L¨¦bed resucita
ALEXANDR L?BED ha regresado. Su aplastante victoria en la regi¨®n siberiana de Krasnoyarsk -los resultados oficiales se sabr¨¢n ma?ana, pero ya se da por cierta- puede servirle de trampol¨ªn para encabezar una tercera v¨ªa entre el sistema neozarista y corrupto del actual presidente y el neocomunismo de Guennadi Ziug¨¢nov con vistas a las elecciones presidenciales del 2000. Siberia era la ¨²ltima esperanza para L¨¦bed de regresar a un primer plano de la pol¨ªtica. Con toda su aureola de hombre de acci¨®n, de pacificador de Moldovia y Chechenia, de luchador contra la corrupci¨®n y las mafias, carec¨ªa de una plataforma pol¨ªtica. Ahora la tiene.En su fren¨¦tica campa?a, L¨¦bed ha arrebatado votos a casi todos sus contendientes, desde el candidato oficial del Kremlin, Valeri Zubov, hasta los comunistas, los nacionalistas rusos o los regionalistas siberianos. Por eso, su victoria ha causado conmoci¨®n en Mosc¨², tanto en el ¨¢mbito del Gobierno como en el de la oposici¨®n comunista. L¨¦bed ha sido lo suficientemente precavido como para condicionar su participaci¨®n en las presidenciales al ¨¦xito en Krasnoyarsk. Todav¨ªa tiene que demostrar su capacidad para regenerar la econom¨ªa y clarificar algunos puntos confusos de su programa que, en materia exterior, por ejemplo, le han llevado a condenar y aceptar a la vez la ampliaci¨®n de la OTAN. Tendr¨¢ que demostrar en unos pocos meses que no s¨®lo sabe mandar sino gobernar con sentido democr¨¢tico.
El candidato natural del poder a las pr¨®ximas presidenciales hubiera sido V¨ªktor Chernomirdin; pero Yeltsin lo destituy¨® fulminantemente como primer ministro, y nombr¨® en su lugar al d¨¦bil Sergu¨¦i Kiriyenko, dejando as¨ª sentado que el zar sigue siendo ¨¦l y que no admite competencias. Yeltsin ha llegado incluso a insinuar que se encuentra en buenas condiciones f¨ªsicas para afrontar un tercer mandato, para el que su portavoz no considera que haya obst¨¢culos constitucionales.
L¨¦bed sigue sin ser un hombre del sistema, es decir, de ese conglomerado, que ¨¦l mismo ha denunciado, de grandes grupos econ¨®micos que dominan la Rusia postsovi¨¦tica. Pero algunos de estos grupos, como el que encabeza Bor¨ªs Berzovski, enfrentado a Yeltsin, podr¨ªan estar trasladando sus lealtades a L¨¦bed. La b¨²squeda de esa tercera v¨ªa deber¨ªa llevarle a unirse con otras fuerzas de centro, como la que representan Yavlinski u otros pol¨ªticos actualmente alejados del poder.
En las elecciones presidenciales de 1996, casi sin apoyos, L¨¦bed consigui¨® un tercer puesto, con 15 millones de votos, con unas propuestas pol¨ªticas fundadas en la defensa del orden p¨²blico, la lucha contra las mafias y un discurso abierto y franco. Luego apoy¨® a Yeltsin en la segunda vuelta y ocup¨® ef¨ªmeramente el cargo de secretario del Consejo de Seguridad, del que el presidente ruso le destituy¨® en cuanto le result¨® inc¨®modo. Yeltsin pudo cometer, al destituirle, un error comparable al que tuvo Gorbachov al enfrentarse con ¨¦l, con el resultado de dar paso a la disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. En Siberia, L¨¦bed ha demostrado, frente a quienes le hab¨ªan dado por liquidado, que est¨¢ -y es- m¨¢s vivo que ellos.
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