El banco
A la gente no le caben las noticias hist¨®ricas en la cabeza, de ah¨ª la indiferencia callejera por la invenci¨®n del euro. Y las tertulias de radio lo han explicado fatal, porque insistir en lo ventajoso de no pagar comisiones al adquirir moneda extranjera es ignorar los h¨¢bitos del p¨²blico. La gente com¨²n no se alimenta de marcos alemanes ni de francos franceses, sino de acelgas rehogadas y boquerones fritos. Comprar dinero en lugar de filetes de ternera resulta una excentricidad para los ciudadanos sin visi¨®n hist¨®rica. Y en cuanto a la ventaja de viajar por Europa sin necesidad de cambiar unos billetes por otros es a efectos cotidianos menos trascendente que la invenci¨®n del metrob¨²s. Debe de haber en el euro algo m¨¢s profundo que nadie acierta a interpretar.Quienes han demostrado un gran contento son los mercados financieros, que, al principio al menos, reaccionaron con grandes carcajadas en las bolsas. Pero la gente tampoco comprende muy bien el sentido del humor de las bolsas, que se r¨ªen de cosas incomprensibles, ni el parentesco cada vez m¨¢s estrecho entre ¨¦stas y la loter¨ªa. Lo que est¨¢ claro es que un euro vale un ri?¨®n. Nadie en su sano juicio se agachar¨ªa para recoger una peseta del suelo, pero si se te cae un euro has de ir corriendo a urgencias para que te lo reimplanten. Es peor que un desprendimiento de retina.
A uno lo que m¨¢s le emociona es la creaci¨®n de un nuevo banco, el Central Europeo. En mi juventud se consideraba una ganga entrar de botones en el Popular Espa?ol o en el Hispano Americano. Desde ah¨ª, si estudiabas contabilidad en una academia, pod¨ªas llegar a director de sucursal. Ahora mismo, al lado de Kohl o de Chirac, Aznar parece un simple administrativo, pero con la cabeza que tiene y un poco de tes¨®n llegar¨¢ adonde quiera. Enhorabuena.
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