El misterio de los votos perdidos (fin)XAVIER BRU DE SALA
Cuando los intereses tienen donde satisfacerse, las adhesiones sentimentales acaban, salvo alocadas excepciones, sigui¨¦ndoles. La observancia de este simpl¨ªsimo detalle del modo de funcionar de los hom¨ªnidos, incluidos los seis millones, deber¨ªa haber bastado, en el debate catal¨¢n de los ¨²ltimos a?os, para evitar especulaciones desatinadas o interpretaciones desenfocadas de la realidad basadas en suposiciones o, cuando menos, en enormes exageraciones. Seg¨²n los que preferir¨ªan una Catalu?a pol¨ªticamente e identitariamente menos diferenciada, nuestro sistema pol¨ªtico no refleja la realidad porque los socialistas son incapaces de lanzar un mensaje que prescinda del catalanismo -para ellos, s¨®lo pensable en versi¨®n pujolista- en las auton¨®micas. Con menor que mayor fortuna (incluido alg¨²n involuntario patinazo), he intentado en m¨¢s de una ocasi¨®n explicar que el t¨®pico no se corresponde con la realidad. Pero a menudo, una parte de nuestra izquierda experimenta una rigidez intelectual de tal calibre que prefiere ayudar a los suyos a mantenerse derrotados antes que defender los intereses colectivos de sus conciudadanos -que, entre otras partes, est¨¢n tambi¨¦n en la alternancia como mecanismo democr¨¢tico fundamental-. Como en tiempos del antifranquismo, cuando sostuvieron durante d¨¦cadas -hermanados en este punto con los catalanistas resistentes- que el a?o en curso era el ¨²ltimo de la dictadura, se contentan ahora con esperar a que caiga Pujol -siempre a la pr¨®xima, siempre prohibiendo que se le dispute el liderazgo del catalanismo- en vez de elaborar estrategias y alternativas capaces de contar con el apoyo mayoritario del electorado en las auton¨®micas. Primero consideraron que el nacionalismo se suprim¨ªa desde las p¨¢ginas de opini¨®n de los peri¨®dicos y no en las urnas. Y ahora, al celebrar la victoria de Borrell como un aval a sus tesis, olvidan, por ejemplo, el extraordinario apoyo que obtuvo en Girona porque no es consistente con su rara teor¨ªa de la abstenci¨®n espa?olista en las auton¨®micas. Pues bien, ahora dispongo de datos que, si no los interpreto mal, avalan y enriquecen en lo fundamental la tesis que defiendo, adem¨¢s de complementarla con revelaciones espectaculares. Era y sigue siendo obvio que el PSC est¨¢ sentado en dos sillas, por as¨ª decirlo. Pero ahora resulta que CiU tambi¨¦n, e incluso m¨¢s, a juzgar por la franja de electores que decide las victorias de Pujol. Los datos provienen del ICPS (Instituto de Ciencias Pol¨ªticas y Sociales, dependiente de la Universidad Aut¨®noma y de la Diputaci¨®n de Barcelona), de una encuesta propia a partir de la cual Isidre Molas y Oriol Bartomeus han elaborado el impecable trabajo titulado Estructura de la compet¨¨ncia pol¨ªtica a Catalunya, que acaba de publicar el mismo ICPS (y del que dispongo gracias al amable chivatazo del joven polit¨®logo Joaquim Colominas, director de la Fundaci¨®n Trias Fargas). Lo primero que cabe destacar es que aproximadamente un 40% de los catalanes se declaran tan espa?oles como catalanes. De ¨¦stos, alrededor de un 35% se declaran de centro, de centro izquierda o de izquierda (lo que da idea de la acusada despoblaci¨®n relativa del centro derecha y la derecha). Por otra parte, en el espectro pol¨ªtico que va del centro izquierda al centro derecha, los que se sienten m¨¢s catalanes o s¨®lo catalanes rozan el 26%, mientras que los m¨¢s espa?oles o ¨²nicamente espa?oles no llegan a la mitad. Los m¨¢s espa?oles o s¨®lo espa?oles de izquierda son el 4,3% y los de derecha el 1%. Los m¨¢s catalanes o s¨®lo catalanes de izquierda son el 7,6% y los de derecha el 0,7%. De ah¨ª se deduce meridianamente, como se?alan los autores del estudio, que el centro de gravedad de la pol¨ªtica catalana escora hacia el centro izquierda y hacia una ligera preponderancia del sentimiento catal¨¢n. ?Ya se sab¨ªa? Posiblemente. Pero no todos lo quer¨ªan tener en cuenta. Se?alado esto, vayamos al aut¨¦ntico meollo de la cuesti¨®n. ?D¨®nde est¨¢n los votos que otorgan la victoria en las auton¨®micas a CiU y en las generales a los socialistas? Sin duda ya, y para ambas formaciones, no en el catalanismo o en el espa?olismo, sino en la zona de confluencia. Fij¨¦monos, para afinar la afirmaci¨®n, en lo que en octubre del 96 recordaban haber votado en las ¨²ltimas auton¨®micas y generales entre los dos grandes s¨®lo los electores de centro y centro izquierda que se sienten tan catalanes como espa?oles, los que deciden, vamos. De las primeras a las segundas, CiU perdi¨® un 5% de apoyo -se?al de que lo hab¨ªa obtenido-, mientras que los socialistas ganaban cerca de un 4%. Finalmente, y para no abrumar m¨¢s de lo imprescindible con cifras, veamos la diferencia de apoyo del PSC entre unas y otras elecciones por parte de los m¨¢s espa?oles o s¨®lo espa?oles de centro o de izquierda (recordemos que en esta franja la derecha est¨¢ vac¨ªa). En las auton¨®micas, 5,6%, y en las generales siguientes, las del mejor resultado hist¨®rico del PSC, 6,1%. Es decir, la franja del electorado que decide es sociovergente. Es decir, las grandes teor¨ªas sobre el voto de clave espa?ola que se abstiene en las auton¨®micas se fundamentan en el 0,5% del electorado. ?Bravo!
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