Por la prosperidad hacia la discordia
Por fin se ha confirmado que todos los euros ser¨¢n redondos y que tenemos un Gobierno capaz de tomar los trenes en la estaci¨®n de salida. Es algo hist¨®rico que s¨®lo el sectarismo de los medios desafectos tarda en reconocer o se esfuerza en tergiversar. Ya se oyen las voces de los pr¨®ceres del PP lamentando las abismales distancias entre las realidades beat¨ªficas que el Gobierno logra en favor de todos los espa?oles, en especial de los m¨¢s necesitados, y las percepciones p¨²blicas, en absoluto acordes e incluso llenas de reticencias. Parece como si el Gobierno fuera inv¨¢lido para traspasar la barrera de la comunicaci¨®n. Por eso prende el sentimiento de ingratitud entre los consejeros ¨¢ulicos del poder m¨¢s a¨²n cada vez que las encuestas ofrecen valoraciones de l¨ªderes o pulsan intenciones de voto.Entonces, algunos ministros que deber¨ªan besar por donde pisa Miguel ?ngel Rodr¨ªguez se atreven a culparle del d¨¦ficit de entusiasmo p¨²blico por el Gobierno. ?Es que alguien en su puesto podr¨ªa hacer m¨¢s, habida cuenta de la orfandad medi¨¢tica en que se encuentra el PP? ?Qu¨¦ suponen las cadenas de TVE, las cadenas de las comunidades aut¨®nomas gobernadas por los nuestros, la incipiente V¨ªa Digital, las insaciables radios episcopales, alg¨²n diario af¨ªn como El Mundo, alg¨²n semanario como ?poca, y las ajustadas inversiones en el ¨¢rea multimedia de empresarios independientes, a los que encima buscan desautorizar por su pasada condici¨®n de ocasionales compa?eros de pupitre de Aznar..., qu¨¦ supone, repetimos, esta mermada y desigual hueste frente a la confabulaci¨®n medi¨¢tica hostil en perfecta formaci¨®n que tiene como terminales pol¨ªticos a determinados dirigentes del PSOE? ?De qu¨¦ sirvi¨® la victoria de Aznar sobre Borrell si al d¨ªa siguiente era irreconocible en los medios?
Pero, en cualquier caso, el debate parlamentario sobre el estado de la Naci¨®n ha marcado una clara tendencia hacia el disenso y ha anticipado una dial¨¦ctica Gobierno-oposici¨®n m¨¢s cercana a la que caracteriz¨® la etapa anterior, cuando los actuales papeles del PP y del PSOE estaban invertidos. El presidente Aznar se ha esforzado en figurar como ¨²nico protagonista de los acontecimientos que se prestan al lucimiento sin reconocer esfuerzos anteriores. Lo anterior s¨®lo se menciona por sus carencias, sus fangos, sus irregularidades, sus desmanes, sus cr¨ªmenes de Estado. Son los gritos de rigor con los que debe iniciarse cualquier intervenci¨®n, la cl¨¢usula de estilo que antecede a cualquier respuesta a las preguntas de la oposici¨®n. Cualquier cuesti¨®n se escucha como ofensiva o insolente.
Alg¨²n d¨ªa sabremos c¨®mo quedar¨¢ el d¨¦ficit p¨²blico cuando la contabilidad creativa y otras ingeniosidades sean eliminadas por un sistema de cuentas europeo homog¨¦neo. El exministro de Hacienda, Pedro Solbes, ha explicado en La Vanguardia que el ministro Arenas, al decir que hab¨ªa ordenado contabilizar cuanto no hubiera prescrito con el argumento de ser irrenunciables los derechos de la Seguridad Social, aceptaba impl¨ªcitamente la afirmaci¨®n del candidato socialista, Jos¨¦ Borrell. Solbes se pregunta si entre los ingresos de la Seguridad Social se han incluido, por ejemplo, las deudas pendientes de las empresas quebradas por el hecho de no haber prescrito. Y Joaqu¨ªn Estefan¨ªa recordaba en EL PA?S de ayer la cifra estimada por Alberto Recarte en 1997 para el d¨¦ficit: en torno al 4,5% del PIB, en coincidencia con la aportada por Borrell y en contraste con la oficial del 2,7%. Mientras tanto, es posible que vayamos por la senda de la prosperidad, pero da la impresi¨®n de que avanzamos hacia la discordia y el antagonismo civil. Algunas declaraciones de los socios del PP pueden sugerirlo. Por ejemplo, las destinadas por Jordi Pujol a celebrar el aniversario de Pompeu Fabra, anticipadoras de un futuro para los castellanohablantes en Catalu?a como el de los fumadores -s¨®lo podr¨¢n entregarse al vicio en espacios abiertos o en el retrete-. Tambi¨¦n son muy estimulantes las manifestaciones dedicadas por Xabier Arzalluz al presidente Aznar y a su partido. Pero de las cuestiones que requieren el consenso del principal partido de la oposici¨®n, como la renovaci¨®n del Tribunal Constitucional, la reforma de RTVE o la ley de financiaci¨®n de los partidos seguimos sin novedad.
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