T¨ªmida esperanza en la frontera
La poblaci¨®n situada a ambos lados de la l¨ªnea divisoria de Irlanda prev¨¦ dificultades para el acuerdo de paz
Una furgoneta se detiene en cada esquina de las calles de Dubl¨ªn desde primera hora del domingo. El conductor y su acompa?ante descuelgan los carteles del hist¨®rico refer¨¦ndum sobre el Acuerdo de Stormont. Pero, al norte de la frontera irlandesa, en el condado republicano de Armagh, hay unas pintadas que perdurar¨¢n meses, tal vez a?os. Son los noes, delineados por manos violentas en letras may¨²sculas, que impiden a la poblaci¨®n norirlandesa saborear el ¨¦xito de su apoyo colectivo a la nueva era de consenso pol¨ªtico y comunitario que se avecina en el horizonte.Con esperanza y entusiasmo contenido despert¨® el domingo la isla de Irlanda. El nuevo amanecer, tras el voto mayoritario en favor del Acuerdo de Stormont aventura un futuro prometedor, pero tambi¨¦n un mar de problemas e incertidumbres. ?Fue un s¨ª por la paz. Yo me empe?¨¦ para que mis hijos votaran en esta ocasi¨®n. Es una oportunidad que posiblemente no es ideal, pero es la ¨²nica que tenemos?, explica Grainne Burns, una ama de casa que participa en el Festival de Mayo, que se celebr¨® durante el pasado fin de semana en la ciudad de Dundalk.
Burns no tiene que ir muy lejos para descubrir los peligros que acechan sobre el proyecto pol¨ªtico. En la madrugada de ayer, la polic¨ªa irlandesa intercept¨® en las afueras de su ciudad, fronteriza con el Ulster, un veh¨ªculo cargado de explosivos. Semanas atr¨¢s, los agentes descubrieron un garaje donde disidentes republicanos montaban bombas. ?Pod¨ªamos haber volado todos?, dice con contenida alarma el artista Liam Whyte, ?siempre habr¨¢ un pu?ado de violentos de ambas comunidades decididos a impedir el progreso?.
Los vecinos de Dundalk saben que grupos de disidentes republicanos -cuyo frente pol¨ªtico, el Comit¨¦ Soberan¨ªa 32 Condados, se fund¨® el pasado noviembre tras una escisi¨®n del IRA y el Sinn Fein- tienen fuerte presencia en su ciudad. ?El 90% vive aqu¨ª y trabaja aqu¨ª. No sabemos qui¨¦nes son y nos guardamos mucho de hablar del tema en p¨²blico, pero sabemos que est¨¢n aqu¨ª?, asegura Margaret Brennan, comerciante y amiga de Burns.
El peligo de la violencia y del fracaso de la v¨ªa pol¨ªtica sigue latente. Las pintadas lo recuerdan, y tambi¨¦n lo hacen algunos pol¨ªticos unionistas como Robert McCartney, que se niega a aceptar el veredicto de la mayor¨ªa del electorado. Contrario al acuerdo, McCartney prometi¨® ayer torpedear democr¨¢ticamente en la futura Asamblea de Belfast las iniciativas que tiendan a la mano a los nacionalistas irlandeses y al Gobierno de Dubl¨ªn.
La polic¨ªa de Irlanda del Norte preve¨ªa ayer posibles disturbios y mantuvo cerradas las verjas que separan los barrios protestantes de los cat¨®licos. Kenny Qua estuvo a punto de chocar contra la valla met¨¢lica cuando acud¨ªa a trabajar a la oficina de turismo. ?No creo que pase nada, pero la verdad es que me cogi¨® por sorpresa?, dice. Qua, protestante de 22 a?os, trabaja en Armagh, pero estudia magisterio en la Universidad de Queens, en Belfast. Tanto ¨¦l como sus colegas de estudios miran al futuro con optimismo. ?Los resultados del refer¨¦ndum son excelentes. Estoy contento porque es la primera vez que unionistas y nacionalistas apuestan en consenso por el cambio. Ha llegado el momento de trabajar por el cambio?, explica animado.
Qua interpreta que los norirlandeses han lanzado un mensaje de paz a los violentos de ambos sectores de la comunidad. Su voto se dirigi¨® a los disidentes republicanos, que en las ¨²ltimas semanas intentaron volar una comisar¨ªa de Armagh en dos ocasiones. ?Ya no hay lugar para la violencia. El refer¨¦ndum demuestra que queremos dejarla atr¨¢s y comenzar a dialogar los unos con los otros?, afirma.
Su optimismo se enturbia al analizar las posibilidades reales de un r¨¢pido progreso en el nuevo panorama pol¨ªtico. ?No podemos avanzar deprisa porque queda mucho por resolver. El decomiso de las armas (de los grupos paramilitares) y la confianza en el ¨¦xito de la nueva Asamblea son algunos de los obst¨¢culos que debemos solventar?, explica resignado. Qua no conoci¨® el Parlamento auton¨®mico de los a?os setenta, pero es consciente de que no funcion¨® la f¨®rmula dise?ada entonces de gobierno compartido entre unionistas y nacionalistas. ?Existen muchas dudas de que acierten esta vez. Tan s¨®lo espero que los partidos olviden sus diferencias pol¨ªticas y trabajen juntos para resolver los problemas que preocupan a la gente, como vivienda, empleo y sanidad?, dice.
Frente al optimismo de los j¨®venes -Qua lo achaca a que su generaci¨®n ha podido escapar de los guetos y entablar amistades con estudiantes de ambas comunidades-, los mayores expresaban ayer pocas esperanzas de lograr la paz y prosperidad. ?Los grupos de disidentes son incontrolables. Continuar¨¢n haciendo lo que les venga en gana y destruir¨¢n el acuerdo?, predice Brennan. Whyte, por su parte, pronuncia una frase que est¨¢ en la boca de toda la poblaci¨®n de la isla: ?Es muy pronto para hablar de progresos. Tenemos que esperar y ver?.
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