido de la noche barcelonesa. Miserachs no contempla este paisaje en toda su variedad: no tiene pretensi¨®n de notario de su tiempo, s¨®lo pretende contar c¨®mo lo vivi¨® en el interior de este paisaje. El lector le agradece su honestidad intelectual, la diversi¨®n que le procura y, en particular, la gracia con que ha rescatado algunos interesantes temas que raramente consiguen atenci¨®n intelectual o period¨ªstica. La "cuesti¨®n de los pijos" es uno de ellos, y ha obtenido ya un divertido protagonismo columnario. Otros temas menores de Miserachs podr¨ªan suscitar inter¨¦s: la moda, por ejemplo. En el museo egipcio de El Cairo, nuestro fot¨®grafo deduce que la minifalda, los pantalones pitillo y muchas de las prendas de vestir que se han popularizado en la segunda mitad de este siglo son en realidad un invento fara¨®nico. Tambi¨¦n los cambios que ha observado en la ropa interior femenina aparecen de repente como una verdadera mina. El cap¨ªtulo Interiors / exteriors es, sin pretenderlo, una reflexi¨®n sobre el foso ideol¨®gico que incomunica los a?os sesenta y los noventa. Una reflexi¨®n que tiene la peculiaridad de partir, no de las ideas may¨²sculas, sino de las secretas y apetecibles prendas llamadas ¨ªntimas. Est¨¢ Miserachs desolado por el retorno del cors¨¦, del Wonderbra ("que oculta los pechos bajo un costra digna de los dinosaurios de Spielberg") y recuerda, a?orante, que volando un d¨ªa, en los lejanos sesenta, hacia Ibiza, pens¨® en los arque¨®logos del futuro excavando la isla y encontr¨¢ndola llena de los f¨®siles de los sostenes que todas las chicas tiraban en el mismo instante de poner los pies en ella. Hubo un tiempo, en efecto, en que la ropa interior femenina, testigo y parte de una comprensi¨®n y una represi¨®n seculares, pareci¨® que iba a pasar a mejor vida. Era el esp¨ªritu libertario de los sesenta. Llegados los noventa, sin embargo, sucede exactamente lo contrario: la ropa interior vive un renacimiento esplendoroso. Encajes, puntillas, satenes, armaduras, sedas, varillas, alambres imponen sobre el cuerpo femenino el dictado de una lujosa solidez, una c¨¢rcel de amor de rancio sabor masculino. Miserachs no entra a criticar el supuesto retorno de una mirada machista sobre los cuerpos de las mujeres (pues ¨¦l mismo destila, a lo largo del libro, una muy poco pol¨ªticamente correcta mirada sobre ellas, que le han gustado siempre mucho). Lo que le apena es la desaparici¨®n de la elegancia (que consiste, afirma, "en la supresi¨®n, nunca en el incremento"), lo que le asusta es el regreso de la cornucopia decorativa, la necesidad de los artilugios barrocos. Queda estupefacto el sesentesco Miserachs frente a los escaparates de las tiendas de corseter¨ªa, incluidos los de las tiendas "pretendidamente sofisticadas": le parecen "establecimientos de ortopedia" y no se explica de ning¨²n modo que las mujeres vuelvan a los antiguos trajes de ba?o "con varillas, alfileres y cazuelas". Aplaude, con cierta esperanza, el maillot de ba?o de las nadadoras deportivas, que le parece un monumento a la simplicidad, y se interroga sobre el porqu¨¦ del fracaso del racionalismo y el funcionalismo en la ropa ¨ªntima. No se explica por qu¨¦ triunfa el dise?o racionalista en el mundo de los muebles y las neveras y en cambio fracasa en el mundo de la carne. Los interrogantes y las estupefacciones de Miserachs son los de un superviviente de la modernidad. Los sesenta fueron a?os de furor libertino y de militancia racionalista. En cambio, los tiempos actuales son de libertad vigilada por el ¨ªndice de precios al consumo. La vieja fe racionalista ha sido jubilada por el arte de la simulaci¨®n. Ahora las ideas, como los vestidos, como las prendas m¨¢s ¨ªntimas, tienden a ocultar, m¨¢s que a mostrar. Los noventa son el emporio del preservativo, la coraza, el envoltorio, el continente, los lacitos, los decorados, la m¨¢scara. ?Qu¨¦ lejos est¨¢n de nosotros los combates er¨®ticos o ideol¨®gicos cuerpo a cuerpo! El nuevo dios es virtual y ha creado el mundo de las apariencias: liposuccionadas las ideas, descafeinados los cuerpos, nos quedan las m¨¢scaras. Es, en cierta manera, un regreso al barroco. El barroquismo escenogr¨¢fico explica la resurrecci¨®n del cors¨¦. El barroco, con sus m¨¢rmoles de cart¨®n piedra, sus imponentes escenograf¨ªas, su afici¨®n a los juegos de espejos y sus trompe l"oeil, es un antecedente directo de la religi¨®n virtual. La lecci¨®n m¨¢s dura que han recibido los cuerpos y las almas modernas es la lecci¨®n del mercado visual.
Antoni Puigverd es escritor.
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