Ideales
DE PASADAFRANCISCO CORREAL Los celtas amenizan con su m¨²sica la ciudad. Son ideales. Ritmos que vienen del norte, ecos de la Costa de la Muerte y del castro de Baro?a. De la Galicia que trajo a Sevilla al abuelo de los Machado y a don Benito Villamar¨ªn. Son gallegos de todos sitios, aunque sean levantinos del Maestrazgo que cantan en la plaza de San Andr¨¦s las murgas con las que a comienzos de siglo letristas an¨®nimos se mofaban del cura y del alcalde. Se puede ser gallego de M¨®stoles, como Cunqueiro fue bret¨®n sin poner los pies en Breta?a. El profesor Mart¨ªnez da clases de filosof¨ªa en un instituto de Las Cabezas de San Juan. Su padre era guardia civil, un gallego de Malpica, en el t¨¦rmino de Berganti?os, y el profesor Mart¨ªnez fue chiquito de la Calzada. Vivi¨® su infancia en el cuartel de la Calzada que tan tenebrosos recuerdos le trae a Jaime Montes y otros nombres legendarios del sindicalismo sevillano. Es el ¨²nico edificio que se salv¨® del expurgo arquitect¨®nico de Santa Justa, una indulgencia que no pretend¨ªa preservar la memoria at¨¢vica de interrogatorios espeluznantes sino la huella art¨ªstica de An¨ªbal Gonz¨¢lez. El profesor Mart¨ªnez llega a una plaza del Salvador repleta y estratificada: los que van de paso, los que pasan de todo en las escalinatas de la iglesia, los que quieren escuchar la m¨²sica ¨¦tnica de Rare Folk y los asistentes a una boda de post¨ªn. La novia, para variar, es la ¨²ltima en llegar. La cola de su traje es tan larga como una vela del Corpus. Los trajes, el empaque y los sombreros denotan que es una fiesta de pudientes. "La novia no es famosa, pero ya quisieran muchos famosos tener su dinero", dice uno de los invitados. La novia se llama Carmen Toro y es cordobesa de Hornachuelos. El banquete lo celebrar¨¢n en el hotel Alfonso XIII. 12.000 pesetas el cubierto. Empieza la misa nupcial. Empieza el concierto. La estridencia c¨¦ltica hace que salte la alarma del Mercedes matr¨ªcula SE-8134-AU del que se baj¨® la novia. Cierran la puerta de la iglesia porque entre la alarma del carro y las guitarras de Rub¨¦n y compa?¨ªa no hay dios que una lo que ni Dios debe separar. Los invitados ocupan sus asientos. Los excluidos ocupan sus escaleras. "Sevilla es ¨²nica porque es una ciudad dividida", dice el profesor Mart¨ªnez. Una ciudad nada permeable. Una ciudad-impermeable para que nadie se moje.
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