La huella del delito
Trastornos del sue?o, estados de ansiedad, cansancio e irritabilidad son las secuelas, de menor entidad, que normalmente sufren las v¨ªctimas de un delito durante un largo periodo de tiempo. A estas consecuencias se suman otras, como alteraciones de la memoria, depresi¨®n y amnesia, en los casos m¨¢s graves, seg¨²n explica el jefe del Hospital Psiqui¨¢trico de Vitoria, Jes¨²s Ezkurra. ?l, como otros especialistas en la materia, debe tratar a menudo a pacientes a los que un choque traum¨¢tico ha dejado una profunda huella, que s¨®lo el paso del tiempo y la asistencia m¨¦dica puede resolver. Una encuesta realizada en septiembre del a?o pasado por el Gobierno vasco sobre seguridad ciudadana y delincuencia ha puesto de manifiesto la importancia del impacto psicol¨®gico que el delito ten¨ªa en las v¨ªctimas. El mayor choque reflejado correspond¨ªa a las v¨ªctimas de agresiones f¨ªsicas y robos en domicilios y el menor, a los atracos en comercios y sustracciones de veh¨ªculos. Para Ezkurra, las repercusiones psicol¨®gicas de hechos delictivos no difieren en exceso de las que sufren otros pacientes tras vivir un suceso traum¨¢tico. Distingue este especialista entre acontecimientos generales, como puede ser un desastre natural, e individuales. Entre estos ¨²ltimos equipara la reacci¨®n de la v¨ªctima de un delito a la que experimenta quien ha sufrido un accidente, la muerte de un familiar querido o la p¨¦rdida de un empleo, aunque establece diferentes grados en funci¨®n de la dimensi¨®n y gravedad del hecho. El proceso es, no obstante, muy similar. Como ejemplo, en el caso concreto de una violaci¨®n o de una agresi¨®n, Ezkurra establece una serie de estadios que comienzan en el momento de sufrir el ataque con un sentimiento en la v¨ªctima de p¨¢nico e impotencia. Tras superar esta fase, viene la aceptaci¨®n del hecho que est¨¢ aconteciendo, cuya finalidad es sobrevivir: "Es el dejarse hacer para que no ocurra algo peor". Tras la materializaci¨®n de la agresi¨®n, el ofendido puede experimentar "una justificaci¨®n de la ofensa, el llamado s¨ªndrome de Estocolmo". Al tomar conciencia de haberse sometido, la v¨ªctima sufre sentimientos de humillaci¨®n, desvalorizaci¨®n y culpabilidad. "Cree que es culpable del hecho por haber consentido, por no haberse resistido", afirma el psiquiatra. El proceso puede variar en funci¨®n de la personalidad y la autoestima de quien sufre la agresi¨®n. Sin embargo, independientemente de esta circunstancia y del tipo de hecho soportado, las v¨ªctimas tienen siempre un fuerte sentimiento de injusticia por lo que les ha ocurrido. Las secuelas que se derivan de la realizaci¨®n de un acto il¨ªcito son muy diversas y de muy diferentes grados. Pesadillas y trastornos del sue?o son las m¨¢s comunes, junto a estados de ansiedad y nerviosismo. El responsable del psiqui¨¢trico vitoriano apunta a la depresi¨®n como una de las patolog¨ªas m¨¢s habituales entre las v¨ªctimas de delitos especialmente dolorosos, como las agresiones sexuales. Mecanismo de defensa Otros efectos secundarios son trastornos de la memoria y de la atenci¨®n, irritabilidad, estr¨¦s e incluso amnesias selectivas que se producen sin que haya habido ninguna lesi¨®n ps¨ªquica que las justifiquen y que act¨²an a modo de mecanismo de defensa contra el sufrimiento. Ezkurra destaca las dificultades que estos pacientes encuentran para salir adelante. "Continuamente piensan en lo que les ha ocurrido; es un bombardeo persistente del que el individuo por mucho que lo intente no puede salir", explica. Las secuelas no se limitan al aspecto ps¨ªquico, sino que pueden ser tambi¨¦n de tipo som¨¢tico como casos de debilidad y de cansancio. La comprobaci¨®n de la importante repercusi¨®n psicol¨®gica que tiene en las personas el ser v¨ªctimas de un delito impuls¨® hace ocho a?os la apertura en Bilbao del primer Servicio Vasco de Atenci¨®n a la V¨ªctima. En 1994, se abri¨® el de San Sebasti¨¢n y un a?os m¨¢s tarde, el de Vitoria. Durante este tiempo han atendido en conjunto a m¨¢s de 5.000 personas. Creadas por el Gobierno vasco y ubicadas en los palacios de Justicia de las tres capitales, las oficinas -que ofrecen los servicios de expertos en Derecho, psic¨®logos y trabajadores sociales- tratan de devolver a las v¨ªctimas la confianza tanto en s¨ª mismas como en la justicia y contribuir a paliar el sufrimiento de las que hasta hace poco eran las grandes olvidadas del sistema judicial. Estos organismos pretenden evitar que se produzca la denominada "segunda victimizaci¨®n", experiencia por la que pasan los agredidos cuando, tras sufrir el delito, no encuentran ni informaci¨®n sobre sus derechos ni asistencia inmediata. Para los expertos, esta situaci¨®n puede ser incluso m¨¢s perjudicial que el propio hecho delictivo, al tiempo que genera actitudes de rechazo y desconfianza. Seg¨²n una estad¨ªstica elaborada por el Departamento de Justiciad, un 63% de los atendidos en estos servicios son mujeres. Por edades, la franja comprendida entre los 26 y los 45 a?os supone el 53% de los usuarios. Los hechos delictivos m¨¢s frecuentes sufridos por las v¨ªctimas que los utilizan son lesiones, amenazas, coacciones y agresiones sexuales.
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