Alicante libera suelo para construir cerca de 30.000 nuevas viviendas y se prepara para crecer por el sur
Una coyuntura econ¨®mica favorable, la aparici¨®n en escena de la figura jur¨ªdica del urbanizador, el afloramiento del dinero negro ante la llegada del euro y, en menor medida, el crecimiento demogr¨¢fico, condicionan un acelerado desarrollo urban¨ªstico de la ciudad de Alicante. En los ¨²ltimos tres a?os, las autoridades locales han adjudicado, aprobado o proyectado la urbanizaci¨®n de toda la reserva de suelo urbanizable (m¨¢s de 7,5 millones de metros cuadrados), sobre las que se podr¨¢ levantar cerca de 30.000 nuevas viviendas, configurando una urbe capaz de alojar a m¨¢s de 650.000 personas.
Agotada esa reserva, los t¨¦cnicos se preparan para proyectar el crecimiento de la ciudad por los ¨²nicas zonas v¨ªrgenes de construcciones: por el sur, camino de Elche, y hacia el oeste hasta enlazar con Sant Vicent del Raspeig. Alicante no ha registrado nunca un movimiento urbanizador tan virulento como el actual, ni siquiera en las ¨¦pocas de mayor desarrollo demogr¨¢fico por efecto de los movimientos migratorios que dieron paso a los primeros ensanches urbanos y a los barrios dormitorio. Por el norte, centro y oeste, la ciudad ha planificado la construcci¨®n de miles de viviendas de nueva planta, acompasadas con amplias zonas verdes y dotaciones p¨²blicas para dar servicio a una poblaci¨®n que, presumiblemente, se desplazar¨¢ hacia las zonas en las que se proyectan edificaciones abiertas con instalaciones para mejorar la calidad de vida. Un caso similar se ha producido en Valencia, donde est¨¢n en marcha promociones que van a suponer cerca de 20.000 vivienda. Sin embargo, la ciudad pierde habitantes y el casco antiguo es una sangr¨ªa de poblaci¨®n lo que cuestiona abiertamente la liberalizaci¨®n de suelo y la construcci¨®n de nuevas promociones, como la de Orriols, Ademuz o la Avenida de Francia. Seg¨²n los expertos cada a?o se adquieren unas 3.000 viviendas en Valencia. Desde hace tres a?os, la ciudad asiste a un constante goteo de iniciativas urbanizadoras que han conseguido familiarizar a la poblaci¨®n con el argot propio de promotores, constructores y especuladores. Los planes de actuaci¨®n urban¨ªstica o de reforma interior se tramitan en las dependencias municipales y atraen la atenci¨®n de grandes grupos promotores y urbanizadores. Los primeros en desarrollarse afectan a la zona de mayor demanda: la playa de San Juan. All¨ª han sido aprobados y adjudicados proyectos que transformar¨¢n la friolera de 3,8 millones de metros cuadrados, sobre los que se construyen ya m¨¢s de 12.000 viviendas. En otras ¨¢reas urbanas (barrios de Garbinet, Benal¨²a, Vistahermosa y San Blas), la planificaci¨®n alterar¨¢ cerca de otros cuatro millones de metros hoy integrados por lomas, pedregales y huertos, que dar¨¢n paso a nuevos edificios que acoger¨¢n m¨¢s de 17.000 viviendas. El censo oficial de Alicante est¨¢ en 280.000 habitantes, aunque de hecho residen en la ciudad unas 400.000 personas, que aumentan hasta 550.000 en los meses de julio y agosto, cuando las playas reciben a los veraneantes. Cuando se desarrolle el suelo urbanizable proyectado, se habr¨¢ dado forma a una ciudad capaz de acoger a m¨¢s de 650.000 personas. El concejal de Urbanismo, Jos¨¦ Ram¨®n garc¨ªa, del PP, reconoce ese peligro latente. "Nadie quiere una macro-ciudad", dice, "y por eso es importante que las instituciones p¨²blicas controlen la ordenaci¨®n del territorio". Pero las promotoras son insaciables y reclaman m¨¢s y m¨¢s suelo para construir. "Deben ser los pol¨ªticos quienes decidan qu¨¦ ciudad queremos a muy largo plazo", advierte el edil, "y quienes fijen los criterios de desarrollo sostenido". Para el PP tan importante es favorecer el crecimiento urbano como la coordinaci¨®n de la ciudad con el resto del ¨¢rea metropolitana, nunca limitada a su comarca. Se intenta el acercamiento con Elche y La Marina Baixa habilitando grandes v¨ªas de comunicaci¨®n e infraestructuras. Alicante persigue, en definitiva, erigirse en el centro neur¨¢lgico de una provincia que jam¨¢s reconoci¨® su capitalidad.
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