?Una prensa fiable?
EI caso Monica Lewinsky no consigui¨® da?ar la credibilidad del presidente Clinton, pero ha dejado malparada la de la prensa norteamericana. Se trata, claro est¨¢, de la prensa que se quiere rigurosa y responsable, la denominada de calidad, que en este caso se dej¨® arrastrar por la prensa sensacionalista, bebiendo en las mismas fuentes an¨®nimas con desprecio a una de las reglas tradicionales del periodismo norteamericano: la identificaci¨®n de las fuentes informativas. Ahora es el momento de lamentarse y de convenir que quiza los m¨¦todos de Matt Drudge -el periodista que dio curso a esas fuentes a trav¨¦s de Internet- sean buenos para el periodismo de Matt Drudge, pero no para el que entronca con la mejor tradici¨®n de la prensa norteamericana.Ser¨ªa exagerado deducir que este episodio ha marcado un antes y un despu¨¦s en la trayectoria de esta prensa. Pero no lo es que ha agudizado la crisis de credibilidad que padece desde hace un tiempo. La conciencia de esta crisis ha aflorado y nadie m¨ªnimamente responsable apuesta por silenciarla y mirar hacia otro lado. Se habla de ella, de sus posibles causas y remedios en cualquier foro period¨ªstico que venga a mano. Y, en este punto, no pod¨ªa ser una excepci¨®n la convenci¨®n anual de la Organizaci6n de News Ombudsmen (ONO), que ha reunido en San Diego (California) a medio centenar largo de defensores del lector, de los que una docena son de Europa, Latinoam¨¦rica y Jap¨®n.
Antes de seguir adelante tengo que confesarles que me asalta una duda. ?Faltar¨¦ al buen gusto cont¨¢ndoles a ustedes historias propias de periodistas como podr¨ªan parecer las tratadas en la convenci¨®n de San Diego? Espero que no sea as¨ª, convenci¨¦ndoles de que estas historias les interesan tanto a ustedes, los lectores, como a nosotros, los periodistas. ?O no es asunto de ambos que el producto informativo que hacemos y leemos sea fiable en lo que dice y asegura que pasa? Los expertos y directores de prensa que han hablado a los defensores del lector reunidos en San Diego han transmitido un ¨²nico mensaje: la credibilidad es el coraz¨®n del negocio period¨ªstico, incluso en su acepci¨®n econ¨®mica y comercial. Y han dado cifras sobre la p¨¦rdida de lectores y anunciado an¨¢lisis sobre las causas de tal p¨¦rdida. Cifras: de 68 millones de ejemplares diarios vendidos en 1989 se ha pasado a los 56 de ahora; el 65% de las personas mayores de 50 a?os se informa a trav¨¦s de la prensa escrita, pero ese porcentaje cae al 19,6% entre las de 18 y 29 a?os. Se comprende que los directores de prensa de EE UU est¨¢n embarcados en la elaboraci¨®n del mayor sondeo jam¨¢s realizado -"examinando nuestra credibilidad", se llama- para descubrir las causas y prejuicios que explicar¨ªan la ola de desconfianza hacia la prensa. En su af¨¢n de recuperar esa credibilidad perdida o seriamente da?ada, algunos editores han propuesto reforzar el papel del defensor del lector en el marco de un sistema informativo responsable y conectado a los lectores.
Hay que decir que esa percepci¨®n positiva, incluso halagadora, sobre su funci¨®n no ha hecho perder a los defensores del lector su sentido cr¨ªtico sobre las dificultades de su labor, como se deja ver en la vi?eta aqu¨ª reproducida, que ilustraba el programa de su convenci¨®n en San Diego. Tampoco sobre el riesgo que les acecha de convertirse en una especie de "secta" o de elemento ornamental, si los componentes de la organizaci¨®n periodistica -propiedad, direcci¨®n y redacci¨®n- no est¨¢n plenamente convencidos de la utilidad de su fumnci¨®n. Y quiz¨¢ por ello prefieren hablar, m¨¢s que de ¨¦tica -una gran palabra-, de profesionalidad, de profesionalismo; es decir, del respeto a reglas sin las cuales no se puede garantizar que una informaci¨®n es viable y merece el cr¨¦dito del lector. Por la misma raz¨®n han insistido en reflexionar sobre casos concretos, como ver, por ejemplo, la forma de conjugar el deber de informar con el humanitario en situaciones de dolor -por desgracia, tan frecuentes en el trabajo informativo-, de modo que se vea que los periodistas tambi¨¦n tenemos coraz¨®n, en contra de lo que a veces parece y algunos creen (que no lo tenemos).
Quiz¨¢ el camino para que la prensa -la norteamericana o cualquier otra con problemas de credibilidad- retome sus cualidades consista en desandar algunos atajos por donde se ha aventurado en los ¨²ltimos tiempos: cuidar las fuentes, mantener el muro que separa las redacciones de los servicios de marketing y publicidad, dejar de interpretar la informaci¨®n hasta el punto de convertirla en opini¨®n, invadiendo el espacio de libertad de juicio de los lectores. La prensa libre e independiente nada tiene que ver con la confesional y de partido o suced¨¢neos. La relaci¨®n con sus lectores se basa en la confianza cr¨ªtica, no en la adhesi¨®n ideol¨®gica. Tanto en EE UU como en Espa?a, los ciudadanos son titulares, por imperativo constitucional, del derecho a la informaci¨®n. ?No es la mejor forma de respetar ese derecho la existencia de una prensa fiable, que ayude cada d¨ªa a sus lectores a formarse un juicio fundado y propio, no inducido, sobre la realidad?
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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