La acci¨®n judicial contra Microsoft divide a la clase pol¨ªtica de Estados Unidos
Figuras del Partido Republicano apoyan la denuncia y otras defienden a Bill Gates
El pulso entre el Gobierno de Estados Unidos y la empresa Microsoft, que ma?ana se traducir¨¢ en una primera comparecencia de las partes ante el juez Thomas Penfield Jackson, ha dividido a la clase pol¨ªtica norteamericana como pocos asuntos en los ¨²ltimos a?os. Uno y otro bando cuentan con simpatizantes dem¨®cratas y republicanos, que, m¨¢s que por los cl¨¢sicos criterios ideol¨®gicos, se alinean en funci¨®n de los intereses de sus circunscripciones electorales, sus simpat¨ªas por Bill Gates y su visi¨®n del futuro del mundo de la inform¨¢tica y de la red Internet.
Gates despreci¨® durante mucho tiempo a la clase pol¨ªtica de Washington y ahora est¨¢ pagando las consecuencias. Al presidente de Microsoft le est¨¢n faltando apoyos entre los dem¨®cratas, con los que dice compartir una visi¨®n m¨¢s progresista de la vida, y los republicanos, tradicionales defensores de la libre empresa. Es un Gobierno federal dem¨®crata el que present¨® el lunes la demanda contra Microsoft por pr¨¢cticas monopol¨ªsticas, a trav¨¦s de la fiscal general, Janet Reno, pero apoyada por los fiscales de 20 Estados, 6 de ellos republicanos.Entre los m¨¢s destacados opositores de Gates figuran Bob Dole, fracasado aspirante a la Casa Blanca en 1996 por el partido del elefante, y tambi¨¦n Orrin Hatch, el republicano que preside el poderoso comit¨¦ de Asuntos Judiciales del Senado. La actitud de este ¨²ltimo es paradigm¨¢tica. Su oposici¨®n a Microsoft se basa en la defensa de los intereses de las empresas de programas para ordenadores de su Estado natal, Utah. M¨¢s inquietante para Gates es el silencio que guardan estos d¨ªas dos defensores ardientes de la libre empresa frente al invervencionismo p¨²blico: los l¨ªderes republicanos en el Congreso, Newt Gingrich y Trent Lott.
Gates cuenta, no obstante, con apoyos republicanos como Mike Sax, senador por el Estado de Washington, donde Microsoft tiene su cuartel general, o Haley Barbour, ex presidente del Comit¨¦ Nacional Republicano, quien proclama: "El Gobierno no deber¨ªa poner sus manos en la industria inform¨¢tica". Pero Barbour es ahora uno de los puntales del flamante lobby de Bill Gates en Washington.
Pocas voces dem¨®cratas se han alzado a favor de Microsoft. Bill Clinton y Al Gore guardan silencio.
Asentado en su feudo de Seattle, en el Estado de Washington, y teniendo el mundo como mercado, Gates se olvid¨® durante a?os del otro Washington, la ciudad del Potomac. Ni contribu¨ªa generosamente a las campa?as electorales de los pol¨ªticos, ni se gastaba sumas importantes en mantener un lobby, un grupo de presi¨®n en la capital. En las elecciones de 1992, Microsoft se situ¨® tan s¨®lo en el puesto 16 entre las empresas del sector inform¨¢tico que aportan fondos a las campa?as pol¨ªticas. Di¨® un total de 53.000 d¨®lares. Pero Microsoft empez¨® a tener problemas en Washington y Gates aprendi¨® la lecci¨®n: ahora contribuye con 300.000 d¨®lares anuales, seg¨²n The Washington Post.
Hace tres a?os, Microsoft no ten¨ªa una oficina de lobby en Washington; ahora, s¨ª. La empresa de Gates se gast¨® en 1997 1"9 millones de d¨®lares en ello. En su n¨®mina figuran cuatro ex congresistas y varias firmas de abogados de la capital.
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