La soledad en el "sprint"
El oleaje del debate del pasado martes no s¨®lo emborron¨® la silueta de algunos mensajes pol¨ªticos sino que ahog¨® algunas im¨¢genes llamativas que han quedado como un recuerdo difuso, pero perdurable. Por ejemplo, la de un presidente del Congreso que no es capaz de cortar "la algarada", pese a calificar as¨ª ¨¦l mismo la bronca de sus compa?eros del Partido Popular. Por ejemplo, la de un l¨ªder parlamentario que convierte su indignaci¨®n comprensible en rabieta desconcertante y se pone a hablar de espaldas a los diputados populares. Y, sobre todo, la de ese l¨ªder, Jos¨¦ Borrell, apenas arropado por su propio grupo tras regresar del cuerpo a cuerpo sin haber vencido al adversario.Borrell se cans¨® de decir durante la campa?a de las primarias que el criterio que deb¨ªa mover a los votantes no deb¨ªa ser la amistad con uno u otro candidato sino la capacidad para derrotar al PP. A ¨¦l, cuando regres¨® al esca?o, s¨®lo le recibieron en pie sus amigos. En las filas de enfrente, todos los diputados populares ovacionaron de pie a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar cuando regres¨® de la tribuna.
Algo querr¨¢ decir la ostensible falta de entusiasmo de Joaqu¨ªn Almunia, que s¨®lo se sum¨® en alguna ocasi¨®n a los aplausos de otros parlamentarios socialistas y no encontr¨® motivo para dispensar a Borrell, cuando regres¨® a su lado, un trato que le hiciera sentirse arropado, si no felicitado.
M¨¢s tarde, en los pasillos, no se produjo una respuesta en tromba del grupo socialista para atajar el esl¨®gan que propagaba el portavoz del Gobierno: "El efecto Borrell ha desaparecido". Bastantes diputados socialistas exteriorizaron su indignaci¨®n con el boicoteo que hab¨ªa sufrido su candidato. Pero no se produjo una reacci¨®n masiva, inmediata y en¨¦rgica como a buen seguro habr¨ªa ocurrido si el combatiente hubiese sido Almunia, y no digamos si se tratase de Felipe Gonz¨¢lez. Lo cual plantea serios interrogantes acerca de cu¨¢n implicados, o ajenos, han estado los parlamentarios socialistas en la elaboraci¨®n del discurso y la estrategia de su candidato y, por tanto, cu¨¢n concernidos se han sentido por los avatares en que se ha encontrado Borrell. En la tarde del pasado martes, en los pasillos del Congreso, no se produjo lo que se dice una aglomeraci¨®n para rodear al candidato y protegerle tanto de las andanadas del Partido Popular como de su propio des¨¢nimo. En peque?os grupos, a veces de uno en uno, se acercaron a ¨¦l para darle ¨¢nimo. Y, en esa peregrinaci¨®n, Carmen Romero tuvo un destacado papel.
En la campa?a de las primarias, fue Borrell quien advirti¨®, con acierto a la vista de los resultados, que las decisiones han de tomarse de forma m¨¢s participativa. Lo que se?al¨® como un reto para otros, se ha convertido ahora en un desaf¨ªo tambi¨¦n para ¨¦l.
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