Placeres de la cata

La cata que se celebr¨® en la jornada donostiarra se redujo, por razones de tiempo, a cuatro muestras de aceites espa?oles virgen extra, enviadas por dos denominaciones de origen andaluzas especialmente seleccionadas por sus consejos reguladores -de Baena (C¨®rdoba) y Sierra de Segura (Ja¨¦n)-; un aceite comercial Borges, de Catalu?a, y otro del bajo Arag¨®n, de Alca?iz, proveniente de las cooperativas agrupadas bajo el nombre de Las Reales Almazaras de Alca?iz. Result¨® una sensaci¨®n inenarrable descubrir los mil y un matices de cada uno de los aceites y de sus aceitunas (arbequinas, empeltre, hojiblanca, picual, etc¨¦tera); m¨¢s o menos afrutados, sabores picantes, unos m¨¢s dulces, otros tremendamente amargos y complejos. En todo caso, una colecci¨®n de joyas, con diferencias entre ellos enormes. Algo que alegraba los ojos era el maravilloso escaparate de aceites dispuestos en la mesa, procedentes de innumerables denominaciones y zonas ole¨ªcolas, como Les Garriges y Siruana, de Catalu?a; Baena y Priego, de C¨®rdoba; Sierra M¨¢gina y Sierra de Segura, de Ja¨¦n; Alca?iz, Mora de Toledo, Valencia, M¨¢laga..., y algunas marcas catalanas tan importantes como L¨¦rida, L`Estornell y la citada Borges. Entre las variedades de esta ¨²ltima marca se encontraba su extraordinaria reserva de la familia, el no va m¨¢s de su gama, cedida por el cafetero Javier Ortiz. El montaje de este bodeg¨®n de aceites fue obra de Fernando Echeberria. No llegaron a su cita los aceites italianos. Pero ya habr¨¢ otra ocasi¨®n para disfrutar con ellos y compararlos con los espa?oles.