Once contra once

Jorge Valdano cont¨® una vez, en un programa de radio, la divertida an¨¦cdota de un locutor latinoamericano que para darle m¨¢s emoci¨®n a los minutos previos de un encuentro le dec¨ªa a su audiencia: "?Se?ores y se?oras, tendr¨ªan que verlo: el estadio est¨¢ absolutamente abarrotado por personas de todos los sexos!". En realidad, una parte del f¨²tbol, la que sirve para mantener atentos a los aficionados de lunes a viernes, entre partido y partido, est¨¢ hecha justo de eso: de frases grandilocuentes y adjetivos exagerados; de an¨¢lisis sociol¨®gicos y afirmaciones ret¨®ricas; incluso, y cada vez m¨¢s, de minuciosas cuestiones t¨¦cnicas y partes m¨¦dicos que nos convierten a los hinchas de cualquier equipo en una mezcla de entrenadores sin t¨ªtulo y fisioterapeutas caseros, en hombres y mujeres capaces de discutirle a los amigos desde las ventajas y desventajas del cuatro-cuatro-dos hasta los efectos secundarios de la fascitis plantar de Karembeau o el problema de abductores -?qu¨¦ demonios son los abductores?- de Fernando Hierro. Sin embargo, despu¨¦s, cuando llega el d¨ªa de la verdad, te das cuenta de que, b¨¢sicamente, la cuesti¨®n se reduce a lo que siempre ha dicho Cruyff: si tus 11 jugadores son mejor que los otros 11, ganas; y si no, pierdes. Por supuesto que la historia nos ense?a que a lo largo de los 90 minutos de un partido pueden pasar muchas otras cosas -el gol fantasma de Michel a Brasil, la nariz rota de Luis Enrique y todo eso-, pero tambi¨¦n que todas esas cosas son las que le pasan a un equipo que no ha sabido ser superior al otro: al Milan de Baresi y Van Basten o al Ajax de Kluivert y Litmanen no les hac¨ªan falta ni la justicia ni la buena suerte.De manera que, dejando de lado la ch¨¢chara de los d¨ªas laborables, la pregunta fundamental sobre qu¨¦ puede pasar en la final de la Copa de Europa no puede ser m¨¢s que ¨¦sa: los 11 jugadores del Real Madrid ?son mejores o peores que los del Juventus? Personalmente, creo que la respuesta es: s¨ª. Es verdad que el Real Madrid llega a la cita sin muchas opciones; que, de hecho, s¨®lo le quedan dos: todo o nada, el infierno o la gloria; es verdad que sus jugadores han actuado en la Liga con desinter¨¦s, dejando pasar las ¨²ltimas jornadas como quien espera que llegue un postre delicioso mientras come de mala gana el segundo plato. Tambi¨¦n es cierto que el Juventus parece estar en el extremo contrario: es un conjunto m¨¢s s¨®lido, m¨¢s acostumbrado a ganar, que tiene a Del Piero, Zidane, Deschamps... Pero si la calidad de los jugadores es, por encima de los planteamientos t¨¢cticos, lo que importa -y muchos creemos y deseamos que as¨ª sea-, hay que recordar algo que mucha gente parece haber olvidado: el Real Madrid llega a Amsterdam con el equipo m¨¢s deslumbrante que ha tenido en muchos a?os, superior en algunos aspectos al de la Quinta del Buitre, con una formaci¨®n que incluye a una estrella en cada puesto y, en muchos casos, tal vez al mejor jugador -o, como m¨ªnimo, uno de los mejores- del mundo en su demarcaci¨®n: Redondo, Hierro, Mijatovic, Ra¨²l, Roberto Carlos... Once contra once, el Real Madrid motivado de la Copa de Europa puede ganar al Juventus. Pero tiene que acordarse de su talento, porque es lo ¨²nico que tiene: todo el mundo sabe que la buena suerte siempre es italiana; y la justicia, tambi¨¦n.