Rebote por excesoXAVIER BRU DE SALA
El Bar?a se ha pasado. No por jugar bien, que no lo ha hecho, como demuestra el bar¨®metro infalible de la proporci¨®n de victorias, derrotas y empates en la Liga, que sit¨²a al equipo en cifras absolutas m¨¢s bajas que en los ejercicios anteriores (ha vencido, pues, porque en el fiasco de la Liga de las estrellas ha dado muchos menos trompicones que los dem¨¢s). Se ha pasado por celebrar los triunfos con desorbitada carga simb¨®lica. En una sociedad de equilibrios, componendas y miradas de soslayo, tan malo es pretender despojar al Bar?a de todo contenido emotivo -eso quiso hacer N¨²?ez en sus primeros mandatos (no pretend¨ªa reflejar otra cosa el lema del Bar?a triomfant)- como pasarse ahora por la banda contraria y abrumarlo con exceso de simbolog¨ªa nacional catalana, y a?adirle encima la sobrecarga exacerbada del enemigo exterior madrile?o. TV-3 tambi¨¦n se ha pasado, y se pas¨® Pujol brincando demag¨®gicamente en el balc¨®n donde Francesc Maci¨¤ habl¨® con graves y patriarcales palabras. El aprovechamiento medi¨¢tico y patriotero de los efluvios sentimentales, que de ese modo no hacen m¨¢s que inflamarse, e incluso sufrir de hinchaz¨®n, puede llegar a da?ar la imagen de la propia entidad ante los numerosos ciudadanos tibios, m¨¢s o menos neutros. M¨¢s a¨²n, cuando el Espanyol a?ade una crisis deportiva y de confianza a la crisis de identidad. Cuando el club de Sarri¨¤ se quita la caspa antibarcelonista -o sea, anticatalanista-, sustituye la tilde por el d¨ªgrafo ny, se propone ser el segundo club de la ciudad -o sea, un orgullo para todos los barceloneses-, inicia una etapa de inmejorables relaciones con el Bar?a, basa su existencia en la buena gesti¨®n, y as¨ª hasta el infinito en una lista de buenos y sabios prop¨®sitos, resulta que la mayor parte de la afici¨®n no sigue. El Bar?a triunfa en el terreno deportivo y arrasa en el emotivo. Si tal unanimidad llega a ahogar al Espanyol, el efecto de rebote posterior puede ser amargo. De momento, se observaron ya s¨ªntomas poco halag¨¹e?os para el Espanyol en su reciente enfrentamiento con el Madrid, ahora m¨¢s que nunca el segundo equipo de Catalu?a. Estamos avisados. Si al Madrid le salen bien las cosas el mi¨¦rcoles en Amsterdam y conquista la Copa de Europa, y m¨¢s si lo hace contra pron¨®stico, y todav¨ªa peor si gana despu¨¦s de aguantar heroicamente -esa es la palabra- las embestidas del favorito, entonces, a la natural celebraci¨®n de sus numerosos seguidores en Catalu?a, se le puede a?adir la contrapartida del exceso barcelonista, las ganas de un sinn¨²mero de ciudadanos que, sin estar contra el Bar?a, est¨¢n hartos de los reiterados espect¨¢culos de la plaza de Sant Jaume y su cohorte medi¨¢tica. Lo m¨¢s probable, tal como est¨¢ el equipo, es que la Juve se lleve el ansiado t¨ªtulo, pero ese tipo de finales se juegan bastante a cara o cruz. Lo dicho: si gana el Madrid, las calles de Catalu?a pueden llenarse de gente con ganas de poner las cosas en su sitio. Y, entre ellas, los fachas de verdad intentar¨¢n resarcirse de la marginaci¨®n permanente a la que, por fortuna, se encuentran sometidos. La sociedad actual y sus componentes, los ciudadanos, pero tambi¨¦n las personas jur¨ªdicas de toda clase, viven del juego de equilibrios, limitados y solapados por la influencia de los dem¨¢s. Los instintos antimonopol¨ªsticos, o simplemente la alergia p¨²blica a las plenitudes, a la soberbia y a la prepotencia, est¨¢n muy desarrollados, de modo que pasarse por exceso suele ser peor que no llegar por defecto. (Lo escrito hasta aqu¨ª del f¨²tbol es, adem¨¢s, una met¨¢fora). Antes de la democracia ten¨ªamos una monta?a, con un monasterio, ten¨ªamos un poeta, un cantante, un s¨ªmbolo. Luego tuvimos un peri¨®dico, una radio, una televisi¨®n y, naturalmente, un president. Despu¨¦s del trauma, el pa¨ªs iba a la defensiva. Lo m¨ªnimo era, pues, tener de todo, al menos uno. Pero ya exist¨ªa la tendencia a pasar de la unidad como supervivencia al anatema del plural por el riesgo de competencia (hay que dedicar todas las energ¨ªas a resistir al enemigo exterior, as¨ª que no se debe poner en duda la supremac¨ªa interior). De ah¨ª que, cuando las circunstancias han permitido o propiciado hipertrofias, ¨¦stas se hayan producido inexorablemente. No hace falta dictar leyes contra las imposiciones, la pluralidad efectiva va ganando terreno. Y sus primeros objetivos pueden ser los m¨¢s hipertr¨®ficos del pa¨ªs, empezando por el Bar?a y siguiendo por todo lo que, por esta vez y sin que sirva de precedente, me callo.
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