"El oruga": agente de seguridad
Se llama Auriga alias El oruga y, con menos de un a?o de vida, es m¨¢s duro que cualquier agente de seguridad. Ha sido programado por sus creadores con una misi¨®n muy clara: vigilar e inspeccionar en aquellas zonas peligrosas para el hombre. Auriga es hijo del proyecto Control Inteligente de Robots (CIRO), un proyecto en el que participan los departamentos de Ingenier¨ªa, Sistemas y Autom¨¢tica de las universidades de M¨¢laga, Sevilla y Vigo, adem¨¢s del Instituto de T¨¦cnicas Aeroespaciales de Torrej¨®n de Ardoz. Por su estructura met¨¢lica, el oruga tiene una ventaja frente al vigilante tradicional de seguridad: puede custodiar aquellos lugares que, como una central el¨¦ctrica o una nevera industrial, presentan condiciones adversas para el hombre. Y no s¨®lo eso. "Tambi¨¦n puede realizar tareas que al humano le resultan m¨¢s complejas o tediosas como no sucumbir a la rutina a la hora de hacer rondas, seg¨²n explic¨® Alfonso Garc¨ªa Cerezo, director del proyecto en M¨¢laga. Pero los vigilanes no tienen que temer que el oruga vaya a robarles los uniformes. "Es ut¨®pico pensar que este robot pueda sustituir al hombre. Siempre va a necesitar un humano que lo supervise", asegura Garc¨ªa. En cualquier caso, sus habilidades est¨¢n todav¨ªa a prueba. "En el laboratorio funciona muy bien, pero otra cosa es la producci¨®n a nivel de mercado". A pesar de lo esc¨¦ptico que pueda sonar, Garc¨ªa cree que en medio a?o podr¨¢ poner a Auriga al servicio de toda empresa que pague unos dos millones de pesetas, la mitad de lo que ha costado en la investigaci¨®n. El oruga -al que se apod¨® as¨ª por su forma de arrastrarse y subir escaleras, incluso en terreno sinuoso- "tiene un m¨ªnimo de inteligencia". Eso s¨ª, artificial. "Puede tomar decisiones y actuar de forma aut¨®noma seg¨²n los criterios que le fijemos". No puede, ni aunque alguien se lo ordene, chocar con objetos ni atropellar a nadie y se puede limitar su movimiento a una superficie determinada. "As¨ª evitamos que se pueda averiar por el manejo de una persona inexperta". El ¨²nico arma del oruga es la c¨¢mara de v¨ªdeo. A pesar de su mente calculadora, o tiene licencia para matar. La raz¨®n es obvia: "No puede distinguir a un ladr¨®n de un despistado que se cuele en una nave industrial", dice Garc¨ªa. Al menos est¨¢ capacitado para avisar y dejar el trabajo de reducir a un criminal a un agente de carne y hueso. Y tambi¨¦n se le puede "implementar con herramientas de control inteligente para transportar objetos o tomar muestras donde exista riesgo f¨ªsico para el hombre, como en un incendio o un desastre en una central nuclear". Construir el robot lleva tras de s¨ª una inmensa labor de investigaci¨®n. En ¨¦l se integran las dos estructuras b¨¢sicas de control de robots m¨®viles: la planificada y la reactiva. La primera le prepara para recibir ¨®rdenes del tipo "de d¨®nde salir, a d¨®nde ir y c¨®mo llegar", pero s¨®lo le permite moverse en un espacio conocido. Por eso se le ha incorporado la segunda -"a misma que hace un ciego con un bast¨®n"- y que le permite explorar territorios desconocidos. Lo m¨¢s curioso es que va incorporando la nueva informaci¨®n: es decir: que aprende. Al verle subir y bajar, nadie dir¨ªa que el oruga oculta tanta inteligencia. De ¨¦l no asoma el menor gesto de humanidad. Pero, como explica Garc¨ªa, "la idea de un robot que se asemeja al hombre pertenece m¨¢s a la ficci¨®n que a la realidad". Y tiene sus razones: "Si quieres un robot que te limpie la casa, no tiene sentido que te compres uno con forma de chacha".
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