Primero, la verdad
ES LA HORA de la justicia. El primero de los sumarios del caso GAL, relativo al secuestro de Segundo Marey, llega a su momento procesal decisivo. A partir de hoy, con todas las garant¨ªas judiciales, comienza en el Tribunal Supremo la vista que debe conducir al esclarecimiento de los hechos.Durante un largo tiempo, al amparo de la mayor¨ªa absoluta del PSOE y de una escasa sensibilidad social frente a los excesos en la lucha antiterrorista, el caso Marey qued¨® en la oscuridad. Las condenas a los ex polic¨ªas Amedo y Dom¨ªnguez parec¨ªa que iban a dejar cerrado el caso, con la asunci¨®n por parte de ¨¦stos de un papel de chivos expiatorios que les ser¨ªa recompensado. Pero la victoria del PSOE en 1993, frente a un PP que no hab¨ªa contado con la derrota entre sus c¨¢lculos, marc¨® un radical cambio en los acontecimientos. Amedo y Dom¨ªnguez modificaron sus declaraciones ante el juez Garz¨®n, protagonista de un apasionado episodio de fascinaci¨®n y ruptura con Felipe Gonz¨¢lez, y el caso GAL fue resucitado.
Las denuncias de la prensa, lideradas curiosamente por quienes a?os atr¨¢s hab¨ªan contribuido de modo activo a banalizar los hechos, encontraron eco en una oposici¨®n encolerizada por su derrota. Empez¨® entonces un carrusel de torpezas de los gobernantes socialistas, incapaces de asumir las responsabilidades pol¨ªticas que, sin duda, les correspond¨ªan. Su empecinamiento en no querer dar siquiera una explicaci¨®n a la ciudadan¨ªa fue creciendo, al tiempo que se revelaban detalles de la guerra sucia y de su relaci¨®n con comportamientos corruptos.
El Gobierno de Gonz¨¢lez pag¨® estos desmanes con la p¨¦rdida de las elecciones en 1996. Pero la sombra de los GAL sigui¨® persiguiendo a los socialistas, empe?ados en la defensa numantina de Barrionuevo y Vera, hasta que la victoria de Borrell en las primarias tuvo un efecto cat¨¢rtico entre sus militantes y el significado de simbolizar, ante la sociedad, el paso de p¨¢gina. Es el momento de la justicia, y cualquier adherencia pol¨ªtica es un estorbo. Dejemos a un lado las responsabilidades pol¨ªticas que en su d¨ªa no se quisieron asumir. Ahora ya es tarde. Dejemos tambi¨¦n el uso y abuso pol¨ªtico que del caso GAL hizo el Partido Popular desde la oposici¨®n, cuando viv¨ªa con desesperaci¨®n su incapacidad para desalojar a Gonz¨¢lez, y dejemos tambi¨¦n las conspiraciones y los chantajes que han rodeado toda esta historia.
Es hora de que todo esto quede al margen para que la justicia ocupe el espacio central. Lo que en este momento se necesita es esclarecer la verdad, toda la verdad, en la medida en que sea posible. Puede que quepa invocar algunos atenuantes. Es tan leg¨ªtimo pensar que operaciones de esta gravedad y envergadura s¨®lo se pod¨ªan hacer con el visto bueno de las altas jerarqu¨ªas de la l¨ªnea pol¨ªtica de mando como que, si se opt¨® por este camino, fue porque era un procedimiento que ya estaba en marcha, que ya hab¨ªa sido empleado por gobiernos anteriores. Tambi¨¦n ser¨ªa bueno que sobre estas cosas se pudiera establecer la verdad. El tribunal debe, obviamente, tener en cuenta las estrategias sobre las que se montaron las denuncias, en la medida en que puedan afectar a las garant¨ªas de los procesados. Las declaraciones de los arrepentidos, utilizadas como transacci¨®n para mejorar sus posiciones, no pueden ser dejadas de lado, pero tampoco ser recibidas sin sospecha. Y cuando ha habido un largo trasiego de mensajes y sugerencias entre arrepentidos, testigos, periodistas y responsables pol¨ªticos, esclarecer estos hechos tiene tambi¨¦n su importancia procesal. Todo ello, sin distorsionar la jerarqu¨ªa de los hechos.
La realidad primera es que un grupo de personas armadas, en conexi¨®n con el aparato del Estado, secuestraron y torturaron a Segundo Marey. Y ¨¦sos son los hechos sobre los que la justicia ha de pronunciarse. La decisi¨®n de la justicia debe producirse en las mejores condiciones posibles para la objetividad.
Deben rechazarse, por tanto, todos los intentos de ¨²ltima hora de seguir politizando el juicio. Ni la pegatina ?Yo tambi¨¦n soy Barrionuevo?, una insensata iniciativa de sectores socialistas que muestra una sensibilidad para con los acusados que no tienen con las v¨ªctimas, ni las declaraciones de Felipe Gonz¨¢lez colocando a la justicia ante problemas pol¨ªticos que no son de su incumbencia, son aceptables cuando ya s¨®lo los tribunales deben decidir. Como tampoco lo es que desde determinados medios de comunicaci¨®n, arropados por sectores del partido del Gobierno, hayan dictado ya su sentencia, con el ¨²nico objetivo de rechazar de antemano cualquier decisi¨®n judicial que no concuerde con sus deseos.
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