El movimiento perpetuo
El reciente debate sobre el estado de la naci¨®n permiti¨® comprobar que Aznar y su Gobierno insisten en atribuirse, en una demostraci¨®n arrolladora de mal gusto, los m¨¦ritos de la mejora de los indicadores econ¨®micos; y, lo que es peor, ya que el autobombo resulta disculpable en cualquier Gobierno y no es el del PP quien ha inventado la capitalizaci¨®n de ¨¦xitos en los que no tiene arte ni parte, pretende hacer creer a la opini¨®n p¨²blica que el equipo econ¨®mico de Aznar ha encontrado la piedra filosofal que buscan no s¨®lo los economistas, sino los magos, los especuladores, las empresas, los trabajadores, las ONG y todo el orbe cristiano, que es el crecimiento estable sostenido . Con esta f¨®rmula maravillosa, fabricada en los laboratorios del PP gracias a su innovadora pol¨ªtica econ¨®mica -que pocos conocen con exactitud, aunque se sospecha que consiste en la habilidad para maquillar la contabilidad del Presupuesto, una carrera de privatizaciones de la que se desconoce totalmente el destino de los ingresos obtenidos y una serie de liberalizaciones de vuelo corto cuyo impacto sobre los precios ha sido nulo-, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha sido capaz de asegurar a los ciudadanos espa?oles que ?en tres o cuatro a?os estar¨¢ resuelto el problema del paro?.?Y en qu¨¦ consiste el providencial crecimiento sostenido estable (o estable sostenido , que tanto da) que, seg¨²n repiti¨® Aznar hasta la extenuaci¨®n (de los diputados), es la clave de las mejoras en la ocupaci¨®n y el desempleo -adem¨¢s del efecto estacional de la Semana Santa, se entiende-? Pues en una simplificaci¨®n conceptualmente abusiva, importada de Estados Unidos, que pretende demostrar que es posible mantener altas tasas de crecimiento econ¨®mico sin que la presi¨®n de la demanda produzca aumentos de precios. Algunos economistas estadounidenses, del ala m¨¢s neoliberal, tan agradecida por aquellos pagos, observaron at¨®nitos que la econom¨ªa de su pa¨ªs se manten¨ªa durante m¨¢s de cinco a?os con tasas altas de crecimiento del PIB y tasas bajas de inflaci¨®n, sin que se produjeran los signos de maduraci¨®n del ciclo econ¨®mico, que consisten, entre otros, en estrangulamientos de oferta, subidas de los precios o crecimientos salariales. Explicaron tal fen¨®meno como una consecuencia de los nuevos ¨®rdenes de magnitud de los mercados; efectivamente, en la hip¨®tesis de un mercado global, tan amplio como el mundo, el impacto de los aumentos bruscos de demanda no existir¨ªa, pues ser¨ªan contrarrestados te¨®ricamente por la capacidad de oferta global. Consecuencia: el fin de la inflaci¨®n -de demanda- y carpetazo a los ciclos econ¨®micos. Como en las reaccionarias hip¨®tesis de Francis Fukuyama, la historia econ¨®mica hab¨ªa terminado.
Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y su corte de propagandistas econ¨®micos, propios y asociados, acaba de apropiarse de la f¨®rmula del crecimiento estable, probablemente import¨¢ndolo como variante degradada procedente de alg¨²n master apresurado en el parvulario de cualquier universidad con actividades veraniegas. La l¨®gica de la enso?aci¨®n es impecable: si es posible mantener un crecimiento econ¨®mico sostenido sin inflaci¨®n, no ser¨¢ necesario frenar el crecimiento con pol¨ªticas antiinflacionistas y, por lo tanto, la propia velocidad de crucero de la econom¨ªa crear¨¢ los puestos de trabajo necesarios para acabar con el desempleo. La imagen se refuerza a s¨ª misma cuando se comprueba que los tipos de inter¨¦s est¨¢n en m¨ªnimos hist¨®ricos y que el d¨¦ficit p¨²blico disminuye -bueno, eso parece- sin cesar. La estabilidad estar¨ªa garantizada ad infinitum, y, en consecuencia, la eliminaci¨®n del paro -aunque sin precisar si es el estructural, el coyuntural, con contratos a tiempo parcial o estables- habr¨ªa que darla por hecha, incluso a corto plazo.
En econom¨ªa, como ciencia (o seudociencia) aproximativa que es, caben casi todas las proyecciones; incluso que llueva despu¨¦s de cinco a?os de sequ¨ªa, aumente la producci¨®n agr¨ªcola y bajen los precios de los alimentos. Por ejemplo. Cabe tambi¨¦n que, alg¨²n d¨ªa, el estribillo del crecimiento estable sostenido que vende el se?or Aznar sea algo pr¨®ximo a la realidad. Am¨¦n. Pero, incluso en ese caso, una prudencia elemental recomienda esperar a que el tiempo confirme el milagro antes de ofrecer, a cambio de votos o de fatua propaganda, expectativas cuyo fracaso ser¨¢ muy doloroso para una parte de la sociedad. No es la primera vez que se produce un descenso continuado del paro en Espa?a; deducir de ello que la disminuci¨®n proseguir¨¢ indefinidamente, incluso en condiciones de baja inflaci¨®n y moderado (?cu¨¢nto de moderado, en realidad?) d¨¦ficit p¨²blico, es, como poco, una irresponsabilidad. Bien est¨¢ que, seg¨²n la concepci¨®n econ¨®mica dominante -la que ha generado el Tratado de Maastricht-, considere que la inflaci¨®n baja y el d¨¦ficit p¨²blico pr¨®ximo a cero son condiciones que facilitan una cierta progresi¨®n en el crecimiento y, por pura definici¨®n, mejores condiciones para afrontar otras situaciones de crisis; pero de ah¨ª a suponer que la econom¨ªa espa?ola ?ha entrado? -precisamente, gracias a la perspicacia de este Gobierno- en un ciclo de crecimiento sin fin que acabar¨¢ ?en tres o cuatro a?os? con el paro -como si ¨¦ste o cualquier otro Gobierno estuviese en condiciones de controlar por s¨ª solo los factores que influyen en el crecimiento-, hay un abismo que solamente Aznar es capaz de superar.
Porque la realidad acaba siempre por imponerse a la magia blanca. Estados Unidos ha mantenido un crecimiento econ¨®mico sostenido, es cierto; pero, cuando se ha aproximado a su tasa de crecimiento potencial, los precios han amenazado con dispararse. Eso es exactamente lo que hubiera sucedido, para desencanto de los defensores del crecimiento estable sostenido , de no mediar la crisis de los mercados asi¨¢ticos. Aviso de ¨²ltima hora: la inflaci¨®n estadounidense subi¨® el 0,2% en abril, el aumento mayor de los precios durante los ¨²ltimos seis meses. La insistencia de Alan Greenspan en su papel de Casandra agorera que amenaza un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n con la subida de tipos de inter¨¦s, puede estar justificada.
El caso de Espa?a es muy diferente, pero cabe usar los mismos argumentos o, por lo menos, exigir las mismas cautelas. La econom¨ªa espa?ola no ha alcanzado todav¨ªa su tasa potencial de crecimiento, y as¨ª se explica la ausencia moment¨¢nea de tensiones inflacionistas. Pero la tasa de crecimiento econ¨®mico se est¨¢ aproximando al 4% -si no se ha rebasado; ya se sabe que la medida estad¨ªstica del producto interior bruto es indirecta y no hay nadie capaz de precisar d¨¦cimas, por m¨¢s que instituciones y economistas se empe?en y finjan polemizar enconadamente sobre decimales-, y las probabilidades de fricci¨®n con los precios aumentan geom¨¦tricamente. El zumbido de las primeras advertencias empieza a o¨ªrse, todav¨ªa lejano. En abril, los precios han subido moment¨¢neamente al 2% en tasa anual -desde el 1,8%-, gracias al desbordamiento del componente de servicios. Por cierto, ?no eran los costes de los servicios los que iban a bajar gracias a la nov¨ªsima pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno de liberalizaciones, privatizaciones y dem¨¢s sortilegios? Quien creyera que este Gobierno iba a liberalizar realmente alg¨²n mercado o disolver de verdad alg¨²n monopolio u oligopolio, aqu¨ª tiene materia de reflexi¨®n.
La credulidad en los mecanismos taumat¨²rgicos y artilugios fant¨¢sticos tiene ilustres antecedentes, as¨ª que no hay que extra?arse del fervor de Aznar. Recu¨¦rdense el motor de agua o los polvos para provocar la lluvia, que tanto entusiasmaron a los pr¨®ceres del franquismo y al propio Franco. El presidente del Gobierno, como el profesor Franz de Copenhague, acaba de descubrir el crecimiento continuo, el equivalente en econom¨ªa al mito del movimiento perpetuo en f¨ªsica. Enhorabuena. Que tome nota la Academia sueca.
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