Espa?a no va tan bien
Estamos hoy viendo una euforia en Espa?a, reflejada en la frase ?Espa?a va bien?, generada por la evoluci¨®n de algunos indicadores macroecon¨®micos que nos permitir¨¢ entrar en la pr¨®xima unidad monetaria europea. Ahora bien, en este discurso euf¨®rico hay el peligro de olvidarse de que la econom¨ªa es un medio y no un fin. El objetivo fundamental y ¨²ltimo de las intervenciones p¨²blicas debiera ser el mejorar la calidad de vida de la poblaci¨®n. Hemos visto ¨²ltimamente Gobiernos en la UE cuyas pol¨ªticas macroecon¨®micas eran aplaudidas por los foros financieros y econ¨®micos internacionales, que fueron rechazados y depuestos por grandes mayor¨ªas que protestaron por las consecuencias sociales de aquellas pol¨ªticas econ¨®micas. De ah¨ª que la pregunta que debiera realizarse no es tanto si la econom¨ªa va bien sino si la poblaci¨®n va bien.Y es en la respuesta a esta pregunta -resultado del estudio del estado social del pa¨ªs- donde no hay cabida para tal euforia. Es cierto que mucho se ha hecho desde que la democracia se estableci¨® en Espa?a, pero queda much¨ªsimo por hacer. Veamos. Entre los indicadores sociales m¨¢s importantes del bienestar de un pa¨ªs est¨¢ la esperanza de vida, es decir, el promedio de a?os que una persona puede esperar vivir antes de que le llegue la muerte. Seg¨²n la informaci¨®n prove¨ªda por la oficina europea de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (Health in Europe, 1997), Espa?a ha ido descendiendo durante los ¨²ltimos diez a?os en el ranking de esperanza de vida entre pa¨ªses de la UE, siendo hoy uno de los pa¨ªses con menor crecimiento de esa esperanza de vida. En realidad, el promedio de a?os de vida que una persona de 15 a 49 a?os puede esperar a vivir en Espa?a ha estado disminuyendo debido al crecimiento de la tasa de mortalidad en aquel grupo etario. Es m¨¢s, la mortalidad que afecta en mayor grado a este grupo etario -mortalidad debida a accidentes laborales, a accidentes de tr¨¢fico y al sida- es de las m¨¢s altas de toda la UE. Por otra parte, las desigualdades en la frecuencia de muerte entre las clases sociales es tambi¨¦n de las m¨¢s altas en la UE. Hay autonom¨ªas en Espa?a, como Catalu?a, en las que la diferencia en a?os de vida entre la esperanza de vida de una persona de clase alta y otra de clase humilde es de diez a?os.
La respuesta frente a esta situaci¨®n ha sido frecuentemente culpabilizar a las v¨ªctimas, atribuy¨¦ndoles comportamientos irresponsables (en el caso de accidentes laborales) o ?inmorales? (en el caso del sida). Esta interpretaci¨®n contrasta con los hechos; sus causas son m¨¢s sociales que individuales. La gran mayor¨ªa de las fatalidades laborales (el 84%), por ejemplo, ocurren entre trabajadores precarios cuyas condiciones de trabajo est¨¢n m¨¢s deterioradas y cuya presi¨®n empresarial es m¨¢s acentuada que entre los trabajadores fijos. Lo mismo aplica al caso de mortalidad por sida, una de cuyas mayores causas de transmisi¨®n es la drogadicci¨®n, fen¨®meno que ocurre sobre todo entre la juventud que tiene mayores dificultades de encontrar trabajo. La tasa de paro entre el grupo etario y social que representa el 76% de todos los drogadictos es del 68%. Es m¨¢s, la v¨ªa de transmisi¨®n entre drogadictos es f¨¢cilmente prevenible, pese a lo cual, la tasa de sida entre drogadictos en Espa?a es m¨¢s de seis veces el promedio europeo. El hecho de que Espa?a sea hoy uno de los pa¨ªses de la OCDE con mayor mortalidad prevenible es un indicador m¨¢s del gran subdesarrollo de la infraestructura de salud p¨²blica del pa¨ªs, responsable de que Espa?a sea uno de los pa¨ªses de la UE con peor control de los alimentos, con peores indicadores de salud ambiental, con mayor fatalidad y accidentalidad laboral, con mayor n¨²mero de enfermedades infecciosas prevenibles, etc¨¦tera.
Una situaci¨®n tambi¨¦n preocupante ocurre en otros sectores sociales, como educaci¨®n. Hemos visto recientemente el revuelo que ha causado la publicaci¨®n de la primera evaluaci¨®n de la educaci¨®n en Espa?a, mostrando entre otras realidades que las escuelas de Catalu?a est¨¢n por detr¨¢s del promedio de Espa?a en algunos indicadores importantes de calidad educativa, hecho que el presidente de la Generalitat de Catalu?a ha atribuido, en parte, a la inmigraci¨®n. Tan preocupante como las desigualdades interauton¨®micas son las desigualdades a nivel internacional, es decir, la calidad de la educaci¨®n espa?ola en comparaci¨®n con otros pa¨ªses de la UE y de la OCDE (el grupo de pa¨ªses m¨¢s desarrollados). La OCDE ha publicado un informe (Education at a Glance. OCDE Indicators, 1997) que compara la educaci¨®n primaria, secundaria y universitaria espa?ola con el resto de la OCDE. Espa?a es el pa¨ªs (de los 29 de la OCDE), junto con Turqu¨ªa y Portugal, que tiene un porcentaje mayor de la poblaci¨®n adulta (72%) con escasa educaci¨®n (10 o menos a?os). Espa?a es, tambi¨¦n, junto con Turqu¨ªa y Portugal, el pa¨ªs que tiene mayor porcentaje de poblaci¨®n joven (25-34 a?os) con un n¨²mero menor de a?os de educaci¨®n. Pa¨ªses con porcentaje de poblaci¨®n inmigrante m¨¢s elevado que Espa?a y Catalu?a tienen, por cierto, porcentajes mayores de educaci¨®n que Espa?a y Catalu?a. En realidad, para explicar la cobertura y calidad de la ense?anza es mucho m¨¢s importante el gasto por estudiante que la composici¨®n ¨¦tnico-cultural de la poblaci¨®n. Y en este indicador, Espa?a est¨¢ en la cola de los pa¨ªses de la OCDE. El gasto por estudiante, sea ¨¦ste estudiante de primaria, secundaria o universidad, es de los m¨¢s bajos de la UE. El gasto por estudiante universitario, por cierto, es casi la mitad del promedio de la OCDE. La respuesta racionalizada de los que creen que ?Espa?a va bien? es que ello se debe a la masificaci¨®n, es decir, al gran porcentaje de poblaci¨®n que est¨¢ en las escuelas o en las universidades. Pero, de nuevo, la evidencia emp¨ªrica no apoya estos supuestos. El porcentaje de la poblaci¨®n que est¨¢ en las escuelas primarias y secundarias es menor, no mayor, en Espa?a que en el promedio de la UE y el porcentaje de la poblaci¨®n que est¨¢ en las universidades es semejante, o incluso ligeramente inferior, al promedio de la UE. Es la pobreza de medios en educaci¨®n (cuyos recursos han sido recortados en los ¨²ltimos presupuestos), la que es en gran parte responsable de esta situaci¨®n. Espa?a es (junto con M¨¦xico, Turqu¨ªa y Portugal) el pa¨ªs en la OCDE que se gasta menos en infraestructura en los tres niveles educativos. Como consecuencia, el promedio de alumnos por maestro en las escuelas primaria y secundaria (tanto en la privada como en la p¨²blica) es mayor que el promedio en la UE. En el caso de la universidad, el n¨²mero de estudiantes por profesor acad¨¦mico es casi el doble.
Todos estos indicadores, y no el porcentaje de inmigrantes en las escuelas, es lo que explica que estemos en situaci¨®n peor que el resto de la UE y de la OCDE. Y los resultados objetivos de calidad muestran esta realidad.
Seg¨²n aquel informe de la OCDE, los estudiantes de las escuelas espa?olas (tanto p¨²blicas como privadas) est¨¢n entre los que tienen los peores indicadores en la OCDE en comprensi¨®n y capacidad de lectura, en conocimiento cient¨ªfico y en conocimiento matem¨¢tico. En realidad, en algunos de estos conocimientos (como en el matem¨¢tico), los mejores estudiantes (tanto de las escuelas p¨²blicas como privadas) est¨¢n por debajo de los peores estudiantes de Francia, Holanda, B¨¦lgica, Rep¨²blica Checa y Corea.
Es tambi¨¦n importante se?alar que, en general, aquellos pa¨ªses que tienen un porcentaje menor de estudiantes en la escuela privada son aquellos que tienen mejor calidad en las escuelas p¨²blicas y sus indicadores de calidad (tanto de escuelas p¨²blicas como privadas) son mejores. En Espa?a se aduce con frecuencia por los sectores m¨¢s pudientes de la poblaci¨®n que la existencia del sector privado en los sectores sociales libera recursos al sector p¨²blico que, de no existir la privada, tendr¨ªa que absorber el sector p¨²blico. La realidad muestra, sin embargo, que esta huida hacia la privada, en lugar de enriquecer al sector p¨²blico, lo empobrece. Espa?a es uno de los pa¨ªses de la OCDE con un porcentaje mayor de estudiantes en la ense?anza privada. Este porcentaje es incluso mayor en Catalu?a, que es tambi¨¦n una de las comunidades aut¨®nomas con menor gasto p¨²blico en educaci¨®n por estudiante y habitante, por debajo del promedio espa?ol (Oroval, E. et al. Estudi del Sistema Educatiu Espanyol, 1997). Una situaci¨®n semejante ocurre en la atenci¨®n primaria de los servicios sanitarios. Catalu?a tiene el porcentaje mayor de usuarios de la atenci¨®n primaria privada en Espa?a, pero tiene tambi¨¦n la atenci¨®n primaria p¨²blica menos desarrollada en Espa?a siendo una de las comunidades en que el porcentaje de la poblaci¨®n insatisfecha con la atenci¨®n primaria es mayor. La expansi¨®n de la privada no enriquece a la p¨²blica; antes al contrario, la empobrece, al diluir la presi¨®n social para que se mejore. Esta dualidad de servicios no favorece ni a los usuarios de la p¨²blica ni a los de la privada. Los servicios sanitarios privados son mejores, en general, que los p¨²blicos en el trato personal, en el aspecto hotelero, y en la capacidad de elecci¨®n, pero no lo son en su contenido cient¨ªfico o t¨¦cnico. De ah¨ª que cuando existe un problema que precisa mayor pericia o mayor infraestructura t¨¦cnica, el sector p¨²blico ofrece mayores recursos. Lo que se requiere es una s¨ªntesis de los mejores atributos de los dos sectores, proveyendo bajo el mismo techo institucional una atenci¨®n personal de ambiente hotelero digno, con capacidad de elecci¨®n y con unos servicios t¨¦cnicos bien dotados. Ello no ocurrir¨¢ a no ser que tanto las clases medias como la clase trabajadora se sientan vinculadas al mismo sistema. El Estado del bienestar en Europa ha sido el resultado de la alianza de las clases trabajadoras con las clases medias. El reto ha sido el dise?o de servicios en el que las clases medias, cuyas expectativas son m¨¢s altas, se encuentren bien. Lo contrario, aumentar las desigualdades de manera que cada sector social tenga su propia cobertura, sea ¨¦sta sanitaria o educativa, empobrece al Estado del bienestar as¨ª como a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
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