Uno para el camino
Sinatra fue un hombre salvaje, gentil y muy secreto Fue el primero en cantar con el sexo e introdujo virilidad y vulnerabilidad en su arte
Ahora que ha muerto, vale la pena olvidar su figura embutida en carne y esmoquin y rematada por peluqu¨ªn de los ultim¨ªsimos tiempos, las oportunistas grabaciones de duetos y sus apariciones p¨²blicas para aplaudir a los tres tenores, e incluso a Enrique Iglesias. Vale la pena recordar la ?caracter¨ªstica tensi¨®n siciliana? que not¨® en ¨¦l Bing Crosby, su compa?ero de rodaje en Alta sociedad, que no le abandon¨® hasta muy tarde, cuando la inevitable traici¨®n de la biolog¨ªa se produjo y que fue el rasgo m¨¢s notable de una larga biograf¨ªa art¨ªstica y personal en cuya trayectoria jug¨® a todos los juegos seg¨²n sus propias reglas, y eso incluy¨® la canci¨®n, el cine, el amor, la amistad y la revancha.Chaval de barrio, mam¨® en la calle la tradici¨®n de sus or¨ªgenes: el individualismo y la utilizaci¨®n del clan, la lealtad a muerte a los amigos y su muy cat¨®lica preferencia por el adulterio y la aventura antes que por el divorcio y el matrimonio (aunque, en este aspecto, en ocasiones tuvo que ceder). Admirador de Crosby, que era el mejor de los almibarados crooner que le precedieron , cuando Sinatra triunf¨® lo hizo porque, por primera vez, cant¨® con el sexo porque su maestro no fue Crosby, seg¨²n confes¨®, sino una mujer: Billie Holliday. Alcanz¨® la c¨²spide -la primera: vendr¨ªan muchas m¨¢s, porque su camino fue una monta?a rusa- durante la Segunda Guerra Mundial, en la que no luch¨® por lo del t¨ªmpano, y fue el primero en experimentar el fen¨®meno de las fans, algo tan importante que hechiz¨® a Paul Bowles, entonces cr¨ªtico de m¨²sica del New York Herald Tribune. Virilidad y vulnerabilidad eran dos nociones nuevas que acompa?aban su inigualable fraseo, algo que hac¨ªa que canciones escuchadas antes en otras versiones parecieran nuevas.
El cine, al menos al principio, no supo aprovechar el magnetismo de Sinatra. Pel¨ªculas encantadoras como Levando anclas o Un d¨ªa en Nueva York eran s¨®lo musicales para toda la familia en las que el lado turbio del italoamericano no pod¨ªa destacar. As¨ª, los 50 le sumieron en una profunda crisis, y se encontr¨® con que los gustos de las jovencitas hab¨ªan cambiado, las comadres del show-business se le echaban encima como una jaur¨ªa por su actitud individualista y desafiante y el cine le daba la espalda.
Adem¨¢s, su uni¨®n con la buenaza de Nancy, la mujer que su madre eligi¨® para ¨¦l, s¨®lo funcionaba porque ella aguantaba como una santa. Fue entonces cuando se enamor¨® de Ava Gardner y, pese a su renuencia a divorciarse, accedi¨® por fin. Casado con Ava, la pasi¨®n carnal que ambos temperamentales compart¨ªan le hizo perder los papeles m¨¢s de una vez, pero fue Ava quien le consigui¨® el papel en De aqu¨ª a la eternidad que le supondr¨ªa un Oscar y el regreso a la c¨²spide, por el procedimiento de telefonear al productor y rebajar su salario.
Fue un hombre feroz, salvaje, gentil y muy secreto. ?Disparaba con su propio rev¨®lver y era fiel hasta la muerte a sus amigos, incluidas sus ex esposas. Respeto mucho ese tipo de lealtad?, dijo de ¨¦l John Huston. ?Se ha escrito mucho sobre Frank Sinatra (...), pero yo pens¨¦ s¨®lo en ¨¦l una vez que estuve en apuros. Y me ayud¨® inmediatamente?, dijo otro caballero, David Niven. Cuando Elia Kazan tuvo que comunicarle que La ley del silencio, contra lo que hab¨ªan hablado y por exigencias del productor, iba a ser protagonizada por Marlon Brando, Sinatra guard¨® silencio hasta que le envi¨® a Kazan una carta d¨¢ndole las gracias por haber pensado en ¨¦l y disculp¨¢ndose por haberse disgustado.
Durante el rodaje de Como un torrente, en el que Sinatra trab¨® su definitiva amistad con Dean Martin y empez¨® a sentir simpat¨ªa hacia Shirley MacLaine, futura mascota de su cuadrilla, lleg¨® a sugerir al productor que mejorara el papel de la actriz haci¨¦ndola morir para salvarle la vida a ¨¦l en la ¨²ltima escena: gracias a ello, MacLaine consigui¨® el Oscar a la mejor secundaria. Eso s¨ª, Vincente Minnelli, el director, estuvo a punto de ingresar en un frenop¨¢tico, porque cada vez que reclamaba a los actores para rodar, Sinatra respond¨ªa: ?Est¨¢n en mi roulotte, bebiendo. ?Es la hora del martini!? A?os despu¨¦s, en Florida, Shirley se encontr¨® con que no pod¨ªa ofrecer su show porque los t¨¦cnicos se hallaban en huelga. Telefone¨® a Sinatra: ?No te preocupes, babe?. A la noche siguiente, ya no hab¨ªa huelga. Muchos criticaron sus relaciones con la Mafia, pero muchos tambi¨¦n se aprovecharon de ello. Pag¨® cuentas de hospitales, de abogados, (entre otros, los de Mia Farrow contra Woody Allen), envi¨® dinero a veteranos de guerra, asisti¨® a sociedades ben¨¦ficas y nunca lo supo nadie. Tambi¨¦n proporcion¨® fulanas a Kennedy y utiliz¨® sus relaciones con el poder.
Cant¨® muchas canciones. My way fue su ense?a, pero las que nos reun¨ªan en torno a una copa eran las del fracaso: One for the road, por ejemplo. Desde todas las emisoras y los transistores y los equipos de alta fidelidad del mundo, Frank Sinatra sigue cantando a lo m¨¢s ¨ªntimo de nosotros, y nos acompa?a. Una copa y Sinatra para el camino.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.