La cadena
Gracias a la magn¨ªfica, luenga y prolija cobertura de Telemadrid, los madrile?os/as tuvimos la oportunidad de contemplar, con pelos y se?ales y sin movernos de casa, la inauguraci¨®n del ya s¨¦ptimo t¨²nel del se?or alcalde, el de R¨ªos Rosas. Qu¨¦ gusto daba verlo todo tan limpio y rutilante, incluidos el se?or alcalde y su numeroso s¨¦quito. Hubo momentos de aut¨¦ntica emoci¨®n, adobados por las notas musicales de la inspirad¨ªsima banda de la Polic¨ªa Municipal, y confieso que me conmovi¨® la sonrisa querubinesca de nuestro primer edil, sonrisa de "chico con t¨²neles nuevos", y los aplausos y piropos que le dedicaban.Escribo esto al d¨ªa siguiente del happening. Esta ma?ana me he dado un garbeo por la zona y en cuanto acabe el art¨ªculo cojo mi coche y me voy a comprobar lo de los cuatro minutos desde A Castellana a La Coru?a, o viceversa. Tal r¨¦cord debe enorgullecernos a todos los madrile?os, estoy muy contento. Lo que no me impide afirmar, siempre fiel a la verdad, que hoy se me ha erosionado un poco la imagen de obra acabada y perfecta. Primero, porque en el trozo de R¨ªos Rosas comprendido entre Santa Engracia y Bravo Murillo he visto camiones gr¨²a aparcados en doble fila, infinidad de barreras, ruido y polvo en una obra de acceso al metro, o al t¨²nel, ya nunca se sabe, cablones (cables grandes) por las aceras, qu¨¦ s¨¦ yo. Segundo, por el indescriptible horror de chirimbolos heterog¨¦neos que se acumulan en la acera izquierda de Pablo Iglesias, junto al Parque de Santander, a pocos metros del flamante t¨²nel inaugurado. La susodicha tele no nos ofreci¨® ni un mal plano de este espect¨¢culo.
?Ah!, tambi¨¦n fui a contemplar la nueva fuente de la plaza de Juan Zorrilla. De momento no dice mucho, pero ya ir¨¢ diciendo, ya, y hasta puede que las futuras generaciones, embelesadas por la prosapia y originalidad del urbanismo Manzano, se olviden de la Cibeles como lugar emblem¨¢tico de Madrid y acudan a la nueva masterpiece para celebrar los triunfos del Real Madrid. Seguro estoy de que la vieja Cibeles se lo agradecer¨¢, pero no puedo y sobre todo no quiero imaginarme c¨®mo ser¨¢ para entonces esta urbe que hoy llamamos todav¨ªa Villa y Corte. ?Toda subterr¨¢nea, con miles de t¨²neles superpuestos y millones de veh¨ªculos corriendo hacia ninguna parte por las madrigueras interminables? Ox¨ªgeno sint¨¦tico all¨¢ abajo, intuyo. ?Y arriba, en la superficie? ?Quedar¨¢ aire? (ya no habr¨¢ ¨¢rboles). Seg¨²n parece, tampoco vamos a tenerlo nada f¨¢cil los madrile?os de hoga?o empe?ados en seguir circulando por el mundo exterior. Hoy mismo leo cosas terribles acerca de ominosas gr¨²as llev¨¢ndose en un futuro pr¨®ximo los coches que excedan el tiempo l¨ªmite en zona ORA, y tambi¨¦n sobre la autorizaci¨®n expresa para aparcar en doble fila (?m¨¢s?) a los veh¨ªculos dedicados a la carga y descarga. Veo asimismo una apocal¨ªptica amenaza, o conato de, relativa a la posible reinstauraci¨®n del odiado cepo, "ya que nos lo permite la ley".
As¨ª que sum¨¢monos de nuevo en el hoy, lo que me permitir¨¢ anotar algunas novedades registradas en el imperio del parking municipal, donde jam¨¢s se pone el sol, acaso porque nunca sali¨®. All¨¢ por enero contaba yo aqu¨ª que, tras un dilatado periodo de observaci¨®n del aparcamiento p¨²blico situado en General Per¨®n (m¨¢s o menos, como un astr¨®nomo buscando agujeros negros), no hab¨ªa conseguido detectar la entrada de un solo coche. Bueno, pues el excelent¨ªsimo Ayuntamiento tampoco, seg¨²n parece, pues un vistoso cartel amarillo anuncia la pr¨®xima reconversi¨®n del susodicho cubil en "priv¨¦".
Y me s¨¦ otro: en el palaciego parking para residentes de la plaza de Oriente se ha instalado hace poco una tradicional cadena de retrete, pura y entra?able tecnolog¨ªa hispana. La cadena luce un cart¨®n donde se lee, escrito a mano, "para abrir la puerta, tire de la cadena". ?Puede originar esta asociaci¨®n paulovianas reacciones fisioescatol¨®gicas en el usuario? El tema no ha sido investigado a¨²n cient¨ªficamente, pero mientras tanto el conductor va y tira, y la verja de salida se abre estupendamente.
Y digo yo que si hemos accedido al euro como quien lava, no debe ser s¨®lo por el is¨®crono tes¨®n de nuestros l¨ªderes, sino tambi¨¦n por el genio de nuestros inventores.
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