Miguel Abell¨¢n arma un alboroto
Un aut¨¦ntico alboroto arm¨® Miguel Abell¨¢n con su toreo de capa al sexto novillo. Lo recibi¨® de rodillas con dos largas cambiadas y luego se plant¨® en el centro del redondel, junt¨® las zapatillas, y se puso a pegar ver¨®nicas, lances del delantal, un deslumbrante abanico de revoleras, sin mover ni un pie. Se dir¨ªa que ni un pelo del cabello se le mud¨® de sitio. Tan pimpante se fue de la cara del novillo tras dejarlo sometido y turulato, mientras la plaza entera se pon¨ªa en pie rompi¨¦ndose las manos de aplaudir.Sigui¨® adelante Miguel Abell¨¢n. En plena apoteosis corri¨® al novillo por rogerinas, entr¨® al quite por burjassotinas, remat¨® rodilla en tierra, y a muchos espectadores les iba a dar un s¨ªncope.
Torre¨®n / L¨®pez, Serna, Abell¨¢n Novillos de El Torre¨®n (uno devuelto por inv¨¢lido), bien presentados, varios sospechosos de pitones, inv¨¢lidos, pastue?os
2?, sobrero de Alejandro V¨¢zquez, tipo eral, encastado. L¨®pez Chaves: estocada corta atravesada perdiendo la muleta y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada (ovaci¨®n y salida al tercio). V¨ªctor de la Serna, nuevo en esta plaza: pinchazo, otro hondo - aviso y dobla el novillo (silencio); estocada corta saliendo trompicado (ovaci¨®n y salida al tercio). Miguel Abell¨¢n: estocada perdiendo la muleta (dos orejas); pinchazo bajo y estocada (oreja); sali¨® por la puerta grande. Plaza de Las Ventas, 26 de mayo. 21? corrida de abono. Cerca del lleno.
De rodillas empez¨® tambi¨¦n Miguel Abell¨¢n la faena de muleta. Se dir¨ªa (es s¨®lo una impresi¨®n) que pretend¨ªa emular a Eugenio de Mora, desbancarle del pedestal donde le hab¨ªa situado su salida por la puerta grande el domingo anterior. La estructura de la faena era la misma, efectivamente: muletazos por alto, redondos con las dos rodillas pegadas a la arena, de propina un cambio de mano sensacional. Y los derechazos...
Comentaban aficionados que estos toreros modernos son muy de derechas. Todo por la derecha. Vengan derechazos. La primera faena de Miguel Abell¨¢n, premiada con los m¨¢ximos trofeos, hab¨ªa sido derechacista a tope. Templaba los derechazos, marcaba largas las docil¨ªsimas embestidas. Pero aquello de cargar la suerte -tan fundamental; lo que produce la emocionante hondura del toreo- ya era distinta cuesti¨®n.
En ambas faenas hizo Miguel Abell¨¢n sendas concesiones al toreo que dicen ser y llamarse natural. Debieron ser concesiones graciosas porque las faenas iban ya de vencida, y el toreo que dicen ser y llamarse natural lo redujo a unos pocos, despegados y vulgarcitos. De todas formas a nadie import¨® y reemprendi¨® raudo los derechazos, los pases de pecho ce?idos, las trincherillas toreras; se ajust¨® en los ayudados finales, mat¨® decidido y provoc¨® el delirio.
Borr¨® a sus compa?eros de terna Miguel Abell¨¢n y a¨²n podr¨ªa decirse que barri¨® a todo el escalaf¨®n. Triunfos de esta envergadura no se han conocido en lo que va de feria. Sin embargo los compa?eros de terna de Miguel Abell¨¢n tambi¨¦n ten¨ªan su corazoncito. Y si se les mide por el toro que cada cual lidi¨® habr¨ªa bastante que hablar.
La novillada result¨® de un sometimiento rayano en la borreguez. Pero sali¨® un sobrero de Alejandro V¨¢zquez y pese a su desmedrada estampa desarroll¨® fortaleza, sac¨® casta y tuvo mucho que torear. Le correspondi¨® al debutante V¨ªctor de la Serna, que par¨® su abanta salida con valor y t¨¦cnica, y derroch¨® pundonor en la faena de muleta.
La verdad es que tanto esta faena al sobrero como la que hizo al quinto evidenciaron muchas lagunas, problemas de temple, carencia de recursos lidiadores. En realidad lo que le faltaba al torero era tablas. Alguien del tendido se chiv¨®: ??Est¨¢ usted muy verde!? De ser cierto, tampoco pasar¨ªa nada: lo que est¨¢ verde acaba madurando; es cuesti¨®n de tiempo.
Lo malo ser¨ªa que V¨ªctor de la Serna se hubiera presentado medroso o con la vocaci¨®n laboral propia de los vulgares pegapases. Mas fue todo lo contrario. A diferencia de sus experimentados colegas, enseguida se echaba la muleta a la izquierda, citaba seg¨²n mandan los c¨¢nones. Y si pocos naturales le salieron completos, pudo apreciarse que sent¨ªa mejor el toreo con la izquierda que con la derecha.
L¨®pez Chaves, por el contrario, es un derechacista convencido y lo demostr¨® en el transcurso de dos largas faenas concebidas al uso de la ¨¦poca. Faenas encimistas, desligadas, reiterativas, con alg¨²n aderezo de espaldinas y manoletinas, que vuelven a estar de moda. Voluntad no le faltaba, demostr¨® valor, entr¨® a quites. Pero su toreo dec¨ªa poco y tuvo la mala fortuna de que se quedara en nada despu¨¦s de la espectacular irrupci¨®n de Miguel Abell¨¢n arras¨¢ndolo todo.
La entrega, la garra, la autoridad de Miguel Abell¨¢n produjeron una enorme conmoci¨®n. Tras salir triunfante en medio de un clamor por la puerta de Madrid, gran parte del p¨²blico a¨²n segu¨ªa en sus localidades, estremecido y perplejo, como si hubiera visto visiones.
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