Prospectiva
Hubo un tiempo, reci¨¦n estrenada nuestra joven democracia, en que se puso de moda entre los aficionados a los neologismos una ciencia nueva a la que se llam¨®, sustantivizando el adjetivo, prospectiva. Se trataba con ella de prevenir el futuro. Si la hubi¨¦ramos desarrollado, tal vez se hubiera podido evitar que una riada se llevara por delante a decenas de campistas, que un cami¨®n cargado de l¨ªquido inflamable abrasara a unos tranquilos veraneantes, que murieran o quedaran inv¨¢lidas centenares o miles de personas que compraron aceite barato, que unas marquesinas en mal estado aplastaran a tranquilos viandantes, que un cami¨®n pesado se empotrara en una casa al salir de una curva mal trazada, que murieran achicharrados decenas de j¨®venes en una discoteca con sistemas de seguridad deficientes y, ¨²ltimamente, aunque la lista podr¨ªa ser interminable, que una empresa minera acumulara de modo chapucero miles de toneladas de lodos venenosos en la cabecera de un r¨ªo.Para quienes tenemos un cierto sentido de la responsabilidad, resulta absurdo, por ejemplo, que para que un Ayuntamiento revise las marquesinas en mal estado tengan que morir antes varias personas aplastadas por una de ellas. ?Cu¨¢ntos muertos debe producir una curva peligrosa -un punto negro se le llama de manera eufem¨ªstica- para que se rectifique el trazado de una carretera?
Estamos acostumbrados a ponernos la venda despu¨¦s de cada herida, y nuestro cuerpo social parece ya una momia, cuando el deber de todos es prevenir a tiempo y de manera eficaz las posibles cat¨¢strofes que nos angustian cada vez con mayor frecuencia. Un corrimiento de tierras es inevitable, como un terremoto o una inundaci¨®n -no tanto un incendio, cuya mayor parte, seg¨²n parece, son intencionados-, pero no lo es disponer de los medios necesarios para disminuir la gravedad de las consecuencias de estos accidentes imprevisibles, ni establecer normas legales adecuadas y disponer de sistemas de inspecci¨®n suficientes para evitar que el af¨¢n de lucro se anteponga al inter¨¦s general de modo que resulte muy dif¨ªcil, casi imposible, que se produzcan hechos como el que estamos lamentando.-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.