Tres patas para un banco
Era el cartel m¨¢s rematado, el festejo de mayor expectaci¨®n, la madre de todas las corridas porque interven¨ªan las tres figuras de la ¨¦poca, los tres tenores, los tres pilares de la fiesta. Eso comentaban por all¨ª antes de empezar. Pero empez¨® y m¨¢s bien parec¨ªan tres patas para un banco.Se ha mencionado banco sin ninguna intenci¨®n perversa. El banco de referencia podr¨ªa ser uno de los del Retiro que cojean; no el Banco de Espa?a ni ning¨²n otro de acreditada solidez.
Aunque podr¨ªa valer el s¨ªmil. Por los subconscientes del p¨²blico rondaba la cuesti¨®n econ¨®mica y muchos recelaban que los tres tenores hab¨ªan venido a cobrar. Una millonada les pagaron. Y, a guisa de plus, impon¨ªan sus condiciones. Primera y principal: el toro, para el gato.
Murteira / Joselito, Ponce, Rivera Toros de Murteira Grave, mitad presentables, mitad sin trap¨ªo, inv¨¢lidos, mansos, borregos
La corrida anunciada de Aldeanueva fue rechazada en el reconocimiento. Joselito: pinchazo, media, rueda de peones, dos descabellos - aviso - y dobla el toro; media. Enrique Ponce: pinchazo, otro hondo y dos descabellos; pinchazo, media trasera, ruedas de peones - aviso - y dos descabellos. Rivera Ord¨®?ez: dos pinchazos y estocada perdiendo la muleta; tres pinchazos - aviso -, dos pinchazos m¨¢s y cinco descabellos. (Silencio en los seis). Los tres matadores fueron despedidos con protestas; el presidente, con gran bronca. Plaza de Las Ventas, 27 de mayo. 22? corrida de abono. Lleno.
Si no quieren toro y ha de ser gato, ya est¨¢n planteando una vidriosa cuesti¨®n. ?Aceptar¨¢n los veterinarios el gato en el reconocimiento? ?Lo aceptar¨¢ el p¨²blico? Y si pasa el gato todos los fielatos ?las tres figuras ser¨¢n capaces de torearlo?
Respuestas: s¨ª a la primera; a la segunda, depende; no a la tercera.
Los veterinarios rechazaron la corrida de Aldeanueva pero aprobaron la sustituta de Murteira que se trataba de los mismos perros con distintos collares. Los veterinarios da la sensaci¨®n de que, salvado el fuero, les trae sin cuidado el huevo.
Saltaron los perros-toros a la arena, se apreci¨® que varios carec¨ªan de trap¨ªo, estaban absolutamente inv¨¢lidos, la mayor¨ªa tra¨ªan aires de drogadictos. Pese a lo cual los tres fen¨®menos de la naturaleza fueron incapaces de esbozar un solo lance o de apuntar un solo pase dignos de tal nombre. Aquellos subproductos de la caba?a nacional, a¨²n derrotados y adormecidos, acabaron desvelando el nivel de incompetencia de los tres.
Vaya tres patas para un banco. Joselito, venga a pegar vueltas antes de ponerse a torear, se las daba de maestro con los ademanes mientras con los hechos ofrec¨ªa un desastrado y bochornoso perfil de su condici¨®n torera. Enrique Ponce, que va de superdotado, se pasaba lejos las espor¨¢dicas embestidas y pretend¨ªa disfrazar de creaciones art¨ªsticas sus falsas, mon¨®tonas e interminables porf¨ªas, el trapo a un lado, con el brazo estirado cuanto daba de s¨ª al estilo guardabarrera. Rivera Ord¨®?ez, que tiene hecha fama de gallito, tampoco se cruz¨® nunca y met¨ªa pico a mansalva, lo mismo al toro que embisti¨® como al sexto, ¨²nico problem¨¢tico por su dificultosa mansedumbre.
La corrida del a?o, dec¨ªan que era. Y el todo Madrid se lleg¨® a la plaza. En el palco la madre del Rey, que a estos efectos ni deber¨ªa citarse porque es cliente habitual. Abajo, poblando tendidos, banqueros y modelos, futbolistas y arist¨®cratas, genios del arte y del cante, intelectuales representativos de toda disciplina y toda tertulia de caf¨¦, gach¨ªs y gaches buscando l¨ªo, vividores en permanente ojeo, hacendados intentando quit¨¢rselos de encima, miembros de jurados taurinos, ilustres personajes cuya principal virtud es estar en todas las salsas y que estos d¨ªas de feria se apuntan a todos los banquetes y se ponen de comer como chotos con dos madres.
Estaban asimismo, evidentemente, los aficionados del 7. ?Que salga el toro?, clamaba -por ejemplo- uno de ellos, y la variopinta grey antes citada comentaba con irritaci¨®n mal contenida: ?Ya est¨¢n los del 7?. En realidad, y a salvo rar¨ªsimas excepciones, eso es lo ¨²nico que sabe de la fiesta la meritada grey: que est¨¢n los del 7.
Por una vez en la vida los del 7 no permanecieron hasta el final. Al ver la catadura del sexto, hartos ya, dijeron adi¨®s con la manita y se marcharon. Otros espectadores habr¨ªan hecho lo mismo, s¨®lo que antes. Aquella inaudita sesi¨®n de borregos y de pelmazos pegapases era insoportable. Los tres tenores no daban para m¨¢s. A cualquiera de ellos en vez de esos toros impresentables e in¨²tiles les sacan uno entero encastado que embista, y hay que ir a buscarlos a la rep¨²blica de Andorra.
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