Tierra quemada
Hasta hace pocos d¨ªas el trabajo de recuperaci¨®n de suelos contaminados m¨¢s ambicioso que se estaba ejecutando en Andaluc¨ªa era el de El Acebuchal, un viejo vertedero ilegal situado entre las barriadas de Torreblanca y Montequinto, en el t¨¦rmino municipal de Alcal¨¢ de Guadaira (Sevilla). Sobre una superficie de 42 hect¨¢reas, y a lo largo de varios a?os, se fueron acumulando m¨¢s de un mill¨®n de toneladas de residuos urbanos e industriales. Los an¨¢lisis efectuados por la Consejer¨ªa de Medio Ambiente confirmaron la presencia de ars¨¦nico, bario, cromo, mercurio y plomo en altas concentraciones, as¨ª como acumulaciones puntuales de aceites usados e hidrocarburos, por lo que fue seleccionado como zona de acci¨®n prioritaria. En este caso, remover cuatro millones de metros c¨²bicos de suelo y separar los contaminantes no es tarea f¨¢cil, por lo que algunas de estas sustancias tendr¨¢n que ser tratadas in situ, sellando y consolidando las zonas en las que se acumulan para evitar su fuga. Las obras, iniciadas a finales del pasado a?o, se prolongar¨¢n, al menos, hasta febrero de 1999 y supondr¨¢n una inversi¨®n cercana a los 1.400 millones de pesetas, o lo que es lo mismo, invertir m¨¢s de 33 millones de pesetas por hect¨¢rea. Al mismo tiempo se empez¨® a trabajar en la recuperaci¨®n de los suelos de una antigua f¨¢brica de fertilizantes, Fesa-San Jer¨®nimo, situada en el t¨¦rmino de Sevilla capital. En este caso, y aunque tambi¨¦n est¨¢n presentes los temidos metales pesados, el volumen de tierra a tratar es mucho menor (26.000 metros c¨²bicos), lo que reduce los gastos de la operaci¨®n de limpieza (452 millones de pesetas) y el plazo de ejecuci¨®n (seis meses). Pero la intervenci¨®n en El Acebuchal, compleja y costosa, ha quedado reducida a la categor¨ªa de an¨¦cdota frente a la magnitud de la cat¨¢strofe originada por la rotura de las balsas de las minas de Aznalc¨®llar. Frente a las 42 hect¨¢reas contaminadas en Alcal¨¢ de Guadaira ahora hay que enfrentarse a un cauce de 40 kil¨®metros de longitud sobre el que se depositan, en una amplia franja que supera sus orillas naturales, alrededor de 7 millones de toneladas de lodos que contienen importantes cantidades de metales pesados. Ninguno de los 618 suelos contaminados en Andaluc¨ªa es comparable a esta inmensa lengua de tierra quemada, ni siquiera alguno de los diez enclaves considerados de alto riesgo. Si el caso de El Acebuchal no se puede equiparar con el desastre de Do?ana, en los otros puntos de actuaci¨®n urgente la cantidad de tierra contaminada a tratar est¨¢ a¨²n m¨¢s lejos de la que se considera afectada por el vertido t¨®xico de Aznalc¨®llar, oscilando entre los 2.000 metros c¨²bicos de la antigua f¨¢brica de traviesas ferroviarias de And¨²jar (Ja¨¦n) y los 140.000 que se acumulan en una vieja industria de salazones situada en Cortegana (Huelva). Cuando la superficie a tratar no es muy amplia, y los contaminantes tampoco aparecen en proporciones alarmantes, el presupuesto de actuaci¨®n es moderado, como ocurre en Isla Cristina (Huelva), donde limpiar unos 84.000 metros c¨²bicos de tierra, en los que se aprecia un ligero contenido en metales pesados procedentes de una antigua industria conservera, costar¨¢ algo menos de 70 millones de pesetas. Sin embargo, hay casos, como el de la Barriada Electromec¨¢nica, en C¨®rdoba capital, donde el tratamiento de 42.000 metros cuadrados de tierra exigir¨¢ un desembolso cercano a los 10.000 millones de pesetas, ya que adem¨¢s de metales pesados y aceites minerales el suelo recibi¨® vertidos de policlorobifenilos (pcb), sustancias de gran peligrosidad que exigen tratamientos muy costosos. En el caso del entorno de Do?ana, adem¨¢s de los 7 millones de toneladas de lodos acumulados se tendr¨¢ que hacer frente a una cantidad, todav¨ªa no evaluada, de tierras contaminadas por estos desechos que, en principio, los especialistas sugieren tratar in situ con recursos biotecnol¨®gicos de ¨²ltima generaci¨®n, como bacterias o plantas capaces de fijar o metabolizar los metales pesados. Y, como han advertido algunos expertos, habr¨¢ que vigilar que las operaciones de retirada de lodos no afecten, en lo posible, a la capa m¨¢s superficial de los terrenos, una franja de unos 10-15 cent¨ªmetros de espesor donde se acumula la materia org¨¢nica que hace f¨¦rtiles a estos suelos.
Vigilar el acu¨ªfero
Nadie ha aportado todav¨ªa pruebas concluyentes de que el acu¨ªfero 27, sobre el que se asienta el Parque Nacional de Do?ana, haya recibido contaminantes procedentes del vertido t¨®xico, aunque no pocos especialistas e instituciones, entre las que se cuentan el Colegio Oficial de Ge¨®logos de Espa?a y la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa, sospechan que este fen¨®meno es inevitable, aunque no ser¨¢ f¨¢cil de probar a corto plazo. La inc¨®gnita, que s¨®lo podr¨¢ despejarse en los pr¨®ximos a?os, es si la riada t¨®xica pas¨® por zonas de recarga del acu¨ªfero y, por tanto, si los minerales pesados se han filtrado a las aguas subterr¨¢neas. La Comisi¨®n Internacional de Expertos sobre el Desarrollo del Entorno de Do?ana explicaba en sus conclusiones, dictadas en 1992, que para algunos contaminan-tes, como los nitratos, procedentes de algunos productos qu¨ªmicos usados en la agricultura (y que no son precisamente sustancias muy retenidas por el terreno), }el paso de la superficie del suelo a la capa subterr¨¢nea de agua pod¨ªa demorarse meses e incluso a?os, seg¨²n las zonas. Verticalmente, a?ad¨ªa la comisi¨®n, los contaminantes "pueden tardar de 5 a 20 a?os en alcanzar los niveles acu¨ªferos profundos, los preferentemente explotados por los pozos". A la vista de estos datos, los expertos hac¨ªan una importante advertencia que, tras el suceso de Aznalc¨®llar, adquiere a¨²n m¨¢s valor que entonces: "Todo ello quiere decir que salvo que se instale una red de observaci¨®n expresamente dise?ada para observar la contaminaci¨®n, ¨¦sta est¨¢ pasando desapercibida y lo puede estar durante mucho tiempo, durante el cual se acumula una situaci¨®n cuya reversibilidad es cada vez m¨¢s dif¨ªcil, con repercusiones ecol¨®gicas graves y que afecta a las propias captaciones de abastecimiento".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Vertederos ilegales
- Contaminaci¨®n suelo
- Parque Nacional Do?ana
- Vertederos
- Residuos
- Parques nacionales
- Financiaci¨®n auton¨®mica
- Saneamiento
- Espacios naturales
- Contaminaci¨®n
- Comunidades aut¨®nomas
- Salud p¨²blica
- Andaluc¨ªa
- Equipamiento urbano
- Pol¨ªtica sanitaria
- Problemas ambientales
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Finanzas p¨²blicas
- Urbanismo
- Sanidad
- Salud
- Espa?a
- Finanzas
- Administraci¨®n p¨²blica
- Sociedad